viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Inédito

“Una nueva normalidad que cambia en días y con una sociedad que no acaba de entender que la pandemia es algo inédito …”

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.

J. P. Sartre

 

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exaltación viene de que antes no sentí la presencia de la vida (…)Nunca sino ahora ha habido vida.

César Vallejo

Los días se suceden sin prisa; la pandemia relativizó el tiempo social. Ha puesto en pausa las fechas de un regreso auna nueva normalidad que todavía es inasible y está cargada de imaginarios sociales e imposibles socioculturales, por ahora.

La necesidad del cubre bocas, el quedarte en casa, la sana distancia física y las acciones de higiene como el lavado de manos, son deseos, buenos deseos, pero todavía no son prácticas cotidianas que hagamos todos para contener un virus que está enfermando y matando personas todos los días.

La incredulidad y desconfianza en las autoridades aumentan con el nuevo juego de los colores de un semáforo que cambia de color sin argumentos sólidos y sin evidencias científicas. Una nueva normalidad que cambia en días y con una sociedad que no acaba de entender que la pandemia es algo inédito, y que no estábamos preparados como país y como sociedad para responder a lo nuevo que implica controlar la pandemia.

Victoria Camps escribió hace unos días lo siguiente:

“«Cuídate, cuidémonos», ha sido la máxima omnipresente a lo largo delconfinamiento por la COVID-19, y lo sigue siendo mientras dure la amenazade contagio. Hace tiempo que el cuidado viene abriéndose camino comouna disposición imprescindible con vistas a la mejora del bienestarindividual y colectivo. Se trata de un valor, como dijo su promotora CarolGilligan, tan esencial como la justicia, que ha permanecido invisible durantesiglos porque su espacio natural era el de la vida doméstica dondegobernaban las mujeres. Siempre fueron necesarios los cuidados, porque lamenesterosidad es un aspecto de la condición humana. Ni los avances dela medicina ni la profesionalización de muchos servicios cubren totalmenteuna obligación de la que nadie debería estar dispensado. Nada lo hubierahecho tan evidente como la pandemia que se nos ha venido encima. Eldesconocimiento, la incertidumbre, la escasez de medidas preventivas y lasdimensiones insospechadas de la catástrofe, han puesto el foco en esteimperativo irrenunciable: el de cuidarnos por la vía de cuidar de los demás.

Lo cierto es queel tiempo avanza inexorable y el futuro se presenta incierto. No sólo en los escenarios económicos, sino junto con las ya permanentes demandas sociales que se suman a una “crónica de una catástrofe anunciada”en las que se incluye el desempleo, la violencia, la inseguridad, la inflación, las demostraciones de fuerza del crimen organizado, y a la que se aderezan los escándalos de corrupción, las tensiones y conflictos al interior del nuevo gobierno —que no son nuevos ni exclusivos de la “4 T”, pero sí son noticia-, ya que en el fondo está el temor de la puesta en marcha de una forma diferente de gobernar, con la contradicción de que se parece mucho lo que se observa,a las formas y modosde actuar de anteriores gobiernos. Sí,a veces la memoria histórica tiene amnesia selectiva.

Lo inédito de la pandemia nos lleva a nuevos contextos de vida. La doble y triple jornada de las mujeres en casatomó dimensiones nuevas, rompió la organización social del espacio familiar, y con ello los conflictos se multiplicaron. La incertidumbre provoca desazón y angustia entre otras muchas cosas y, entre todo,ha visibilizado las violencias de género y las estructuras patriarcales, machistas, clasistas y racistas vigentes,que son parte del México profundo, ese que emerge con la tragedia y el dolor humano. La historia de la “combi” de esta semana que pasó, se convierte en un lugar terrible para una simulación de una anhelada justicia.

Los adolescentes y jóvenes se ven confrontados dentro de sus propios procesos de desarrollo, en un encierro que altera sus estados de ánimo, en donde sus preocupaciones son cruzadas por la falta del espacio social necesario para poder interactuar, para reconocerse a sí mismos y a los otros en su entorno grupal. Tocarse, reírse juntos, conversar cara a cara, se convierten en demanda y sus acciones se viven como un desafío, con una buena dosis de temeridad, con lo que emerge la necesidad de ir a bares y antros, a fiestas privadas, a pijamadas, pese a los riesgos reales de contagio y sus consecuencias.

Los niños también han tenido que pagar la factura de lo inédito de la pandemia. Su espacio social de la escuela desapareció,y la idea de estar aprendiendo contenidos en casaha distorsionado los fines de la educación; con ello se ha puesto, a su vez, en revisión las prácticas sociales relacionadascon la oferta de educación de las instituciones públicas y privadas.

Entre lo inédito que el covid-19 ha traído a la vida social está la posibilidad de integrar una nueva antropología del cuidado y de la convivencia, para con ello asumir los nuevos hábitos de higiene y salud, que son urgentes más allá de del virus sars-cov-2. Podemos darnos la oportunidad de repensar y actuar sobre cuidado de los ancianos,población que se incrementa año con año, de acuerdo con la pirámide poblacional del país.

También urgerevisar las prácticaspublicitarias y de consumo de los alimentos industrializados, de la comida chatarra y las bebidas azucaradas, especialmente las dirigidas a la infancia en todas sus etapas,relacionadas con problemas de salud como la obesidad, sobrepeso, diabetes y otras enfermedades crónico-degenerativas relacionadas en forma directa con el número de fallecimientos de adultos por covid-19.

Se trata de realizar una reflexión antropológica sobre el saldo civilizatorioglobal y como nación, que por lo inédito, puede permitir un cambio sustancial del modelo económico de desarrollo, ya que están en juego lassobrevivencias de la especie humana y el planeta.“El ideal de autonomía, autosuficiencia y soberanía se han venido abajo”, señala Camps.

Entre todo lo inédito, debemos comprender y asumir la responsabilidad humana y social de que sí podemos cuidarnos y cuidar a los otros, a nuestros otros y a uno mismo, sólo si queremos hacerlo. Dentro de lo inédito esta opción de construir una cultura para el cuidado de la salud física y mental de un nosotros –individual y colectivamente-, que aliente la esperanza y el sentirnos plenamente vivos.