miércoles. 24.04.2024
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La búsqueda: peñismo de streaming

Oscar Luviano

Oscar Luviano
Oscar Luviano
La búsqueda: peñismo de streaming


El 22 de marzo de 2010, el personal doméstico de la familia Gebarah Farah notó la desaparición de Paulette, una niña de 4 años, en un departamento de un barrio exclusivo del Estado de México. Este hecho a la larga se convertiría en la semilla del peñismo, al desarrollar el estilo de gobernar de la administración que tomaría las riendas del país en el año 2012: una mezcla de incapacidad, opacidad y complicidad con los peores poderes, todo amparado por una poderosa alianza con los medios de comunicación.

La suerte de Paulette es bien conocida: tras varios días de investigaciones, falsas pistas y ambigüedades que valieron el arraigo domiciliario a sus padres, el cuerpo de la menor apareció bajo el cochón de su propia cama, sin signos de descomposición a pesar de que habían pasado nueve días. Aunque cerca de 200 investigadores revisaron el dormitorio, y aunque se grabaron al menos dos entrevistas sobre esa cama, nadie vio el cuerpo, según validó la versión oficial.

 Nadie fue procesado por el caso y muchos de los involucrados vieron catapultadas sus carreras políticas: desde Peña Nieto hasta Miguel Ángel Mancera. Incluso el subprocurador Alberto Bazbaz.

Bazbaz pasó de recargar el peso de la prueba en los “trastornos mentales” de la madre de Paulette, Lizette, a ofrecer la infame conferencia de prensa que exculpaba a cualquier posible sospechoso con “fue un accidente”. Pese a su actuación en el caso, se integró al gobierno de Peña Nieto una vez que éste fue electo presidente, y terminó envuelto en otro escándalo relacionado con una red de espionaje a reporteros y activistas. A la fecha no ha sido objeto de una investigación formal.

Lo más cercano a un proceso que Bazbaz enfrentará (junto con todos los involucrados en el caso) es la nueva serie de Netflix, Historia de un crimen: La Búsqueda. Una ficción que recrea, muy a su manera, la desaparición forzada de Paulette.

La búsqueda es el segundo arco de la franquicia Historia de un crimen, que en su primera entrega revisó el caso Colosio. Digo “revisó” porque en realidad Historia de un crimen: Colosio es una ilustración desapasionada de la versión oficial sobre el magnicidio del candidato a la presidencia. El espectador no ve nada que no sepa ni encuentra ninguna revelación inquietante a lo largo de la serie.

Puedo decir, sin que se me suba el pulso, que esa es la característica esencial del mercado de las series ‘made in mexico’: desde la biopic de Luis Miguel hasta 1994 (el documental episódico de Diego Enrique Osorno), sin olvidar Narcos: México. Pareciera que el público mexicano ve la televisión para constatar lo que recuerda, y lo que recordamos es lo que los medios validaron en su momento. Por los temas que eligen parecieran osados ejercicios de revisionismo, pero al final son resúmenes de antiguos boletines de prensa.

Historia de un crimen: La búsqueda da un paso más allá en este sentido: sus responsables no sólo se limitan a ilustrar lo que todo mundo vio por la señal de Tv Azteca en ese momento, con una eficiente reproducción del departamento de Santa Fe en que desapareció Paulette (ocurre que conseguir el mismo modelo de cama es un valor de producción); además, eligen añadir toques de humor.

Hay un consenso que condena este giro en la producción de Netflix por (se aduce) la falta de respeto que significa para la memoria de Paulette. A favor, se dice que el humor realza la incapacidad de las autoridades para manejar el caso.

En realidad, creo que veremos más de este tipo de híbridos en el futuro: series en las que la comedia de trazo grueso para el descargo de responsabilidades.

Si en Luis Miguel el desfile de las parejas sexuales del trovador evitaba una mayor profundidad en pantalla al caso de la desaparición de Marcela Basteri, madre del cantante, y Narcos: México explica el fraude electoral de 1988 como una hazaña de Félix Gallardo, La Búsqueda se vale del humor para evadir las preguntas que supondríamos trataría de responder.

¿Por qué nunca se allanó el segundo departamento que Mauricio Gebara poseía en el mismo edificio? ¿Por qué un cuerpo que llevaba 9 días desaparecido no mostraba signo alguno de descomposición? ¿Por qué no se siguió, entre otras líneas de investigación, a los acreedores de la pareja? Son solo algunas de las cuestiones que la serie no toca, ocupada en demostrar lo idiota que Bazbaz era.

Y es que si hay un protagonista en La Búsqueda, no es ese remedo de Lilly Téllez (Regina Blandón) que se apropia del caso para salir de una vez por toda de la sección de espectáculos o Lizette, la alienada madre de Paulette (Verónica Bravo), cuya desapego y frialdad la convirtieron, para la misoginia mediática, en la principal sospechosa.

No: en realidad, el protagonista de la serie es Alberto Bazbaz (Darío Yazbeck).

El punto es que apenas y han transcurrido algunos minutos del piloto, vemos a Bazbaz llegar ante la puerta de su oficina, para encontrar su membrete en la puerta acristalada modificado como “Alberto Babaz”. Ese nivel de comedia se mantiene en cada intervención del subprocurador.

Entre decenas de manierismos y cierta velada homofobia, el Bazbaz de la serie parece un personaje de La familia Peluche insertado en un capítulo de La Rosa de Guadalupe. La comicidad consiste en hacer ver lo tonto que era, recalcar sus prejuicios sexuales (nadie se escandaliza de la vida ajena al matrimonio de Lizette, fuera de él) y, por último, hacer simpática su ineptitud: cada una de sus gracejadas es acentuada por algún golpe musical a la El chavo del 8. Sólo faltaron las risas grabadas.

La comedia hace más evidente la incapacidad de los investigadores en su conjunto para resolver el caso Paulette, pero también los excusa: son tontos, pero buenas gentes. El peñismo basó su impunidad a lo largo de decenas de casos (Atenco, Ayotzinapa, el alza de los feminicidios— que ni siquiera se menciona en La Búsqueda—, Nochixtlán…) en ese argumento: la idea de que les movía cierta estupidez amplificada por una torpe ambición. Algo que pareció convertir en inútil cualquier comentario acerca de los intereses que operaban detrás de sus coartadas.

Historia de un crimen: La Búsqueda hace de esta herramienta un deus ex machina: si lo de Paulette pasó como pasó, era porque un grupo de imbéciles estuvo a cargo. Imbéciles, pero bien intencionados.

Y no hay nada más que preguntar.

Historia de un crimen: La Búsqueda está disponible en Netflix.

Óscar Luviano (Ciudad de México, 1968) es narrador y poeta. Cuentos suyos se incluyen en Nuevas voces de la narrativa mexicana (Planeta, 2003) y en Así se acaba el mundo (SM, 2012). Colabora en diversos medios y publicaciones.

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