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El plan perfecto

Bernardo Monroy

 

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El plan perfecto - Bernardo Monroy
El plan perfecto

De ahora en adelante, optaré por el terrorismo ontológico.
Grant Morrison. Los Invisibles

 

Si algo hizo famoso a Stan Lee, y lo convirtió en un pilar de los cómics, fue su capacidad de crear personajes humanizados. No eran superhéroes impolutos, sino individuos con defectos. Un Spiderman con penurias económicas, unos X-Men despreciados por la sociedad.

The Man Stan era un gran narrador, y como tal, sabía crear personajes memorables. Aunque a muchos intelectuales de cafetín no les guste, sus creaciones trascenderán a lo largo de los siglos.

Este es mi pequeño homenaje a su obra: un cuento sobre un supervillano, que quiere destruir la barrera para ingresar a un mundo donde los malos sí ganan.

 

 

 

1. MUNDO DE VIÑETAS

Todos los villanos tienen un plan perfecto.

Y no únicamente los villanos de cómics. En la literatura sucede lo mismo. El Cardenal Richelieu nunca pudo derrotar a los Tres Mosqueteros; el Profesor Moriarty se partió la cara al caer de las cataratas de Reichenbach; La Reina de Corazones no pudo decapitar a Alicia, Javert se suicidó; Gollum se queda sin su anillo; Lord Voldemort pierde su varita; George W. Bush y Felipe Calderón no dominaron la galaxia y Michael Jackson nunca pudo violar a Macaulay Culkin.

Precisamente, esa era la reflexión del Profesor Multiverso aquella mañana, mientras hacía todas las labores que corresponden a un supervillano: voló en mil pedazos una clínica antiaborto; asesinó con ráfagas de energía surgidas de sus manos a un senador izquierdista, descuartizó a más de doscientos jóvenes que protestaban contra una empresa que contaminaba ríos y luego fue a Krsipy Kream a desayunar un capuchino y una dona glaseada.

Entró a Krispy Kream y en el estacionamiento encontró a un perro callejero al que le rompió las patas usando sus ráfagas de energía. Después de pedir su orden se sentó a leer el periódico, usando su identidad de civil, la de Benjamín Padilla, profesor universitario de Física y activista de PROVIDA. En pocos minutos llegó Georgina, su alumna más destacada y su ayudante, porque todo héroe y villano respetable debía tener a “sidekick”: Batman tiene a Robin, Don Quijote a Sancho Panza y Jesucristo al apóstol Juan. Antes de que comenzaran a platicar, el Profesor Multiverso usó sus poderes para destruir cualquier reproductor de música en el lugar. Odiaba el heavy metal, Lady Gaga y hasta ese maricón asqueroso de Tchaikovsky. Multiverso era ante todo un hombre católico, de derecha y muy conservador, aunque sonara redundante.

-Oiga profe, es usted un culero. El pobre perrito todavía anda chillando.

-No uses palabras altisonantes delante de mí.

De inmediato, Georgina se calló. Conocía muy bien los alcances del poder del profesor. Había nacido con superpoderes, como tantas personas en la ciudad donde vivía. Según la física moderna –dictaba el profesor en sus clases-, la Teoría de los Multiversos proponía que nuestro universo es sólo uno entre tantos, las posibilidades que existían en otros universos eran, literalmente, infinitas. Aunque la teoría surgió durante el siglo XX, el término fue inventado por William James, desde finales del XIX.

El poder más destacado del profesor consistía en influir indirectamente en otros universos, aunque en su realidad sólo podía volar y lanzar rayos de energía, lo cual, teniendo en cuenta inmensa lista de superpoderes, era algo bastante mediocre. Para el profesor era frustrante poder alterar un mundo que no era el suyo, quizá por eso en su identidad de civil era un conservador intolerante. Lo cual no era raro, pues gran parte de los superhéroes que existían como personajes de cómics, en otra realidad eran derechistas y neoliberales.

Mientras Georgina pedía una dona con frambuesa, el profesor le explicó su plan. Hablaba ininterrumpidamente, refiriéndose a sí mismo en tercera persona; sobreadjetivando y tan grandilocuentemente que invitaba al humor involuntario… como todo buen supervillano:

-Benjamín Padilla, en su identidad del Profesor Multiverso, ha descubierto una realidad alterna a la nuestra, donde no existen los superhéroes ni los supervillanos, y no son más que personajes de películas y cómics. Aunque no puedo acceder a ese universo, porque mi poder sólo me permite influir en las personas. No puedo destruir a todos los héroes de mi universo, pero sí puedo perjudicar su imagen en otro… aunque en ese otro no existan más que como dibujos y como actores en la pantalla. En ese universo hay escritores que manejan la vida de personajes con nombres como Batman, Superman, Flash, Spiderman o los X-Men; y artistas que los dibujan. Uno de tantos escritores se llama Grant Morrison, que hace más que escribir sobre “monitos”: algunas de sus historias tratan de la capacidad de percibir otras realidades, y hacen referencias a escritores como Jorge Luis Borges, Miguel de Unamuno, Lewis Carroll o textos como el Mahabharata. ¿No es genial? El tipo es un genio del metalenguaje. Escribe sobre realidades en una realidad en la que piensan que nosotros no somos reales, mientras que la gente de esta realidad considera que ni siquiera existe tal realidad. Es, realmente, muy borgiano… oh, pero estoy divagando –dio una mordida a su dona y un trago a su café-. Mi plan es desprestigiar a los héroes en esa realidad, ya que en ésta no me es posible. Tal vez no sea el mejor supervillano, pero al menos, entre tantas realidades, sé que puedo destruir una de ellas.

A Georgina el supuesto “plan perfecto” del Profesor Multiverso le parecía extremadamente estúpido. Querer influir en la vida de una realidad entre miles de millones a la que nunca tendría acceso era como querer quitar toda la sal al agua de mar… pero prefirió no comentar nada, pues no le convenía a hacer enojar a un radical de derechas que, además, lanzaba rayos con las manos. En vez de burlarse, le preguntó cómo había modificado otra realidad.

El supervillano esbozó una sonrisa digna del Joker.

 

2. REALIDAD

Alberto entra al cine para ver el estreno de Batman: The Dark Knight Rises. Muchas películas están rodeadas de un aura de mala suerte, como por ejemplo, las de terror (las maldiciones de “El Exorcista” y “Poltergeist” forman parte de las leyendas negras del cine) pero pocas veces sucede lo mismo con cintas de acción y de superhéroes. Desde su estreno en Estados Unidos, la película de Batman había corrido con mala suerte: en Denver, Colorado; el joven James Holmes entró a un cine con un arma de fuego y mató a 12 personas. Era candidato a doctor en neurocirugía, y sus motivos no quedaron claros. En Guadalajara, durante el estreno el 28 de julio, hubo un incendio en un cine, que obligó a 800 personas a desalojar la sala. En Estados Unidos al menos 3 hombres fueron detenidos por hacer amenazas durante las proyecciones de la cinta. El 27 de julio las autoridades estadounidenses descubrieron a Neil Prescott, un admirador de James Holmes, y en México, específicamente en Chihuahua, dos hombres entraron a un cine a robar las ganancias, disfrazados como Batman. Ahora el Caballero de la Noche y todos los superhéroes estaban en el mismo problema en el que habían estado películas como “Scream”, “El Silencio de los Inocentes”, “El Resplandor” o “La Matanza de Texas”: los conservadores las usaban como la excusa perfecta para condenar los males de la sociedad, usar a los cómics como chivos expiatorios, como cabezas de turco de un sistema fallido.

Alberto sostiene una cubeta a rebosar de palomitas en una mano y un refresco en la otra. Lleva una chamarra con el escudo de Batman, donde esconde la hoja arrancada de un cómic: “Batman & Son”, escrita por Grant Morrison. También lleva un cuchillo que compró específicamente para la ocasión.

Él no es una persona de gustos complejos. A sus veintisiete años, terminó la carrera de Ingeniería en Sistemas y es propietario de una pequeña tienda de cómics. Le gusta comer pizza y ponerse borracho con cerveza Indio los fines de semana. Sigue apasionadamente las historias de editoriales como Marvel, DC, IDW, Image y Dark Horse. No fue sino hasta hace poco que empezó a escuchar voces saliendo de los cómics. Un tal Profesor Multiverso le invitaba a ayudarlo para desprestigiar a los superhéroes. A Alberto le pareció extrañísimo… no el hecho de escuchar voces y que pudiera ser un indicio de esquizofrenia, sino que existiera un villano con ese nombre. En realidad, no lo conocía. La voz del villano –que era un conservador que hacía ver a Augusto Pinochet como un izquierdista- fue tan insistente que esa mañana se preparó para ir al estreno de “Batman: The Dark Knight Rises” con un cuchillo y un cómic escrito por el guionista de cómics favorito del Profesor Multiverso.

Alberto espera a que empiece la película, y justo cuando Bane está propinándole una golpiza a Batman, observa que un niño de aproximadamente diez años pide permiso a sus padres para ir al baño. Por un momento Alberto cree que ellos lo acompañarán, pero bendice la ayuda del Profesor cuando se da cuenta que camina sin compañía por la sala del cine. Minutos después, Alberto lo sigue.

Los sanitarios están solos: todo mundo quiere saber qué sucede con Batman y no le interesa ir a orinar. Alberto aguarda en la puerta a que el niño se suba la bragueta y se lave las manos, es entonces cuando lo carga de su playera del Joker con la leyenda “Why so serious?” y lo apuñala una y otra vez. La sangre mancha el suelo del cine y el niño se contorsiona. Como último detalle, Alberto saca la hoja de su chamarra y la deja en la frente del niño, sin quitar el cuchillo de su cuerpo.

Alberto regresa a la sala de cine. Sabe que pronto será arrestado, así que espera ver el final de la película.

¿Suficiente locura? ¿Suficiente? ¿Y cómo mides entonces la locura?

-Grant Morrison, Arkham Asylum




 

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Bernardo Monroy
 nació en 1982 en México D.F. y actualmente vive en León, Guanajuato. Es periodista y ha publicado el libro de cuentos El Gato con Converse y la novela La Liga Latinoamericana; así como la novela electrónica Slasher, disponible gratuitamente en el portal Zona Literatura, y W.M.D. y Segunda Temporada en el portal Penumbria. Es aficionado a los videojuegos, los cómics y los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción, y escribe porque está frustrado, ya que nunca pudo ingresar a la Escuela de Jóvenes Dotados del Profesor Xavier. Sus textos han sido traducidos al klingon y al élfico.

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