martes. 16.04.2024
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Los discos del 2017 [III]: Inicios prometedores y carreras prolongadas

Fernando Cuevas

Chuck Berry. 'Chuck', portada del disco
Chuck Berry. 'Chuck', portada del disco
Los discos del 2017 [III]: Inicios prometedores y carreras prolongadas

Siguen girando los discos que le dieron sonido al año que se fue.

Empezando el trayecto

El londinense Sampha se presentó con Process, sentido recorrido por emociones fuertes compartidas con la intensidad vocal que ameritaba el caso y constituyéndose como uno de los debuts del año, al nivel de Aromanticism cortesía del angelino Moses Sumney, anclado en un sentido folk con influjos de las músicas negras. Uyai de Ibibio Sound Machine Desde Saskatchewan, el veinteañero Colter Wall entrega su carta de presentación enclavada en un country que disfruta de la tradición: grabado en Nashville, por supuesto, el homónimo Colter Wall suena como si llevara años en esto de la cantada.

EX EYE es un cuarteto integrado por el saxofonista Colin Stetson, el baterista Greg Fox (Liturgy), el tecladista Shahzad Ismaily (Ceramic Dog) y el guitarrista Toby Summerfield (Larval) que en su homónimo EXE EYE se interna con atrevimiento por los oscuros territorios del postmetal. Sacred Paws, integrado por miembros de Golden Grrrls y Shoping, se presentó con el contagiante afropopero Strike a Macth. El rapero del sur de Londres Loyle Carner enfatizó sentidas despedidas y coreográficas composiciones con Yesterday's Gone y por ahí mismo se dejó escuchar Gang Signs & Prayer, presentación de Stormzy siguiendo la tradición grime, tal como J Hus y su Common Sense, buscando versatilidad rítmica y rapera a través del menos común de los sentidos.

Nothing Feels Natural marca por el fin el primer larga duración de Priests post-punketos originarios de Washington, en tanto desde Pensilvania, Sheer Mag le entró al hardrock en Neet To Feel Your Love, encontrando la creatividad en las bases del rock directo y a la cabeza para todas las edades con la refrescante y robusta vocal de Tina Halladay. El quinteto Pumarosa adereza su propuesta de indierock con acentos eléctricos en The Witch, encontrando un prometedor embrujo con sentida vocal femenina. Idles, cuarteto de punk formado en Bristol, entregó el rabioso e intervenido Brutalism, pegando fuerte entre una mirada crítica y desparpajada.

The Moonlandingz, híbrido de Fat White Family y Eccentronic Research Council, propuso un provocador electrorock de aires retro propulsados en Interplanetary Class Classics, mientras que Creeper, sexteto inglés, realizó una promesa comprometedora en Eternity, In Your Arms, declaración en clave punk con tintes entre siniestros y teatrales, prestados del gótico y el glam que parecen desdibujarse con la efusividad que provoca el atrevimiento. Sin perder tiempo y entendiendo la juventud como el momento justo para construir experiencias memorables, el cuarteto inglés Sundara Karma entregó el vibrante Young is Only Ever Fun in Retrospect, en tanto el grupo noreugo Sløtface hizo clara invitación en Try Not to Freak Out, pop barnizado con trazos tecno y punk.

Por siempre viejos

Después de casi cuatro décadas, el legendario Chuck Berry grabó el revitalizador Chuck, como si se tratara de una despedida dado su fallecimiento poco después: ahí queda la trayectoria de uno de los patriarcas de la música popular. Close Ties colocó de nuevo a Rodney Crowell en la escena como 50 al británico Michael Chapman, celebrando medio siglo de darle vida a su nutritiva guitarra con esa voz de rasposa y pasmosa experiencia para integrar country, rock y folk, ahora bien cobijado por reconocidos colegas en plan de apoyo.

El maestro Randy Newman ironiza, comparte preocupaciones y desliza su deslumbrante capacidad compositiva en Dark Matter, oportuna obra en tiempo políticos dominados por la estulticia, mientras que en el amplio Triplicate, el nobel de literatura y principal músico de la cultura popular Bob Dylan, sigue metido en su más reciente obsesión, siempre transitando de acuerdo con su santa voluntad ajeno a designios sociopolíticos. Robert Plant, tras su productivo recorrido por los territorios del country, incorpora elementos del folkrock británico en Carry Fire, alumbrando la cueva musical y encendiendo la hoguera una vez más.

Por su parte, Ray Davies revisó, entendió y asumió lógicas de las tierras del otro lado del Atlántico con el brillante Americana, denotando la gran capacidad compositiva del ex Kinks; el ex Soft Boy Robyn Hitchcock entregó con la calidad acostumbrada el ídem Robyn Hitchcock, su vigésimo segundo álbum en solitario plagado de un pop con un dejo de psicodelia y, mientras tanto, el legendario Roger Waters dejó de romper eternamente el muro y grabó, en plan pontificador y retórico como ha venido haciéndolo desde hace rato, el resucitador y muy disfrutable más allá de la nostalgia pinkfloydera Is This the Life We Really Want?, demostrando que el talento permanece a pesar de la repetición excesiva.

Después de todos estos años  

A Kind Revolution representó la inagotable continuidad compositiva del gran ex Jam y Style Council Paul Weller, todavía buscando los cambios de fondo en modo creativo. Despachándose por partida doble, The Waterboys nos invitó a salir de las zonas de melancolía con Out of All This Blue, integrando sonidos americanos a su folkrock británico de alcances universales. Peter Perrett, ex líder de The Only Ones, volvió inesperadamente con How the West Was One, de letras afiladamente irónicas y melodías de pronta identificación. Tras 14 años de no sacar material nuevo, Styx entregó el revitalizante The Mission, cual periplo por los confines del pop-progresivo que tantos recuerdos traen.

Los Mael Brothers, bien conocidos como Sparks, grabaron en la línea acostumbrada de tecnorock el álbum Hippopotamus, como emergiendo de algún río con un sorprendente aire de actualidad, tal como Orchestral Manoeuvres in the Dark, otros sobrevivientes del synthpop ahora produciendo The Punishment of Luxury, con el habitual enfoque hedonista, y el oficioso dueto de electropop Erasure, hizo su cadenciosa advertencia en el sensible World Be Gone, justo cuando Gary Numan sincronizó con Savage: Songs From a Boken World, electrificando su pop con giros arabescos hasta convertirlo en el soundtrack de un mundo que se desliza hacia ninguna parte.

Depeche Mode regresó con plena convicción revolucionaria expresada en Spirit, con el sello de la casa y sonando contemporáneo a la par. Tratado en general de manera maniquea por la prensa especializada, U2 mantuvo presencia con Songs of Experience, complemento de su anterior revisión de la inocencia que si bien no está a la altura de sus clásicos, muestra al famoso cuarteto irlandés todavía con inspiración y expresividad. Tras su regreso en el 2011 después de veinte años de silencio, The Feelies entregan el completamente disfrutable In Between, buscando la justa  medianía entre su apuesta primigenia de indiepop catártico y los tiempos que corren.

Con cuarenta años circulando, John Mellencamp produjo con plena convicción y vitalidad Sad Clowns & Hillbillies, poniendo el corazón roquero en bandeja country. Los veteranos de Wire presentaron Silver/Lead, confirmando su habilidad para combinar la esencia punk con alcances de mayor complejidad armónica, por si hiciera falta. Blondie continuó dando muestras de vida creativa con Pollinator, pop de aliento punk con matices de new wave. A través de cinco largas piezas y bien cobijado por una banda de cómplices añejos, el Sonic Youth Thurston Moore explora a través de sus lances guitarreros ciertas aristas vitales que van de la carne al espíritu y sus complicadas vinculaciones en Rock N Roll Consciousness.

Grupos mixtos

Christine McVie y Lindsey Buchingham, fuera de los contornos nominales de Fleetwood Mac aunque con su evidente impronta y varios de los miembros participando junto con el famoso productor, compositor y tecladista Mitchell Froom, grabaron el homónimo y refrescante Lindsey Buchingham Christine McVie. En su séptimo disco titulado Silver Eye, el dueto Goldfrapp juega con los contrastes de la electrónica y el pop, así como con los tonos íntimos y la orquestación a media noche, poniendo el ojo en la bala. Con esa saludable mezcla de punk-pop y lances roqueros ya bien asumidos, Paramore grabó After Laughter, ahora con un enfoque lúdico como quien sabe reírse de sí mismo.

I See You despertó temprano en el año y The xx mostró su gran sensibilidad para la interacción vocal y la composición detenida, como lo hicieron Courtney Barnett & Kurt Ville en Lotta Sea Lice, compartiendo canciones en feliz comunión a medio camino entre sus lances roqueros y la iconografía de cantautores sentados en bancos con sendas guitarras entrecruzadas. Alvvays continuó con su contrastante pop de logradas estructuras en Antisocialites, su segundo álbum que los mantiene como promesa en trance de realidad, a pesar de su engañoso ostracismo.

Desde Brooklyn, el cuarteto folkrock comandado por Adrianne Lenker y conocido como Big Thief, entregó el redondo Capacity, confirmatorio opus dos inundado por la fragilidad como condición humana, apenas sosteniéndose con esas generosas guitarras; en tanto Wolf Alice, comandados por las vocalizaciones privilegiadas de Ellie Rowsell, abrió panorama con el indiepop de cuidado retoque que habita en Visions of Life. Oh Sees sigue en plan prolífico e intenso con Orc, décimo noveno disco en poco tiempo combinando con gracia el rock vitaminado y cierta sicodelia de garage, sin perder filo a pesar de la continuidad de sus grabaciones.  

Cantautores y solitarios

Con profunda tristeza por la muerte de su esposa, Mount Eerie             grabó el pausado y por completo conmovedor A Crow Looked at Me, acaso el disco más melancólico del año. Mac DeMarco siguió en plan reflexivo con This Old Dog, tercer disco que lo confirma como un propositivo cantautor y el oriundo de Kansas aunque influido por Nueva York Kevin Morby, produjo el cauto y ligeramente distorsionado City Music, su cuarto álbum salpicado de nostalgia urbana atravesando cierta efusividad. Justin Townes Earle sigue la tradición familiar y musical en Kids in the Street, country vitaminado con notas de R&B e irresistible rockabilly.

Craig Finn y su poética afilada se hicieron presentes en We All Want the Same Things, entre sentidas recitaciones insertadas en la acostumbrada instrumentación tan austera como emotiva, en tanto el miembro de SteelDrivers Chris Stapleton, tomando la estafeta del country con todas las de la ley, se confirmó como heredero legítimo en From a Room: Volume 1 y Volume 2, contundente doblete en toda la tradición que se respira desde Nashville hacia resto de los Estados Unidos, también retomada en Rocket, obra del prolífico (Sandy) Alex G que se entierra pronto en las raíces para tomar buen impulso.

Pangs del alemán Alasdair Roberts lo confirma como uno de los folkloristas esenciales del nuevo milenio y el instrumentalmente nutritivo Life Will See You Now, cuarto disco del sueco Jens Lekman, recorriendo pasajes cotidianos en los que los asuntos de la fe y las creencias se aparecen en tonos lúdicos. The Nashville Sound es la brillante contribución de Jason Isbell And The 400 Unit a la gran cultura musical emergida de esa cuna citadina y Ryan Adams vuelve al camino propio en Prisoner, incorporando su propia ruptura matrimonial pero levantando la cabeza para escapar del encierro. What in the Natural World representó la segunda entrega del tradicionalista Jake Xerxes Fussell, continuando su recorrido por los caminos del sur entre el folk y el blues de raíces hondas.

No Shape encuentra a Perfume Genius en plan más bombástico sin perder la reconocible delicadeza Y Father John Misty propuso formas de ver la vida en Pure Comedy, entre un pop de alcance orquestal y ciertos aditamentos folkies. En el austero pero poderoso Beast Epic, el proyecto de Sam Beam conocido como Iron & Wine, recurre al bordado a mano, se despoja de artilugios y pone su guitarra acústica al frente. En plan trovador con buena compañía, Conor Oberst consiguió imprimir sentimiento y robustez a la par en el redondo Salutations, impecablemente armonizado y el ex American Music Club Mark Eitzel se muestra en buena forma literaria y compositiva en el resolutivo Hey Mr Ferryman, buscando respuestas y esperando no encontrarlas.

Rimando, zapateando y aplaudiendo

Con DAMN., Kendrick Lamar no baja la guardia tras sus grandes discos anteriores y se confirma, con sus afiladas letras sobre las relacione sociales, como la figura actual más importante del Hip-Hop, ámbito en el que Vince Staples ha cobrado también enorme relevancia, como se deja escuchar en el hiperbólico  Big Fish Theory, disco esencial del género durante los años recientes ahora sumando la estética del footwork. Dizzee Rascal volvió a sus orígenes grime con sólidas rimas en Raskit, después de andar en los reflectores de los duetos.

Hip Hop desde Atlanta, muy a tono con la lograda serie televisiva. Gucci Mane entregó Mr. Davis, encontrando el beat justo para crear atmósferas llenas de libertad; el trío Migos, en tanto, generó cadencias justas y producción excelsa en CULTURE, su segundo álbum en el que recorren una realidad pasada por armas y drogas, aunque donde todavía se puede esbozar una sonrisa maliciosa. De esta misma ciudad, 2 Chainz produjo Pretty Girls Like Trap Music, encontrando sus mejores momentos en una rítmica parsimonia para dejar el mensaje claro y el ecléctico Beautiful Thugger Girls fue la contribución de Young Thug, rapeando peripecias juveniles con una buena lista de invitados.

La asociación conocida como Run the Jewels, integrada por los ya muy bien integrados El-P y Killer Mike, dejó su tercer capítulo impreso en el macizo Run the Jewels 3, al nivel de sus predecesores, y apareció también el álbum 4:44 del afamado Jay-Z, sonando reflexivo y vinculado con la obra realizada por Beyoncé el año pasado. En su lucidora cuarta entrega, Flower Boy (también llamada Scum Fuck Flower Boy), el angelino Tyler, The Creator se pone melódico y con rítmica cálida nos pasea por un mundo colorido de abejas imposibles que buscan su flor.

El rocoso Godfather del influyente productor Wiley, integró elementos propios de la electrónica con propuestas imposibles de rechazar. En el confesional Drunk, el bajista Stephen Bruner acá nombrado Thundercat, combina la efervescencia del funk con la sensibilidad del soul para soltar dos o tres verdades, como cuando uno se vuelve libro abierto y del grupo The Internet, Syd se lanzó al planeta de las solistas con el cercano Fin, realizado a partir de un R&B actualizado, en contraste con el delicioso tono retro de Curtis Harding que nos pone mirando al sol con Face Your Fear, segundo disco de sorprendente madurez.

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