jueves. 18.04.2024
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MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO

La gran urbe mexicana, el centro y algunos de sus detalles

Jesús Gibrán Alvarado Torres

Tachas 12
Tachas 12
La gran urbe mexicana, el centro y algunos de sus detalles

Para Adán Guerrero Ramos

Hablar de la Ciudad de México es delimitar y suprimir un sinfín de aspectos, es por eso que en el presente texto trataré de dar un breve panorama de algunos de los lugares imperdibles de la ciudad, costumbres y detalles que pudo encontrar mientras deambulo por alguna de sus calles aglomeradas de gente, y sobre todo, observo, palpo, cómo se transforma día a día esta ciudad vanguardista y descomunal a los ojos de los provincianos, que alguna vez debemos llegar, con cierto temor, a esta ciudad.

Pienso en la migración de los nahuas al lago de Texcoco, por mandato de Huitzilopochtli; el nacimiento de Tenochtitlan, su esplendor en la época precolombina y dominio sobre los pueblos tlaxcaltecas; la conquista, el choque cultural, la estratificación de clases sociales y el sincretismo con lo peninsular, hasta la independencia y la época moderna. La ciudad de México ha sido piedra angular en las decisiones de los territorios que en su momento han estado bajo su dominio, causa de asombro por sus majestuosos edificios, calles y gente.

En la época de la conquista la admiración por parte de los europeos fue mayúscula y comparaban a la ciudad con las metrópolis símbolo de occidente como Atenas, Roma, París; gran cantidad de viajeros relataron y llevaron constancia escrita de los exóticos paisajes que ofrecía el nuevo mundo, muestra de ello es la Historia general de las cosas de Nueva España de Bernardino de Sahagún y posteriormente La grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena, donde se muestra la fascinación al observar lo que para ellos era “lo desconocido”. Más tarde, en el siglo XX, escritores como Carlos Monsiváis o José Emilio Pacheco esbozaron la época moderna de la capital.

Camino mientras me digo que la ciudad de México alberga varios sitios de interés. Mencionaré algunos y relataré mi impresión sobre dichos lugares. Cuando un foráneo llega, yo, ya sea al aeropuerto Benito Juárez, central de autobuses del norte, del sur, o en automóvil, el referente primordial es el primer cuadro de la ciudad, el Zócalo, donde dependiendo la época del año se puede encontrar pista de patinaje, juegos mecánicos, pantallas de cine 3D, exposiciones de arte, y plantones (todo el año). Del palacio nacional, desde afuera, se destacan la fachada y, por dentro, los murales de Diego Rivera.

Al cruzar la cuadra, me encuentro los restos del templo mayor, lugar ceremonial de los mexicas, ahora con un pequeño museo con piezas encontradas ahí durante la construcción del metro a finales del siglo XX, y entre los vestigios al aire libre destaca la figura de Quetzalcóatl, serpiente emplumada de piedra que se encuentra al sur (norte para los mexicas) del recinto, y al norte (sur para los mexicas), un muro de cráneos, símbolos de Mictlantecuhtli, señor del Mictlan; de esta forma se observa el simbolismo de este templo ceremonial que en gran parte fue destruido en la época de la conquista y sus rocas se reutilizaron para edificar la catedral metropolitana.

Nuevamente reencamino mis pasos desde el zócalo de la ciudad, a escasos metros, está la plaza de santo Domingo, lugar donde te ofrecen facturas, notas y títulos de todo tipo, pero que durante el periodo de la colonia fue escenario de los sacrificios inquisitoriales. Regreso a la calle Madero que me lleva directamente al eje central Lázaro Cárdenas, avenida esencial en los traslados tanto de la central del sur y del norte hacia el centro de la urbe, por medio del Trolebús, uno de los variados servicios de transporte que se pueden encontrar en la gran ciudad, que como es normal, no se da abasto con los millones de pasajeros que transitan a diario por las aceras capitalinas; Madero es un andador peatonal que se encuentra con otras calles, igualmente para uso exclusivo de personas, por donde se pueden encontrar desde joyerías hasta librerías y lugares de esparcimiento.

Al llegar al cruce de Madero y eje central tenemos dos edificaciones símbolo de la ciudad, la torre latinoamericana, con su mirador y museo y, enfrente, el palacio de bellas artes, recinto donde danza, literatura, fotografía, música, pintura y escultura confluyen, recinto que por su belleza arquitectónica, tanto en fachada como en el interior de mármol, deslumbra a los visitantes, mientras que en su explanada, que conecta con la alameda central, se observan las esculturas donadas por Alemania. Además, es recomendable visitar sus salas de exposiciones temporales.

Frente a bellas artes corre la avenida Juárez, misma que lleva hasta Reforma (tomando en cuenta que el recorrido es a pie), una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad de México. Mis pasos encuentran y pasos junto a los hoteles más lujosos de la ciudad, cantinas antiguas, bares y otras zonas de diversión, un andador que pasa lateralmente por la zona rosa, el ángel de la independencia y la Diana cazadora.

Después de aproximadamente 40 minutos de caminata llego a Chapultepec, el pulmón de la ciudad, donde se ubica el castillo que fue estancia de descanso de Maximiliano de Habsburgo y Carlota, Benito Juárez, Porfirio Díaz, entre otros, y que durante el mandato de Lázaro Cárdenas fue “regresado al pueblo de México” y ahora es un bellísimo museo donde se exhiben las pertenencias de los personajes ya mencionados, además de salas dedicadas a la defensa del castillo por los “niños héroes” y los murales de O´Gorman, Clemente Orozco y Siqueiros.

Al bajar del castillo me encuentro el zoológico, según los guías turísticos, uno de los más antiguos del mundo, lugar que alberga varias especies destacadas, como los pandas, que sólo se encuentran en alrededor de una decena de zoológicos del mundo. En Chapultepec ha proliferado la reproducción en cautiverio de esta especie en peligro de extinción. Es un lugar donde pequeños y grandes disfrutan de los diferentes animales que habitan el lugar. Allí está el aviario Moctezuma, donde se puede interactuar con algunas aves y ardillas dándoles de comer, y acercarse a ellos para tomar fotografías.

Al salir de Chapultepec, cruzando Reforma, llego al museo nacional de antropología e historia, uno de los lugares imperdibles cuando se visita la ciudad. En la sala principal, dedicada a la cultura mexica, se encuentra la piedra del sol, quizá la pieza más destaca del museo, también se pueden visitar salas dedicadas a diferentes culturas precolombinas, del poblamiento del continente y etnográficas de todo el país.

Sin lugar a dudas la ciudad de México es urbe de agudos contrastes, porque así como se recorren brevemente algunos de los lugares destacados del centro de la ciudad, por donde por poco dinero se pueden degustar los famosos guaraches de güitlacoche y flor de calabaza con frijol negro, los pambazos o las tortas de tamal y el atole, gozar de la amabilidad de la mayoría de los capitalinos, se puede observar durante el trayecto norte-sur en trolebús, cerca del metro bellas artes a decenas de indigentes que duermen bajo el cobijo de periódicos y toscas frazadas.

La ciudad que ofrece de todo está a sólo algunas horas, y de vez en cuando es necesario tomar nuevos aires (con un poco de smog) y pasear por las grandes calles de la capital mexicana, que sin lugar a dudas es un lugar asombroso, del que he mencionado sólo algunos lugares, dejando de lado la experiencia y la pasión en un partido de futbol, en cualquiera de los 3 estadios importantes de la ciudad, o algún concierto en el auditorio nacional, y demás lugares que siempre están ahí para brindarnos una experiencia placentera en esta gran urbe mundial. Pienso y camino.