¿Tres demonios? Más. Todo cabe en un huequito…
Si bien John Milton ya había hecho del diablo un personaje literario, tan singular que llegábamos a simpatizar con él, fue con los románticos que se democratizó el terreno para Satán y Legión. En realidad la revolución consistió en desatar todas las prohibiciones, todas las culpas, todas las prácticas y en recomponer los elementos de valoración. Los románticos revitalizaron los sentidos. Los románticos dieron nuevo trabajo al cerebro. Quién cómo los románticos para enseñarnos el lado luminoso y oscurísimo del hombre. Quién para romper con tanta furia y mantenerse en la ruptura con la misma fe con que lo habían hecho los clasicistas con respecto a sus reglas.
Todo se desclasifica y entra a formar parte de nuevas maneras de ver el mundo y los productos del hombre. Aquí, Irma Guadalupe Villasana Mercado nos presenta la preocupación de estos románticos por el arte y el juego, habiendo desatado con ellos el demonio de la creación. Andrea Esparza Navarro nos lleva a los Cantos de Maldoror, el momento de crisis en que el romanticismo ha sido exigido al máximo, se descentra, y los presupuestos de progreso y optimismo en la especie se tornan una gran interrogante, allí se tocan de nueva cuenta lo demoniaco y lo divino. Sergio Espinosa Proa nos habla de los demonios levantados por el hombre, la gran cantidad de proyecciones de sus sentidos y de sus miembros y nos trae al presente siglo para informarnos sobre la relación hoy entre tecnología y filosofía.
José Adalberto García López da su versión poética de la danza de la muerte, desde el poder de la imagen y del ritmo, desde la vida, y Jorge Iván Chavarín Montoya nos introduce al placer y al dolor, al poder de la carne y a la suciedad.
Marcelino Díaz Mares nos da una pincelada peculiar de aquel León de los 60 cortado en dos para hacer un bulevar.
Jesús Madrigal Melchor habla de los Frankenstein de hoy y Matilde Hernández Solís nos brinda algunos rasgos de la territorialidad.
Jesús Gibrán Alvarado Torres se reta a duelo con Macías el enamorado y Alejandro García reseña un libro de Irma Guadalupe Villasana Mercado sobre el padre Peñalosa.
En Viborero, por si nos quedaran ganas, encontraremos la bestia o el ángel de nuestro tamaño.