sábado. 20.04.2024
El Tiempo

Ingenuidad

"...el modelo impulsado hasta ahora, al parecer, también incluye la atracción de las inversiones por parte de la delincuencia, en un ambiente de impunidad y hasta de protección..."​


Uno de los problemas fundamentales de nuestro tiempo es que, como nunca, la acumulación tiene rostro en apenas unas cuantas personas, que por cierto son menos año con año. La revista Forbes se encarga de mostrarlos como si fueran verdaderos artífices del desarrollo y del progreso a escala mundial, lo que se puede consultar aquí.

El mercado sigue siendo el espacio donde se dan las luchas por el poder político y económico. La globalización, el mercado financiero –especulación- y las reservas de las materias primas –petróleo, cobre, hierro, zinc, estaño, aluminio, oro, diamantes, coltan y hasta el agua dulce- son en parte los pilares de la industrialización contemporánea, base sobre la que se disputan territorios y se legitiman muchas de las guerras actuales.

Desde la caída del Muro de Berlín el capitalismo ha sido cada vez más despiadado. Si el mercado no tiene escrúpulos, el capitalismo no tiene memoria y no tiene conciencia. Su voracidad es tal, que la peligrosa condición de explotación de los recursos naturales y la inconsciencia sobe los daños y efectos colaterales que generan los residuos y desechos industriales sobre el medio ambiente, ponen en riesgo la viabilidad de la especie humana y de la naturaleza en su conjunto.

Carl Sagan sentenció: “la historia de la tierra inició sin el hombre y terminará sin él”. Si todos los países tuvieran tasas de crecimiento anual del 3% de su Producto Interno Bruto, los recursos naturales se agotarían en 30 años. Los escenarios proyectados muestran que, de continuar con el modelo de explotación de la naturaleza al ritmo que va en este momento, la catástrofe de la especie humana se dará en 80 años. No tienen un horizonte de esperanza las nuevas generaciones: para el 2050 seremos 10 mil millones de habitantes, y todo apunta a que no habrá lo suficiente para ofrecer oportunidades para una vida digna para todos.

Hoy la crisis ambiental en México se hace visible con la cantidad de incendios forestales, con el incremento del sargazo en las playas de caribe, la creciente acumulación de residuos sólidos y su pésimo manejo. La contaminación del agua por las descargas industriales a ríos, lagunas, océanos y mantos freáticos, así como los inéditos niveles de partículas suspendidas en el aire de grandes ciudades, entre otros factores, deberían hacer que el tema de la conciencia ambiental y el compromiso ecológico fuera la verdadera agenda social, económica y política para el país.

Se debe pensar el costo ambiental y social del modelo de desarrollo seguido hasta ahora, y revisar la relación costo beneficio de las inversiones extranjeras sobre el territorio, por ejemplo, en el caso de Guanajuato. Se tendría que evaluar el impacto ambiental y revisar los procesos industriales para la disposición de residuos y de las descargas de aguas residuales, y dar seguimiento por parte de las autoridades ambientales a los requisitos que deben cumplir. Lo mismo para los contaminantes que se emiten a la atmósfera, entre muchas acciones, pero sobre todo, se tendría que hacer pública la información y dar seguimiento a los resultados de las evaluaciones y auditorias que se practiquen, con las consecuencias que se deriven.

Se deben definir prioridades para el desarrollo del estado y tomar decisiones políticas responsables, como delimitar el crecimiento urbano de los municipios, y tener políticas para densificar las cabeceras y zonas urbanas, pensar en proyectos de urbanización con criterios ecológicos, así como respetar y atender lo que implica el manejo adecuado de las zonas de reserva territorial, zonas de reserva ecológica y áreas naturales protegidas.

Se requiere un modelo de desarrollo territorial con una planeación de corto, mediano y largo plazo, para tener modelos de manejo de bosques, de matorrales y  zonas áridas. Se necesita un proyecto estratégico de conservación y uso del agua dulce de manera urgente, y se requiere a su vez  integrarlo en un proyecto agropecuario para abastecer de alimentos a la población, no sólo para la exportación, sino para el mercado interno. La ausencia de políticas ambientales integradas a un proyecto de desarrollo productivo de largo y amplio alcance, da como resultado la presente catástrofe ambiental, que se agudiza cada día.

Se gobierna desde la ingenuidad. Se presupone que dar todas las facilidades para el desarrollo de empresas industriales, sobre todo para el capital extranjero, dará como resultado mejores condiciones de vida, mejores ingresos, mejores posibilidades para el desarrollo de las personas. Por ahora no se ha comprobado que eso esté dando los resultados esperados; son muy pocos los guanajuatenses que trabajan en esas industrias, sólo el 4%, los salarios son bajos, y las prestaciones no son atractivas para evitar la rotación de personal presente en la mayoría de los parques industriales. Las aspiraciones educativas de los jóvenes se ven truncadas por la urgencia de atender las necesidades básicas de ellos y sus familias, la baja calidad de la oferta educativa pública y la carencia de espacios educativos generan una creciente deserción escolar y migración. Se gobierna reactivamente, no hay un modelo de desarrollo integral, sustentable, humano y social. El programa de gobierno se vacía de contenido al tener solamente la preocupación de continuar con el poder.

Tristemente, el modelo impulsado hasta ahora, al parecer, también incluye la atracción de las inversiones por parte de la delincuencia, en un ambiente de impunidad y hasta de protección. El medio ambiente, la inseguridad, el empleo y la educación, no son prioridad para el gobierno. Ojalá vaya siendo prioridad para la ciudadanía; es urgente.