viernes. 19.04.2024
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CINE COLISEO

El arte de la estafa

Gerardo Mares

El arte de la estafa

Apócrifo, cortometraje del cubano Ernesto Fundora, destaca de entre la vasta producción mexicana de corta duración, como una vigorosa aproximación a los universos defeños de cochambre; historias duras, densas, violentas y pesimistas hasta la madre.

Estelarizada de manera magistral por Juan Carlos Barreto, lo que aparentaba ser un día ordinario en la vida de un ejecutivo se transformará gradualmente en un descenso al infierno, un recorrido por las diversas caras del miserabilismo, en lo que puede catalogarse como una certera manifestación acerca de la podredumbre humana.

Sin duda, gran parte del atractivo de Apócrifo se desprende de su plástica, lograda a pesar de recursos financieros limitados; imágenes que poco a poco se degradarán hasta llegar a una representación de la mugre cercana al naturalismo.

Dividida en segmentos precisos, al inicio contemplamos el abrupto despertar de un mexicano de excepción, dueño de un departamento de lujo, trajes impecables y el ambiente exterior de primer mundo que luce extrañamente una textura digital, casi rayando en la artificialidad. Malintencionados, es como si de alguna manera este paraíso fuese un espejismo pergeñado por una mente desubicada. Sin duda, Barreto hará evidente el pathos de un ser agobiado por una pesadilla recurrente; de ahí la permanente mueca hacia las manifestaciones de la sobrevivencia urbana. 

En el trayecto a la chamba, los realizadores no dejarán de observar con detalle las diversas caras de la anarquía, reflejadas sin piedad y miramientos, nomás para preparar lo que se viene encima. En un logro de concisión, el cortometraje modificará sus intenciones donde gradualmente se revelará la verdadera naturaleza de la historia, una mentira perversa con la que “mil máscaras” -como se le menciona en la secuencia del estacionamiento- lleva el sustento diario a su familia.

Estructurada a partir de una premisa que califica de leyenda urbana, la propuesta del realizador remite al clásico Dios se lo pague (1948. Luis César Amadori) pero sólo en el aspecto anecdótico, ya que su intrigante desarrollo consigue mantener y acrecentar el interés por un cuento que pinta con verosimilitud la crueldad inherente del inframundo chilango.

Si bien los cuadros de Apócrifo deslumbran por su efectividad, el trabajo sobresale por el manejo que hace sobre las posibilidades del hiperrealismo en la pantalla, con todo y su raro final redentor.

Mostrando el peor rostro de seres que han dejado de lado su propia humanidad y cualquier sentimiento de empatía por el prójimo -quizá debido a su mirada extranjera-, Fundora consigue a la vez un pesimista retrato sobre un universo poblado de mamarrachos, heredero de la miseria moral como lo fue en su día Los Olvidados (1950) o los menesterosos ojetes de Viridiana (1961), ambas de Luis Buñuel. Pero Apócrifo no se reduce a ser un mero acierto imitativo; la película es una trama urdida inteligentemente, escrita e interpretada con tal rigor que seduce por su agudeza, su implacable lógica interna o la inesperada vuelta de tuerca en un agradecible tufillo de cine policiaco.

De apenas 17 minutos de duración, exhibida con éxito en la muestra Vistascope organizada por la productora de cine Ruth Figueroa, Apócrifo posee la virtud de provocar la indignación en el espectador. Y hasta el accidente mortal es resuelto con eficacia y espectacularidad. Todo ello no es logro menor. Dejo la liga donde pueden comprobar sus virtudes:

https://www.youtube.com/watch?v=mWUBWyou6eY

Apócrifo/ D y G: Ernesto Fundora/ F en C: Eduardo Flores/ E: Rogelio Aguilar/ M: Canciones Varias/ Con: Juan Carlos Barreto, María Inés Pintado, Alejandro Villeli, Julio Escalero, José Luis Pérez Hernández y Aranza Moreno/ P: Tenaz Productions. México. 2012.