viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Sobre el glitter y los monumentos vandalizados

“Favorecidos por una especie de inconsciente colectivo, se recuerda que «Las viejas están locas» (desde la Edad Media) y se desvirtúa el movimiento…”
Sobre el glitter y los monumentos vandalizados

Sobre los antecedentes de la discriminación a la mujer

Existen varias cuestiones que el movimiento feminista debería reflexionar, no porque estén mal, sino porque vivimos en un contexto ideológico nutrido desde el pensamiento filosófico de la Edad Media, pensamiento que llega a México de forma tardía y mantiene vestigios hasta hoy. Dicha influencia coloca a la mujer como un ser alejado de la racionalidad y apegado al instinto, un ser más cercano a la locura que a la cordura, y por lo tanto, un ser que depende del hombre para tomar sus decisiones, dado que afirma que el hombre sí es racional. Y de esa idea inconsciente y generalizada se valen algunos para desvirtuar los ideales del feminismo. (Éste es únicamente uno de los factores, pero lo rescato porque ayuda a la conclusión de mi argumento.)

Sobre el acoso callejero y la brecha generacional

Algo que se debe reflexionar es el significado del acoso en hombres de diversas generaciones. No intento justificar el acoso en ningún caso, pero sí creo que la brecha generacional entre los hombres de 50 o 60 años y los de 30 o menos, debe ser considerada al hacer un juicio sobre acoso. Los hombres de otras generaciones viven en un contexto ideológico en el que el acoso callejero era entendido como una forma de galantería, razón por la cual no entienden aún que el acoso callejero es una forma de agresión. Esto tiene que ver con que los índices de inseguridad, la cantidad de violaciones y muertes de mujeres no se daba en los números aterradores que vemos hoy en día. Por el contrario, un joven de 20 años entenderá con mayor facilidad que se trata de una agresión, dado que está inmerso en una dinámica social distinta. Debemos entonces ayudar a los adultos mayores a entender que el mundo hoy es otro.

Sobre los monumentos

El movimiento feminista ha tenido momentos gloriosos de protesta pacífica, como ese en que la plaza se llenó de zapatos de mujeres, recordando a las desaparecidas, pero a pesar de ser pacífica y además bella, esa protesta ha sido olvidada por la mayoría, y no resolvió el problema. La peor parte es que no causó incomodidad, se perdió en el tiempo. La llamada vandalización de los monumentos, es entonces el grito de las voces que no fueron escuchadas en el código establecido por la civilidad. Voces que deciden dejar una huella en lugares públicos, en un eco de los métodos muralistas, tan propios de América Latina.

Sobre la criminalización de la protesta

No es de sorprender que una vez más se criminalice la protesta; no es la primera vez. En otro momento fueron asesinados estudiantes, o desaparecidos, o se metió a la cárcel a los iniciadores de autodefensas, o se violentaron pueblos enteros por defender los derechos; con las mujeres es más fácil, se recurre a la comicidad. Favorecidos por una especie de inconsciente colectivo, se recuerda que Las viejas están locas (desde la Edad Media) y se desvirtúa el movimiento. La razón es simple: protestar, a pesar de ser un derecho y una necesidad natural nacida de nuestra capacidad de expresarnos, está mal porque pone en peligro los estándares de los gobiernos y la estabilidad (justo o injusta, correcta o incorrecta) del pueblo.

Sobre el daño a los monumentos

En La insoportable levedad del ser, Milan Kundera hace referencia a la belleza propia de nuestro tiempo, una belleza nacida del azar, sin intención. Los monumentos vandalizados aparecen ante mis ojos como este tipo de belleza, y además se revisten de una de las categorías estéticas, lo sublime (concepto que observo bajo la definición de Adolfo Sánchez Vázquez). Así, la estética, igual que la Filosofía, responde a su tiempo. El caso de estos monumentos responde a un tiempo en que el hombre, que después de haber perdido la esperanza durante la postmodernidad, sale airoso para descubrir que tiene una responsabilidad con su entorno y entonces trata de recuperar lo perdido, a través de una visión estética que se extiende, diría Michaud, en estado gaseoso.

Sobre lo pendiente

Hay mucho por decir sobre el feminismo. Sobre todo, hay que decir que si olvidamos nuestro contexto, corremos el riesgo de hacer del feminismo, su propio enemigo.