viernes. 19.04.2024
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MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO

Barba Jacob, Rulfo y Sayula

Emmanuel Carballo

Barba Jacob, Rulfo y Sayula

Como poeta, pocos tan genuinos como Porfirio Barba Jacob: “Sus versos son maravillosa cristalería”. Pocos, también, tan declamatorios, tan ingenuamente trascendentes, tan poco aptos para la autocrítica: después de escribir una obra maestra era capaz de componer un poema que bien pudo firmar un trasnochado poeta provinciano. En pocos momentos de su vida poética pudo desprenderse de los excesos de la estética modernista, de sus lujos verbales y de su grandilocuencia.

En un breve grupo de poemas, no más de diez, que eran sus preferidos, supo calar hasta el fondo de sí mismo, de allí surgieron (desnudas y dolorosamente reflexivas) sus obras “que el conceptuaba definitvas, perdurables, inmunes a la acción del tiempo y de la moda; en suma, intemporales”.

Acerca de Sayula existe una vieja tradición regional que cristaliza en un ripioso poema anónimo, lépero y desenfadado, “El ánima de Sayula”, en el que se asegura que los habitantes de este pueblo además de “brutos” son “putos”, y no solamente los vivos sino también los muertos.

Esta extendida mala fama del pueblo hizo que Juan Rulfo malinformara a sus entrevistadores diciéndoles que había nacido en Apulco y no en Sayula: “Yo soy un hombre de Apulco —le contó a Elena Poniatowska el año de 1954— como él afirmó— allá en Jalisco, cerca de Sayula y Zapotlán. Me crié en San Gabriel…” Ahora, ya muerto Rulfo, se sabe que nació en Sayula, no en 1918 —como él afirmó— sino en 1917. Coquetamente se quitaba un año).

Contrariamente a Rulfo, Barba Jacob debió considerar graciosa esta afirmación difamatoria, la de la homosexualidad de todo un pueblo, contenida en “El ánima de Sayula”, poema popular antes y después de 1921. Tras la lectura, es probable que el poeta se haya identificado con uno de los protagonistas, el espíritu que por las noches aparece en el panteón:

Me llamo Perico Súrrez
—dijo el fantasma en secreto—.
Fui en la tierra buen sujeto,
muy puto mientras viví.
ando ahora penando aquí,
en busca de algún profano
que con la fuerza del ano
me arremangue el mirasol.