martes. 16.04.2024
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Chumel y el humorismo blanco / Oscar Luviano

Oscar Luviano
Tachas 372
Chumel y el humorismo blanco / Oscar Luviano


En enero de 2012 se difundió en YouTube un vídeo del payaso Platanito (la respuesta blanca a Brozo) en donde hacía un chiste acerca de Michael Jackson y la tragedia de la Guardería ABC (el incendio, por causas indeterminadas, donde murieron 49 niños hace 11 años): según Sergio Alejandro Verduzco (el nombre real del cómico), en una actuación en el Teatro Blanquita de Octubre del 2011: “¿Saben de qué murió Michael Jackson? De desesperación, que porque le quemaron una guardería allá en Sonora”. (…) “No se burlen, pobres chavitos al pastor, no se burlen, aparte ahora ya no hay guardería, abrieron un changarrito que se llama Kentucky Fried Children”.

El chiste le valió a Platanito lo que en aquel entonces comenzó a llamarse “linchamiento virtual”, una andanada de recriminaciones y amenazas en las redes sociales. Su eco llevó a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), la SEGOB y a la CONAPRED de aquel entonces a emitir confusos comunicados. Entre sus dictados, sugerían la salida del cómico de los medios. La empresa Telehit canceló el programa del payaso (aunque el chiste no se emitió ahí). Ante esa pérdida, Platanito difundió una videodisculpa sin maquillaje y con lágrimas en los ojos, lo que generó algún debate sobre la libertad de expresión y las prácticas del resentimiento social en las redes sociales. Un debate que el mismo Verduzco echó por tierra al reiterar su broma y quitar valor a la disculpa en su primer espectáculo tras el escándalo. Tras una sostenida cancelación de contratos, emigró a la televisión hispana en Estados Unidos.

No es descabellado mencionar que las consecuencias enfrentadas por Platanito por su chiste fueron, en comparación, mucho menores que las que enfrentaron muchos de los responsables (directos y políticos) de la muerte de los 49 niños de la Guardería ABC, y las consecuencias en la salud de cerca de 100 más.

Recuento este caso a cuenta de lo que sucedió tras la invitación de la CONAPRED (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación) al youtuber Chumel Torres, a un foro en el que se iba a debatir si existe o no el racismo en México (una duda curiosa viniendo de una comisión que, en teoría, lo combate). Torres es conocido por manejar un humor muy parecido al de Platanito (una década después), si bien lo que el payaso llamaba “humor negro”, Torres lo reivindica como “incorrección política”.

Beatriz Gutiérrez, esposa del presidente, manifestó su desacuerdo con la integración del comediante a tal propósito (si bien la mesa tenía un carácter mediático, con la participación del actor Tenoch Huerta y de la actriz Maya Zapata). La razón era un chiste sobre el hijo del matrimonio presidencial emitido por Twitter unos meses antes. Entonces “32,000 tuits de odio” (según Torres) llevaron a la cancelación de foro, a la salida de la titular de CONAPRED, el desconocimiento del valor de la dependencia de parte del presidente, y la “puesta en pausa” del programa de Chumel en la cadena HBO.

Creo que hay paralelismos entre lo sucedido con Platanito y Chumel que, de ser analizados, nos permitirían una mejor lectura de los tiempos que nos tocan en suerte. Como nadie lo ha hecho, lo hago yo.

1. La arena de ambos debates fueron las redes sociales, con su dosis de inmediatez y vertiginosa rapidez. En concreto, Twitter. La fuerza con la que el TT Chumel consumió el oxígeno del debate público durante la epidemia del Covid-19 y el inicio de una feroz recesión económica, demuestra el ascenso ininterrumpido de esta red, no como una creadora de cortinas de humo, sino como una creadora de la auténtica Nueva Normalidad. Twitter es una caja de resonancia de un pensamiento uniforme y unidireccional. Con esto no quiero decir que Chumel (con una larga lista de chistes misóginos y clasiracistas) deba ser justificado o defendido, sino que el encono en su contra carece de matices y, por ende, de posibilidades de una auténtica reflexión.

2. Ambos debates, lejos de cancelarla, potenciaron una forma de hacer comedia. El chiste de Platanito no ofreció visibilidad a la causa de los padres de la Guardería ABC, sino que demostró la eficacia del “humorismo negro” para fincar una carrera en las plataformas digitales, siempre debajo del radar de los medios y de nuestros Social Justice Warriors tuiteros (si bien de vez en cuando alguien difunde un video de, por poner algunos ejemplos, Ricaro O’farril o de Sofía Niño de Rivera, y la cosa se calienta). La regla elemental de los youtubers que van desplazando a Eugenio Derbez y su escuela televisiva, es que es muy rentable burlarse de las poblaciones racializadas.

Chumel es un heredero espiritual de Platanito, pero ha sabido añadirle eso que los expertos en marketing llaman “valor de marca”.

Si bien su noticiero por YouTube (El Pulso de la República, el que producía para HBO era tan persignado como una entrada de la Wikipedia) es un remedo de El Calabozo (aquel esperpento noventero del Jorge Van Rankin y el provida Esteban Arce), un púlpito desde el que el comentario sobre las notas del día se convierte en una validación social de las poblaciones que cuentan. Torres ha sabido dar a esta fórmula su propio toque: un tinte político que podría definirse como antichairaje: argumenta que su racismo se justifica por razones humoristas y de tradición cómica mexicana, pero la verdad es que se basa en causas ideológicas y de clase. Por ejemplo: hizo su versión de chiste de Platanito, en octubre de 2019, con un niño que se quemó al caerle encima una olla de frijoles. Y tres años antes ya lo había replicado con un estudiante de Ayotzinapa que se había prendido fuego durante una protesta.  

No es tanto comicidad como rentabilidad: clickbait. Pobres e izquierda son un menú irresistible para el gran publico mexicano.

3. Ninguno de los debates ayudó a las causas de las que se vieron afectadas (incluyendo a la comedia). Aunque desde una plataforma diferente, se realizó una versión del debate sobre el racismo planteado con el CONAPRED, su repercusión fue escasa, pues no fue respaldado ni siquiera por aquellos que argumentaban sobre la importancia de invitar a Chumel para que fuera “educado”. El debate fue dominado por Tenoch Huerta (que viene de interpretar a Caro Quintero en Narcos México, la serie de Netflix), y se orientó, en efecto, a reeducar a Chumel, con fieras invectivas de parte del actor y de Federico Navarrete, un académico de la UNAM que se ha especializado en las prácticas históricas del racismo. La causa común de hacerle ver a Torres su comicidad racista consumió la mayor parte del debate, como si el clasiracismo mediático fuera el que orienta las practicas de la exclusión social y no el reflejo de una sociedad que se instrumenta a partir de la segregación en castas, y que no está dispuesta a renunciar a ese privilegio.

Aunque se mencionó, el debate excluyó analizar el tuit de Beatriz Gutiérrez y sus aparentes consecuencias en el desprestigio de CONAPRED (ahora acéfala y la a espera de que el presidente elija, según su propia promesa, a una “mujer indígena” para dirigirla). Tampoco se mencionó si era adecuado que la historiadora señalase las burlas de parte de Chumel a su hijo como discriminatorias, siendo que difícilmente el hijo de un presidente podría categorizarse como parte de una población marginada o racializada.

Como remate al affaire Chumel, en su discurso celebratorio por los dos años de su victoria electoral, Andres Manuel López Obrador se refirió a “los avances” sobre los casos Ayotzinapa y de la Guardería ABC. Para esta tragedia, atención de por vida a los sobrevivientes en la salubridad pública, indemnizaciones y una nueva investigación, sin que existan procesados o sentencias. En clara alusión a Chumel y la burla a su familia, el presidente que ha hecho de los apodos y del sarcasmo anacrónico el estilo comunicacional de su administración, asentó que "Nunca en más de un siglo se había insultado tanto a un presidente de la República".




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Óscar Luviano (Ciudad de México, 1968). Narrador y poeta. Cuentos suyos se incluyen en Nuevas voces de la narrativa mexicana (Planeta, 2003) y en Así se acaba el mundo (SM, 2012). Colabora en diversos medios y publicaciones.

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