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Jesucristo en el cine del siglo XXI

Fernando Cuevas

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Killing Jesus (Menaul, 2015)
Jesucristo en el cine del siglo XXI

En anteriores colaboraciones revisamos las principales cintas que se han realizado en torno a la figura de Jesús y de temática religiosa en general. En esta oportunidad, daremos un recorrido por algunas obras rodadas en el nuevo milenio, dentro de las cuales todavía no se encuentra alguna que esté al nivel de la profundidad social con orientaciones marxistas de El evangelio según San Mateo (Pasolini, 1964); de la imaginativa irreverencia desparramada en La vida de Brian (Jones, 1977), obra del famoso grupo de comedia inglesa Monty Phyton, que termina por sugerir mirar el lado bueno de la vida por más que estés crucificado: basta con silbar. Y sin la articulación entre las dimensiones humana y divina de Jesús de Nazareth (1977), obra demostrativa del director católico Franco Zeffirelli.

Por supuesto, tampoco al nivel de La última tentación de Cristo (1989), un clásico del cine religioso dirigido con absoluta convicción por Martin Scorsese, apoyado en el guion de Paul Schrader basado, a su vez, en la gran novela de Nikos Kazantzakis, recuperando en su centro narrativo el gran dilema moral y los cuestionamientos de alcance místico a los que se enfrenta Cristo (Willem Dafoe), entre los acordes de Peter Gabriel y, finalmente, a la alegoría propuesta en Jesús de Montreal (Arcand, 1989), en la que una compañía de teatro formada por un actor contratado por la iglesia, empieza a representar la vida de Cristo que inevitablemente se entremezcla con la realidad presente.

Casi un subgénero en sí mismo, el cine relacionado con este hombre, para sus seguidores de naturaleza también divina, presenta varios desafíos, dado el peso histórico y la enorme trascendencia de la figura en cuestión, más allá de las creencias depositadas en ella por cada quien. La excesiva distancia y veneración con los relatos pueden derivar en acartonados panfletos, en la búsqueda del morbo o de las versiones complotistas que corren el riesgo de acabar como versiones de un insulso amarillismo: en general las biopics se enfrentan a estos problemas de navegar entre la santificación absoluta o el detalle irrelevante.

Siguiendo la tradición

Para cerrar el siglo, una lograda aventura que combina momentos de animación, sobre todo en los relatos de los eventos milagrosos, con personajes y escenarios de plastilina, cobró forma en El hombre que hacía milagros (Sokolov y Hayes, 1999), contando con la voz de Ralph Fiennes como Jesús. La cinta italiana para televisión Amigos de Jesús – Tomás (Mertes y Marchetti, 2001), se centró en los apóstoles y las dudas generadas después de la muerte de su maestro y el legado de propagar el evangelio por el mundo. El evangelio según San Juan (Saville, 2003) es una épica de tres horas narrada por Christopher Plummer, retomando en su totalidad el texto descrito.

En contraste, La pasión (2004), controvertida cinta de Mel Gibson, apostó por una cuidada producción de realismo extremo, incorporando diálogos en arameo y mostrando sin recato el sufrimiento vivido por Jesús (Jim Caviezel) en sus últimos días: para algunos resultó una mirada cercana al subgénero gore y racista (coincidiendo con un suceso personal de Gibson en el que se mostró antisemita), en donde predomina la sangre, el sufrimiento y la violencia sobre la palabra y las enseñanzas; para otros se trató de un retrato fiel y necesario de este periodo final de la vida del nazareno. En el otro extremo vital, la directora Catherine Hardwicke realizó Jesús, el nacimiento (Nativity Story, 2006), adoptando un tono más bien descriptivo de los momentos que rodearon al origen de lo que hoy conocemos como Navidad.

The Disciple (Ruiz Barrachina, 2010) intentó explorar sin demasiada fortuna el lado humano de Jesús y la TV cinta María de Nazaret (Campiotti, 2012), de escasa difusión, colocó a la madre de Jesús como la protagonista, en tanto El hijo de Dios (Spencer, 2014) se basó en la miniserie del canal History Channel y se inscribe en la lógica del blockbuster para presentar la conocida narración evangélica; también por el medio televisivo, se produjo Killing Jesus (Menaul, 2015), con cierto énfasis conspiratorio y apostando por la vertiente política de los sucesos relacionados con la muerte del proclamado hijo de Dios.

A partir de una polvosa fotografía de Lubezki y dirección de Rodrigo García, Últimos días en el desierto (2015) es una meditación sobre vínculos familiares, retomando el pasaje de los cuarenta días que Jesús pasó en una tierra inhóspita. Con algunos valiosos momentos de reflexión sobre esta relación paterno-filial, la cinta presenta a Jesús y al Diablo, ambos interpretados por Ewan McGregor (como después lo haría con los gemelos en la serie Fargo), así como a Ciarán Hinds y Taye Sheridan, como padre e hijo en conflicto. Por su parte, La espina de Dios (Parra de Carrizosa, 2015) recorre los años de predicación desde la perspectiva de los apóstoles, en contraste con El Mesías (Nowrasteh, 2016), orientándose a seguir la infancia de Jesús, ese periodo desconocido, presentándolo a los siete años y viviendo en Egipto, pronto para regresar a Nazaret.

Un tribuno romano encarnado por Joseph Fiennes es comisionado para averiguar qué sucedió con el cuerpo de Jesús en La resurrección de Cristo (Reynolds, 2016), en tanto la española Santiago Apóstol (Coton, 2017) resultó una lograda revisión del personaje en cuestión. Jim Caviezel volvió al tema de la cristiandad interpretando a Lucas en Pablo, apóstol de Cristo (Hyatt, 2018), quien visita al famoso converso atrapado en una celda tras ser torturado y sentenciado a muerte: el médico de almas escribirá un libro fundacional de la iglesia, antes de que Nerón pretenda acabar con los seguidores de Cristo. Dirigida con sobriedad y acaso con cierta falta de emoción, si bien incorporando la perspectiva feminista en forma explícita, María Magdalena (Davis, 2018), contó con las actuaciones de  Rooney Mara y Joaquin Phoenix para presentar la vida de esta mujer que tantas versiones ha generado en torno a su interacción con Jesús.

Actualizando

Los dos miles iniciaron de manera inesperada con Jesucristo cazador de vampiros (Demarbre, 2001), cinta canadiense de serie B que buscó el sampler entre vampirismo, actos mesiánicos insertados entre un kung-fu de banqueta, y hasta la presencia nuestro querido Santo, el enmascarado de plata, acá para ayudarle al predicador en su se segunda venida para propagar su mensaje: todo un absurdo de factura casera por momentos disfrutable; en esta vertiente, el corto español Fist of Jesus (Muñoz y Cardona, 2012), enfrentó al salvador ante un grupo de zombies a partir de la resurrección de Lázaro. En otro tono y trayendo el conocido relato a tiempos actuales, Chris Cullen dirigió con aliento alternativo Jesús, el remake (2012), en la que el mesías es un rockero que gana adeptos con sus canciones y vía las redes sociales, al tiempo que algunos curas se alarman por la pérdida de su poder y deciden poner manos a la obra.

El documental ¿Qué compraría Jesús? (Van Alkemade, 2007) sigue al reverendo Billy y su congregación que busca detener el mercantilismo en el que ha caído la navidad y en la comedia alemana Jesús me ama (Fidz, 2012), basada en la novela de David Safier, una mujer sin mucha fortuna en las relaciones sentimentales se enamora de un hombre que dice ser Jesús, remitiéndonos a la siempre polémica María Magdalena. Por su parte, la comedia El nuevo nuevo testamento (Van Dormael, 2015) encuentra un imaginativo tono satírico para presentar a Dios como un tipo que vive en Bruselas, casado, malhumorado y ocioso, usualmente en bata y sin rasurar, dedicado a fastidiar a sus criaturas: su hijo anda predicando, cual debe, y su hija de diez años decide hacer la travesura de avisarle a todo mundo la fecha de su muerte, generando reacciones diversas, de tragicómicas proporciones.

 

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