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EN CAPILLA | ENTREVISTA

Jorge Esquinca | Ser un lector voraz y caprichoso

Francisco Rangel

Jorge Esquinca | Ser un lector voraz y caprichoso

¿Por qué venir a León?

Primero porque me invitaron, luego porque me gusta regresar a León. Yo viví aquí cierta parte de mi niñez, en la Martinica. Siempre tengo buenos recuerdos de aquí. Parte de estas vivencias aparecen en mi último libro de poesía. Así que si hay oportunidad de venir, vengo.

¿Cómo planteaste el taller que diste de viernes a domingo en la FeNaL?

En talleres tan veloces como éste, lo que puedes hacer es despertar procesos creativos en quienes asisten, compartir lecturas, señalar rutas de hacia dónde se puede ir y escuchar las inquietudes de los asistentes. No se puede hacer mucho más. El trabajo es enfocar las capacidades creativas de los asistentes y estimularlas.

¿Cómo es tu proceso escritural?

Es una pasión que nace desde que era niño. Yo era un chico que leía comics y mi abuelo me regaló a los nueve años un libro de piratas, que me gustó mucho y me llevó a la lectura. De ahí me di cuenta que a mí también me gustaba escribir historias. Y a veces algo que parecían poemas. Ahora no hay más remedio, digo que soy un escritor.

¿Cómo podrías definir tu escritura?

Está en búsqueda permanente. En búsqueda de un encuentro más profundo, más real, más auténtico con aquello que soy y con lo que, sospecho, es el mundo que me rodea.

Cuando suelo leerte siento que me desdoblo, como cuando uno ve las piezas de Magritte. ¿Sucede esto o sólo yo lo siento? Y si es así, ¿Por qué crees que ocurre?

Bueno, la realidad es un fenómeno mucho más complejo. Para mí es tan real un sueño como lo que vivimos en la vigilia. Forman parte de una moneda de dos caras; el deseo es tan real como el hecho de estar despierto. Quizá te hace la conexión con la pintura de Magritte (un pintor surrealista) porque en ella existe está abolición de las barreras entre los mundos de la vigilia y el sueño. Lo que pasa en algunos de mis poemas es que estos mundos se funden en uno solo y crean una nueva posibilidad de acercamiento al mundo.

¿Cómo entiende el mundo un poeta?

Como cualquier ser humano; generalmente con muchas dudas. Lo que trato de hacer a través de la poesía es detener un instante, un fragmento de este mundo que existe en un cambio constante, en una continua transformación. Lo que hace el poema es detenerlo para que eso lo pueda compartir con alguien más.

¿Consideras que necesarias las estratagemas para escribir, o es un acto más natural?

Cualquier estratagema es válida; hay unas más complicadas que otras. Son todas distintas, como distinto es el aproximamiento de cada uno en el mundo. Son distintos el que yo tengo o el que tenga un pintor o un campesino. La maravilla de la poesía es esa riqueza de aproximación a la manera en que convivimos con el  mundo y tratamos de expresarlo.

¿Cómo hacer un poema?

No hay una metodología para escribir un poema. Pierre Michaux decía que la sola misión de hacer un poema basta para matarlo. Es una visión radical, pero a mí me hace pensar que no hay un método. Si alguien intenta imponerle a otro un método, está equivocado.

¿Qué es un poema?

El mismo Michaux es un regalo. Un regalo de una dimensión que está y no está al mismo tiempo con nosotros. Es un momento donde se tiene una visión de algo, y que alguien tiene la fortuna de pasarlo en palabras.

¿El poema siempre será en palabras?

La poesía, si nos atenemos a su más elemental definición, quiere decir creación. Si en la música, en la danza, en la literatura, no hay esa energía creadora, entonces, no hay poema.

¿Qué recomendarías leer?

Yo sigo siendo un lector voraz y caprichoso. Leo lo que me gusta, leo a los autores de los que me siento cercano y no solamente a poetas. Leo muchos ensayos también. A mí me han formado la poesía y los ensayos luminosos de Octavio Paz, pero también he leído con muchísimo provecho a tres narradores jaliscienses que son Juan Rulfo, Juan José Arreola y Agustín Yañez.

En particular para mí, Pedro Páramo es uno de los libros más hermosos que se han escrito en la lengua española y que no solamente es un libro, es un poema. He tenido discusiones a lo largo de muchos años con mis amigos narradores, que afirman que Pedro Páramo es una novela. Yo les digo que Pedro Páramo es un poema, un grandísimo poema, y que no se puede encasillar en los límites de la novela.

Hay que leer lo que a uno le gusta, con lo que te sientas afín. Que te sacuda, que te haga pensar de otra manera y vivir de otra manera, que es lo más importante.