sábado. 20.04.2024
El Tiempo

El cuento

"Un autor es nuestro guía en una naturaleza que descubrimos y nos maravilla…"


El cuento es un género literario que se clasificó como menor en la literatura tradicional, pero que en realidad representa, al menos en su estilo actual –por lo compendioso, sintético, preciso, exacto y, en especial, por el efecto en el lector–, un reto para el buen escritor.

En un ensayo, H. E. Bates (1905-1974) sostiene que «El cuentista es el más libre de los escritores: mucho más libre que el dramaturgo y el poeta, y también más que el novelista, pues tiene al alcance temas que a éste le resultarían poco importantes o demasiado limitados”.

Mientras que los escritores de novela –el género más cercano al cuento– la construcción del ambiente, de los personajes, de la trama misma, juegan un papel fundamental para el conflicto; en el cuento, acaso, todo ello se insinúa o definitivamente el autor deja en el lector la tarea de llenar todos los huecos para redondear el tema. El lector completa la obra. En la novela, al autor hace imaginar las situaciones y personajes descritos; en el cuento el autor obliga al lector a trabajar más pues debe deducir o suponer todo lo que no se haya en el texto.

El cuento es una narración breve que, como decía Alan Poe, debe leerse en una sola sentada. Julio Édgar Méndez (escritor guanajuatense) asegura que el cuento gana por knock out. Por eso debe ser impactante, intenso.

El cuento es breve, trata un tema y los personajes son mínimos. Pero su brevedad no radica en la extensión, sino en la forma tan directa –incluso en algún momento, descarnada; como los cuentos de Chejov– de tratar el tema. No debe extenderse mucho, ni vincularse con otros temas; se centra en uno solo para lograr la contundencia esperada. Con muy poco, el autor debe extasiar al lector.

De ahí que la entrada y el remate resulten fundamentales. Sin un inicio que atrape y un remate que sorprenda, el cuento se vuelve una simple narración. Si esto último es el caso, entonces dejará al lector con una sensación desagradable, de que perdió el tiempo. En tanto, si se cumple el primer requisito, el lector se experimenta satisfecho, emocionado… incluso, interesado en buscar más sobre el tema o leer otros cuentos del mismo autor.

El cuento es versátil. Los hay de aventura, fantasía, ciencia ficción, infantiles, románticos, de suspenso, de terror, históricos… «Un cuento –nos dice Eudora Welty (1909-2001)– puede surgir del canto de un pájaro». La visión del autor, su creatividad, su punto de vista, su sentir, que ese canto, ese hecho cotidiano de la naturaleza, lo convierte en una singularidad capaz de llevarnos a las más profundas reflexiones, al más emocionante de los sentimientos o la más de las dolorosas de las experiencias. Para el autor el origen, el motivo (leitmotiv) es lo de menos. Es el tratamiento y el rumbo que le da lo que debe impactar al lector para hacer de ese hecho nimio, algo trascendente, que valga la pena haberlo observado.

Entonces, así se transfigura la naturaleza. Ya el canto de un ave dejará de ser un suceso más de la naturaleza para transformarse en nuestro ánimo en algo que siempre será un hecho trascendente algo de dignidad diferente. El autor, entonces, nos ha contagiado su perspectiva, nos ha quitado una venda que nos impedía apreciar en toda su dimensión algo que hasta hacía poco no le otorgábamos la menor atención.

De ahí que el cuento, en literatura, deba ser considerado una no obra menor y sí, un texto trascendente. Un autor es nuestro guía en una naturaleza que descubrimos y nos maravilla… a pesar de que estaba ahí, frente a nuestra vista.