El horario sí importa

“…muchos estarán haciendo cuentas y pensando en los costos financieros de pensar en los horarios como tema de salud y de derechos, pero de eso se trata: de construirnos una balanza moral en que las personas pesen siempre más que las utilidades…”

 

El horario sí importa

“Ustedes que están trabajando allá por Las Joyas, les tengo una buena noticia –nos dicen–: inicia operaciones nuestra fábrica (una empresa trasnacional) y va a ofrecer muchos empleos. Nos interesan mujeres, de preferencia que ya no estén en etapa reproductiva, y que quieran trabajar en turnos: una semana de ocho a dos de la tarde, la siguiente de dos a diez de la noche y la siguiente de diez de la noche a ocho de la mañana, se irán turnando”.  Cuesta trabajo creer que quienes esto ofrecen no se den cuenta del potencial corrosivo de estas propuestas para la vida de las personas. La exacerbación de la tecnocracia neoliberal, que busca maximizar las ganancias a costa de lo que sea, desarrolla una lucha de trincheras contra algunos valores sociales, en la que, desgraciadamente, éstos van perdiendo posiciones. Los horarios son uno de esos campos en disputa, y la cesión de algunos bastiones en esta refriega va cobrando sus víctimas. En aras de la productividad y la competitividad, por ejemplo, hemos perdido costumbres muy sanas, como era la de cerrar los negocios al medio día para que todo mundo pudiera ir a comer con su familia. Pero quizá el problema más grave con los horarios es la costumbre introducida por empresas trasnacionales, que establecen triples turnos para aumentar la productividad mediante la optimización de la capacidad productiva instalada.

Hablando del tema con mi querida esposa, quien estudia una maestría en neuropsicología, me comentó que, además de los perjuicios obvios que conlleva el establecer horarios que dificultan el contacto familiar, se ha demostrado que cuando se establecen turnos variables en cualquier hora del día, se presentan problemas a nivel neuronal vinculados a los ciclos del sueño.

El sueño no es únicamente un periodo de descanso. A lo largo del ciclo de sueño suceden una gran cantidad de procesos muy importantes para el organismo. En ciertas fases del sueño se consolidan los aprendizajes que logramos durante el día y pasan a formar parte de la memoria de largo plazo. Sucede además la regeneración celular que repara nuestro cuerpo, incluida la regeneración neuronal, y permite al cerebro restablecer las neuronas dañadas durante el día. Durante el sueño también se dan procesos de activación inmunológica, pues al dormir producimos antígenos específicos contra invasores de nuestro organismo, que permiten contrarrestar las enfermedades, y se consolidan los recuerdos biológicos a largo plazo, para defendernos de virus y bacterias que ya hemos combatido antes. Durante el sueño, además, tiene lugar la segregación de una gran cantidad de hormonas que nos permiten funcionar de día. La segregación de estas hormonas tiene un ciclo circadiano (sólo ocurre de manera importante una vez cada 24 horas, durante las horas de sueño, y no se repite sino hasta 24 horas más tarde).

 

Para que todos estos procesos ocurran, se requiere un número suficiente de horas de sueño diario (con un promedio de entre 7 y 8 en un adulto) pero, muy importante, también de un ciclo rítmico estable: un horario de sueño más o menos a la misma hora todos los días.  El trabajo por turnos provoca una desincronización externa muy fuerte, porque no permite ritmicidad en los ciclos de sueño. Esto produce alteraciones en todos los sistemas: provoca daños neuronales porque no permite la regeneración neuronal; produce daños metabólicos en la digestión, el corazón, la activación muscular o la capacidad de reaccionar ante imprevistos. En un inicio estos daños no son muy notables, pero son irreversibles y van cobrando factura cuando la persona envejece. Los daños a nivel neuronal por falta de sueño o por un proceso irregular de sueño prolongado, son más graves que los provocados por el alcohol o las drogas, incluso, más que los provocados por traumatismo craneoencefálico.

Si no se duerme bien, no baja la temperatura corporal y el cuerpo busca reponer con grasas y carbohidratos esa energía que gasta de más, lo que aumenta considerablemente el riesgo de padecer diabetes. Se han hecho estudios en personas que trasnochan y la gran mayoría tiene diabetes. La hipertensión, la obesidad, la diabetes, la depresión, diversas enfermedades cardio y cerebro vasculares, etc., son sólo algunas de las patologías que a largo plazo se observan con mayor frecuencia en personas que no duermen lo suficiente o tienen ciclos interrumpidos o variables de sueño. Además, una persona que se sujeta a esa variabilidad de horarios ve afectada su capacidad para relacionarse con los demás: sus hijos, su pareja, sus vecinos, pues la falta de sueño produce irritabilidad, desinhibición conductual (respuestas socialmente incorrectas, que no son inhibidas adecuadamente por la corteza prefrontal) y exacerba el humor infantil que busca molestar a otros.

Hay campos de la actividad humana en los que es difícil no cubrir horarios nocturnos, como los médicos de emergencias, los bomberos, la policía, los veladores. Pero es posible buscar alternativas en la rotación, para establecer periodos más largos de cambio de horario en los que el organismo logre adaptarse a lo largo de todo un mes, e irlos variando en sucesivos ajustes de dos horas cada mes, por ejemplo.

Al escuchar esto, muchos estarán haciendo cuentas y pensando en los costos financieros de pensar en los horarios como tema de salud y de derechos, pero de eso se trata: de construirnos una balanza moral en que las personas pesen siempre más que las utilidades. Si no estamos dispuestos a ello, seremos también responsables de la fractura del tejido social.

Con información de Clara Azcué Pérez Gil y: Carrillo-Mora, et al “Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario”. Neurobiología del sueño. Revista de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. México. P. Durán Hernández et al, «"Ontogenia: del sueño del infante al anciano",» Hypnos. Investigación básica y clínica del sueño.