miércoles. 24.04.2024
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Festival Latido en Guanajuato, segunda edición

Fernando Cuevas

Devendra Banhart, imagen promocional
Devendra Banhart, imagen promocional
Festival Latido en Guanajuato, segunda edición

En su segunda edición que se celebró en el cuestionado Parque Bicentenario, este encuentro musical muestra crecimiento y amplitud de miras, integrando actividades diversas además de los conciertos programados. El cartel se nutrió con dos presencias de alcance internacional (Devendra Banhart y Jessy Lanza, comentados más adelante) y un nutrido grupo de bandas nacionales, desde las más conocidas como Camilo Séptimo, Porter y Hello Seahorse!, pasando por otras como NAAFI (LAO + Mexican Jihad + Fausto Bahía), Elsa y Elmar, Lng/Sht, Girl Ultra, Los Blenders, The Plastics Revolution, Big Big Love, Dromedarios Mágicos, Adrián Be y Axel Catalán, e incluyendo otros grupos locales como Modern Vice, Peack Creeks y Dama Rosa.

Devendra Banhart: canciones iluminadas a color

Nació en Houston hace 29 años; ha vivido en Caracas y Los Ángeles; es viajero frecuente y terminó de convertirse en artista dentro de la bulliciosa ciudad de San Francisco: dibujos, notas musicales y poesía bilingüe a la par. De pronto, ya parecía un alivianado líder de una comunidad hippie extraviada en algún punto de América, animando a sus seguidores más por su imaginación que por su jerarquía, más por su talento que por su visión de grupo, siempre en plan de dejar que cada quien disfrute de sus sonidos como se le dé la gana, sin manipulaciones.

En su extendido horizonte puede pasar del tono festivo al susurro reflexivo y terminar por convencer sin proponérselo, quizá por esa apariencia de irreverente predicador extraviado en el siglo XXI. Las comparaciones con gente como Jeff Buckley, Nick Drake, Jerry Garcia, y Marc Bolan, el gurú glam, han sido frecuentes, en particular por su condición de distinguible escritor de canciones con sello personalísimo, al que habría que apuntar sus aventuras con el mundo de las imágenes y los juegos pictóricos.

La aventura inició con el explorador Oh Me Oh My… (2002), seguida por el EP The Black Babies (2003) y Rejoicing in the Hands (2004), una de sus obras esenciales, de cuyas sesiones se derivó el también muy apreciable Niño rojo (2004), discos en los que ya se advertían sus rasgos esenciales: folk enloquecido con letrística etérea de corte espiritual o cándidamente cercana; psicodelia bañada con ritmos afrocaribeños; pop sesentero tanto en su vertiente multicolor como oscura, vocalizaciones temblorosas o apacibles según sea el caso, y cuadernillos ampliamente decorados con ilustraciones elaboradas desde la más pura obsesión de quien se vierte por completo en el trazo infinito.

Vendría la expansión en personajes, ambiciones y alcances, para bien en general a pesar de la posible pérdida de cierta espontaneidad. Su naturaleza prolífica se confirmó con el prolongado, pacifista, multirreferencial –fijarse en la portada- y nutritivo Cripple Crow (2005), una de sus obras más relevantes a la que le seguiría, casi como consecuencia natural, Smokey Rolls Down Thunder Canyon (2007), acentuando el eclecticismo con numeroso grupo de invitados que le ponen su tradición a un álbum que apostó por la dispersión como estrategia cohesionadora.

En cambio, What Will We Be (2009), obra en la que por momentos se nos pone un poco más serio, tiende más a la introspección y a una especie de regreso a su individualidad, al Devendra Banhart personal, bautizado así por un místico hindú: los lances entre experimentales y psicodélicos se reducen, aunque subsisten, y las canciones son más de reflejo y expresión inmediatas, tal como el título del álbum plantea.

Tras cuatro años de silencio, volvió con el resucitador Mala (2013) en la tesitura ecléctica que lo ha carcaterizado, combinando géneros con habilidad de alquimista que gravitan alrededor de su cimentado folk intervenido, como también quedó de manifiesto en el continuista Ape in Pink Marble (2016), aderezado con un percusionismo energético de procedencias múltiples, bien entreverado con el reconocible sello de autor.

Jessy Lanza

Moviéndose con seguridad entre los terrenos del R&B, el pop y la electrónica de tintes diversos, la compositora, arreglista, productora y cantante canadiense colaboró con los Junior Boys para después debutar con el relajado Pull My Hair Back (2013), cargado a partir de pura energía contenida, de esa que suele expresarse a través de secuencias que se deslizan naturalmente, como si recorriéramos un paisaje prístino. Incorporando más elementos propios del electropop y ampliando el abanico de recursos auditivos, presentó Oh No (2016), uno de los discos más recordados de aquel año y que marcaba la confirmación de la capacidad de la artista para desplegar sonidos de contagiante actualidad.

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