martes. 16.04.2024
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El arte de estar solo y hacer nada

Chema Rosas

American Splendor
American Splendor
El arte de estar solo y hacer nada

La lógica y la gramática nos dicen que es imposible hacer nada, ya que el verbo “hacer” implica en sí mismo una acción, que ya es algo -y si es algo, no puede ser nada-. También hay místicos que dicen que para meditar hay que pensar en nada y hacer nada; el problema con esto es que si se tiene éxito, entonces se medita. Y meditar es algo.

La espiritualidad, el New Age, la física cuántica y hasta la ciencia ficción, tienen teorías que señalan la imposibilidad de estar solo; que de algún modo todos estamos conectados y formamos parte de una enorme maquinaria cósmica que nos une, que estamos hechos de polvo de estrellas y que nuestra conciencia es una sola, repartida en todos los seres vivos.

Por desgracia estas teorías no nos dicen qué hacer cuando estamos aburridos, solos en casa  y falla internet.

Las primeras sugerencias al plantear este problema giran alrededor de dos ejes:

Conseguir compañía, como invitar amigos, ir a una fiesta y hacer nuevas amistades, salir por un café o visitar a la familia.

Hacer algo útil, como ordenar los recibos en el archivero, sacar del refrigerador los cultivos de hongos que crecen en los tuppers olvidados,  hacer ejercicio, leer, visitar un museo, cultivarse.

Ambas posibilidades están bien y plantean soluciones prácticas… pero parten de dos principios con los que estoy en desacuerdo:

  • Hay que hacer lo posible por no estar solo.
  • El tiempo libre debe ser usado para algo productivo.

Claro que no tengo nada contra estar acompañado; mi familia es asombrosa y cercana, además  tengo amigos geniales… el punto es que vivimos en un mundo en el que te ven raro si no vas con alguien al cine, y mucho peor si pides mesa para uno en un restaurante. Si a eso sumamos que –además- eres parte del porcentaje de personas que no han encontrado a su otra mitad para envejecer juntos –o para conformarse el tiempo suficiente-, la gente empieza a preocuparse por tu salud mental. Pocos valoran lo hermoso de la soledad hasta que tienen seis hijos y viven en una casa de tres cuartos y un baño. Por otro lado, siempre habrá pendientes y cosas que hacer… ¿eso significa que tenemos que hacerlas en nuestro tiempo libre? ¿Será que hemos olvidado cómo no estar con alguien más o haciendo algo útil?

En teoría no es tan difícil; basta con evitar el contacto social –incluyendo redes sociales en internet– y toda actividad que pueda resultar en un beneficio directo a corto, mediano o largo plazo –como hacer yoga o cualquier tipo de limpieza.

Ahora que si se lleva demasiado tiempo acompañado o haciendo cosas útiles, comparto algunas ideas que pueden facilitar el camino a ninguna parte:

  • Ver qué pasa en tu casa cuando apagas la televisión y la computadora.
  • Acostarse en el piso de la cocina a observar el techo.
  • Imaginar cómo se verían las cosas si caminaras con los pies en el techo en vez del piso.
  • Intentar caminar con los pies en el techo en vez del piso.
  • Pegarse en la cabeza y no sobarse.
  • Hacerse un tatuaje con una pluma bic.
  • Tratar de enseñarle trucos a tu perro usando telepatía (dicen que fruncir el ceño ayuda).
  • Sacar la lengua hasta que esté completamente seca.
  • Anotar en un papel cuántas lentejas crees que hay en la bolsa al fondo de tu despensa, luego intentar calcularlo tomando en cuenta el volumen y peso. Haz una apuesta y comprueba tu respuesta.
  • Dirigir una orquesta imaginaria y protagonizar un pleito con el solista por seguir la partitura al pie de la letra y no dar rienda suelta al espíritu de la música.
  • Intentar meterse entre el colchón y la base de la cama.
  • Separar toda tu ropa por colores y volver a acomodarla tal como estaba.
  • Ir al supermercado y ubicarse en la fila más larga. Salir sin comprar nada.
  • Comprobar que no tienes poderes telepáticos. Intentar desarrollarlos.
  • Colocar tu dedo anular y el medio sobre la mesa como si fueran piernas de un bailarín enano e inventar una coreografía.
  • Ofrecer en venta tu alma al diablo, y cuando aparezca, preguntarle cuál es la salida a Cuerámaro.

Si se pone en práctica alguna o varias de estas ideas, en poco tiempo se estará solo y haciendo nada. Una vez que se domina este arte es posible llegar a un estado meditativo en el que nos demos cuenta de que es imposible estar solo; que de algún modo todos estamos conectados y formamos parte de una enorme maquinaria cósmica que nos une, que estamos hechos de polvo de estrellas y que nuestra conciencia es una sola repartida en todos los seres vivos. Habremos hecho nada.

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Chema Rosas (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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