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Los libros del 2017 [II]

Fernando Cuevas

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Los libros del 2017 [II]

Continuamos el recorrido por algunas de las lecturas que acompañaron el curso de la vida durante el año pasado.

De nuestra tierra

Antonio Ortuño (Zapopan, 1976) creó un personaje memorable que cobra vida a lo largo de diversos cuentos interconectados pero autosuficientes, como si de módulos se tratara: un escritor cuarentón a quien acompañamos desde difíciles episodios de infancia, madre presente y padre intermitente, ahora sobrevolando entre contratos televisivos, presentaciones erráticas y un matrimonio a medio cocinar, aunque eso sí, con las ínfulas intactas. La vaga ambición (Páginas de espuma, 2017) tiene la gran virtud, entre muchas otras, de provocarnos genuinas risas nerviosas y mantener la coherencia; en efecto, el niño del principio es exactamente el adulto del final, como en La pampa imposible (Random House, 2017) de David Miklos (San Antonio, 1970), relato tejido a mano con fina soltura que va y viene entre dos etapas vitales del protagonista sin aviso de por medio: la infancia y sus permanentes hallazgos, y la adultez con sus respectivas ensoñaciones que tienden a la reconstrucción interpretativa ante la difusa posibilidad de comprensión.

Por su parte, Emiliano Monge (México, 1978) entregó el descorazonador e incisivo La superficie más honda (Random House, 2017), integrado por once cuentos inquietantes atravesados por la lógica de una violencia que crece desde dentro, como una implosión que invade a los protagonistas y a sus contextos casi sin que se den cuenta: es la decadencia de la convivencia social que se va volviendo costumbre, parte habitual de las formas de relación. La efeba salvaje (Sexto piso, 2017), en tanto, se articula a partir de seis relatos con un lenguaje a ras de banqueta o de tugurio, por donde desfilan seres en estado de anhelo, sobrevivencia o eterno desahogo: Carlos Velázquez (Torreón, 1978) desparrama todo su ácido humor bien contextualizado a ritmo de un intenso pasón que surte más y mejor efecto que el esperado.

Alberto Ruy Sánchez reconstruye con sutil aliento indagador, cual si fuera un rompecabezas por entregas, una misteriosa y centenaria identidad en Los sueños de la serpiente (Alfaguara, 2017), a su vez reintegrándose por medio de estos envíos que el personaje le hace al escritor, con la revolución rusa atravesada en el corazón. Partió el gran Sergio González Rodríguez (Ciudad de México 1950-2017) y nos dejó su Teoría novelada de mí mismo (Random House, 2017), en la que explora su recorrido por este mundo con aderezos de libros, filmes y música, pero sobre todo explicitando sus percepciones acerca de otras realidades que conviven con ésta: sueños por momentos vueltos pesadillas, espacios inquietantes como los cuartos de hotel y los fantasmas que cohabitan con nosotros. Quizá ahora los comprenda todavía más.

De impulso frenético, Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) propuso en Temporada de huracanes (Random House, 2017) un retrato sin pausa, jugando con las perspectivas de los involucrados y sus respectivos códigos, del asesinato de una hechicera que no es más que el reflejo de las pasiones, altas, bajas, visibles y ocultas que cohabitan en un pueblo cargado de violencia, enrarecido por pensamientos mágicos y respondiendo a un contexto nítidamente plasmado. Y en Lobo (Almadía, 2017), Bibiana Camacho (Ciudad de México, 1974) nos transporta a un lugar de sonidos y ausencias contradictorias a través de su protagonista, una joven que va a trabajar con una doctora en un lugar alejado, para empezar a labrar su trayectoria académica: presencias extrañas, desapariciones y una amenaza que parece permanente, a contracorriente de la supuesta modernidad del mundo de la investigación, sólo capaz de comprender una parte de la realidad.

La armada española

Berta Isla (Alfaguara, 2017) del madrileño Javier Marías (1951), centrada en una profesora de lenguas inglesas y las maneras en las que procesa su fragmentada relación marital con un espía inglés, contadas a partir de notables juegos subjetivos con más perspectivas e interpretaciones que sucesos o eventos. Por su parte, Mac en su tiempo (Seix Barral, 2017) reflexiona sobre la creación literaria, los rencores ante la indiferencia y la necesidad de alcanzar una posteridad difusa con la acostumbrada profundidad del barcelonés Enrique Vila-Matas (1948), aquí colocando a un desempleado en busca del reconocimiento de cualquier forma plausible, incluyendo la apropiación de alguna obra ajena.

En Derecho natural (Sexi Barral, 2017), Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) recorre con una prosa lumínica la etapa española del tránsito a la democracia, a través del protagonista y su familia siempre en estado caótico: padre actor de películas B que va y viene, madre abnegada hasta que se harta, abuelos a la expectativa y una economía volátil. Mientras tanto, Andrés Barba (Madrid, 1975) nos traslada a un poblado en el que veinte años atrás un grupo de niños violentos apareció en las calles para tomarlas de manera paulatina; República amorosa (Anagrama, 2017) es un lienzo bien tensado entre sociológico y moral acerca de cómo se entretejen las relaciones sociales y de qué manera se responde colectivamente ante la violencia y la culpa comunitaria.

En El monarca de las sombras (Random House, 2017), Javier Cercas comparte de manera entrañable su deuda pendiente sobre escribir de un tío abuelo incómodo, joven que peleó del lado franquista y murió en batalla: el libro integra la novela sobre el soldado y las disquisiciones de su autor entre las que aparece David Trueba, el también cineasta que publicó Tierra de campos (Anagrama, 2017), viaje a los recuerdos del protagonista que va a enterrar a su padre, con la música atravesada por lo que significó y en lo que pudo convertirse. Luis Landero (Alburquerque, 1948), en tanto, recrea con humor corrosivo la vida de un mediocre estafador que va dando tumbos en La vida negociable (Tusquets, 2017), aprovechando su habitual capacidad para la multiplicidad de registros narrativos.

Sobre sí mismos

Un par de volúmenes que todavía no termino pero que se paladean de a poco. Con Los diarios de Emilio Renzi III: Un día en la vida (Anagrama, 2017) Ricardo Piglia (Adrogué, 1941 – Buenos Aires, 2017) cierra la sentida y absorbente puesta en la mesa que muta de ensayo a confesión y de ahí a reflexión crítica: este esencial autor latinoamericano se despide entre miradas sobre la dictadura argentina, la literatura de su país y, desde luego, su propio tránsito por aquellos años. De Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) se publicó Tiene que llover. Mi lucha: 5 (2010, Anagrama, 2017), en la que sigue sosteniendo el interés por su propio recorrido vital (plasmado en seis volúmenes de grueso calibre), ahora centrándose en sus primeros y fracasados pininos como escritor al entrar en sus veintes, etapa de experimentaciones y digresiones signadas predominantemente por la derrota, hasta ahora.

Si a uno le duele algo, normalmente se queja y ve la manera de curarse. O se queja y hasta ahí. Marta Sanz (Madrid, 1967) aprovecha un malestar físico para construir una imaginativa reflexión a ratos divertida y por momentos cuestionadora, plasmada con naturalidad en Clavícula (Anagrama, 2017), rondando temáticas diversas alrededor del dolor y la enfermedad manteniendo la frente en alto. Y una de las mejores sorpresas fue la traducción al español prologada por Jonathan Lethem de Apegos feroces (1987, Sexto Piso, 2017), descarnado texto de Vivian Gornick (Nueva York, 1935) en el que comparte la conflictiva y estrecha relación que sostuvo con su singular madre, centrada en el cuidado de la familia, contrastando con la joven vecina viuda, influyendo en la también reportera y activista. Formas de entender la condición femenina.

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