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Escenas en Starbucks

Ralf Ortiz

Escenas en Starbucks

5 de mayo, 2013

Ya me sirvieron mi café. Espero mis bagels (mermelada de chabacano, reitero). Llega una dama bellísima, muy arreglada (va a un bautizo, imagino) y pide el café del día (nada de shade grown. No, está muy ligero, ella sí sabe). La saludo y contesta amablemente (“no ha de ser de aquí”, pensé). Le calculo entre 37 y 40. Sus ojos opacarían la luna y su sonrisa calmaría a Godzilla. Al salir detengo la puerta para ella (“Ay, ¡qué amable!”, dice sin ser condescendiente). Sube a un minivan Toyota, sola. Me voy a acomodar mis audífonos cuando escucho, en volumen alto, “Breath” (Pink Floyd, Dark Side Of The Moon) salir de su minivan. Dice adiós con la mano, sonríe, hago lo mismo.

En chinga busco ese disco en mi iPod. Camino las tres cuadras a mi casa escuchando “Breath.” 
 

Estoy enamorado.

*

14 de julio, 2015

Están ahí una señora guapa con su hija y con su hijo; tienen pinta de secundaria o prepa. Ellos discuten acaloradamente, la señora intenta ignorarlos. La chica le pregunta:

–¿Quién es tu favorito? ¿Verdad que yo?

–Ninguno -responde ella. –¡Los dos ya me tienen igualmente de harta!

*

22 de mayo, 2014

Estaba platicando con un amigo y no ponía atención a los ruidos cerca de nuestra mesa. Cuando mi amigo fue por otro café escuché, sin querer, a las chicas sentadas atrás. Una de ellas parecía estar muy enojada y/o decepcionada:

–Te juro que NO vuelvo a salir con nadie de la planta.

–Qué bueno, amiga. No es bueno salir con gente del trabajo.

–Ya sé. ¡Ahí contratan puros losers!

*

11 de diciembre, 2014

Llegan unos chavillos de un colegio particular. Vienen de hacer su examen final, supongo; es muy temprano para que salgan a esa hora. Espero que no haya sido el de matemáticas o el de lógica, porque de ser así, estoy seguro que reprobaron. No lo digo porque entre los ocho hayan comprado un frapuccino mediano, sino porque siendo ocho, seleccionaron una mesa con tres sillas (¡y había mesas grandes, y sillas disponibles!). Entonces cada que uno de los sentados se ponía de pie, uno de los parados ocupaba su lugar.

A ninguno se le ocurrió cambiarse a la mesa grande o tomar las sillas desocupadas…

*

2 de mayo, 2014

Conozco a la chica adelante de mí en la fila. Al ver el libro que llevo en la mano, me informa que ella sólo lee en su iPhone. 

–¿Y qué ondas lees?

–Leo Tuiter, Ralf. Ya sólo pienso en 140 caracteres. Aparte, cualquier cosa que leas no es más que un remix de las mismas 22 letras.

–¿Cuántas letras dijiste?

–¡Ay, Ralf! Ya ni me pelas. ¡Dije 22 letras! ¿Qué tal tu librote?

–Es como un tuit muy largo, pero ese vato usó más de 22 letras.

Justo en eso el barista le pregunta qué desea y ella se pierde en su propia orden.

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Ralf Ortiz (San Luis Potosí, 1963) es doctor en cool, punk añejo, musicómano sin cura, entusiasta de la lucha libre y el futbol americano y escritor pop. Ha trabajado en la radio, es profesor de inglés, escritor de cuentos cortos y chef amateur. Actualmente trabaja en un proyecto de stand-up comedy y el presente texto, Escenas en Starbucks, fue escrito como un primer acercamiento al guion de dicho ejercicio/espectáculo; todas las anécdotas son verídicas y han sido anotadas por Ortiz, quien se considera un gran observador (y, por tanto, uno divertido) de la vida cotidiana y sus detalles.

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