martes. 16.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

DISFRUTES COTIDIANOS

Discos cincuentones 1967: Debutantes [I]

Fernando Cuevas

Discos cincuentones 1967: Debutantes [I]

Estamos ante el mejor año de debuts y de la evolución del rock en general del siglo XX, según diversos críticos y la vox populi de la historiografía de este género en constante reconfiguración, expresada justamente en su apertura para recibir sonidos de otras latitudes, marcadamente de la tradición sonora de la India y de géneros como el creciente y renovador free jazz, así como del avant garde emparentado con la música clásica contemporánea. Los tiempos seguían cambiando y el mundo se convulsionaba entre guerras frías y calientes, movimientos sociales y carreras no siempre con destino fijo.

Las primeras semillas del rock progresivo, la psicodelia y sus estados alterados, el folk introduciéndose en corrientes contemporáneas y el garage cual energía siempre a punto de la ruptura. Congruentes con su origen ecléctico e integrador, las propuestas proliferaron de manera contextual y respondiendo al llamado de los tiempos: paz y amor con flores incluidas pero también pesimismo e introspección, sobre todo al momento del agridulce marchitar de esos retoños al final descompuestos o estrellándose ante realidades impasibles.

Los clásicos

Velvet Underground, epítome de la banda de culto en la escena de la música popular, entregó el influyente The Velvet Underground & Nico con todo y la suculenta banana warholiana aderezando la portada. Aquí no hay amor y paz, sino navajas atravesadas en la garganta apenas descubiertas en las fiestas del mañana. Las arriesgadas temáticas de Reed, la experimentación de Cale, la rítmica de Morrison y la estructura de Tucker, conforman el que quizá sea el mejor disco inicial de la historia. Por su parte, la cantante alemana de gélida y quemante presencia, además de convertirse en toda una Femme Fatale, grabó Chelsea Girl, nombrado así en honor al filme de Warhol e interpretando canciones tanto de sus compañeros como de Jackson Browne, Dylan y Tim Hardin.

The Piper at the Gates of Dawn de unos jóvenes que se hicieron llamar Pink Floyd, derrochó psicodelia sideral en la que Syd Barret parece viajar montado en guitarras que recorren paisajes producto de alucines abrasadores, presentando a una de las bandas más seguidas en la historia del rock. En esa tesitura, The Doors abrió horizontes de percepción para comprender el otro lado con poética encendida de fuegos particulares, en tanto su líder Jim Morrison anunciaba finales inesperados vía el ídem The Doors, con todo y ese órgano inconfundible de taladrante intención; mientras que Are You Experienced fue la entrada propuesta por The Jimi Hendrix Experience, con una innovadora guitarra de negrísimas texturas que nos pone a todos contra las cuerdas de humeante vivencia.

Colores y formas distorsionadas

El californiano Don Van Vliet, personaje clave en la expansión del rock y mejor conocido como Captain Beefheart, se presentó con Safe as Milk, incluyendo en sus filas a un jovencísimo Ry Cooder: la simiente de la intensidad excursionista entre el free jazz y quedaba sembrada para recoger frutos posteriores, entre espejos cóncavos capaces de ofrecer otras realidades. En tanto, el vital No Way Out de The Chocolate Watch Band anticipaba el punk desde un manto de colores fermentados y sonidos provenientes del garage y de un alterado R&B, a partir de un ímpetu primigenio que atravesaba la medianoche.

Desde San Francisco, ciudad cuna de revoluciones urbanas sin armas de por medio, el sexteto conocido como Grateful Dead, convertido en símbolo de la contracultura que no obstante sobrellevó bien la paradoja de volverse toda una institución ideológica-musical, entregó el homónimo Grateful Dead; en la línea el quinteto Moby Grape se presentaba con plena escenografía hippie para integrar el country, el blues y el rock de abundancia guitarrera vía el homónimo Moby Grape. Muy cerca de estos rumbos, en Los Ángeles, The Electric Prunes nos recordó con un sensible acento roquero que a pesar de todo, siempre hay mucho qué soñar en la inmediatez vía I Had Too Much to Dream (Last Night).

Liderada por Tom Rapp y formada en Florida, Pearls Before Swine se dio a conocer con One Nation Underground, labrado con aliento lisérgico en donde el folk se encuentra con la psicodelia, también presente con un enfoque más experimental en The Parable of Arable Band, primer lance de The Red Crayola, grupo de Houston con un toque arty que resultó una importante influencia para movimientos posteriores como el punk y el postpunk. The Amboy Dukes, banda de Detroit encabezada por Ted Nugent con permanentes cambios en su alineación, presentó el enérgico y convincente homónimo The Ambody Dukes, plantando semillas para el posterior movimiento guitarrero.

Electric Music for the Mind and Body, de los formados en Berkeley Country Joe and the Fish, se insertaba en la tendencia de letras alteradas por sustancias mágicas, cargadas de pacifismo en clave de folk sicodélico matizado por vuelos impredecibles, silencios muertos y amores asumidos como libres: el movimiento hippie de San Francisco caminaba entre flores, sobre las orejas y vestidos largos con diseños oblicuos. La búsqueda de experimentación electrónica en los territorios del rock multicolor encontró un buen asiento en Cauldron, extravagancia pura firmada por el quinteto Fifty Foot Hose, viajando por el cosmos en una nave digital pero siempre aventurera.

No podía faltar, por partida doble, la presencia capturada del prisma triangular con todo y sus espejos, reflejando figuras multicoloridas en constante cambio; ahí están las bandas tocayas ancladas en la psicodelia y el folk: The Kaleidoscope, formada en Los Ángeles por David Lindley y Chris Arrow, y la ídem Kaleidoscope, surgida en Londres después de algunas mutaciones con Peter Daltrey a la cabeza. Mientras que la primera incorporó elementos étnicos y bluseros con probada capacidad de riesgo expresada en Side Trips, la segunda se enfocó más en el rockfolk, como se advierte en el álbum Tangerine Dream, en la línea del cienciaficcional y con tintes orquestales The Story of Simon Simopath, opera prima de Nirvana, grupo conformado por el irlandés Patrick Campbell-Lyons y el griego Alex Spyropoulos.

[Ir a la portada de Tachas 234]