jueves. 18.04.2024
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Los números

Los números

Con la palabra ‘numerales’ se hace referencia al uso gramatical de cifras y sus referencias. Por su origen, se clasifican en arábigos (1, 2, 3, 4…) y romanos (I; II; III; IV…). Por su uso, los tenemos como cardinales (los comúnmente usados), ordinales (para dar secuencia), múltiplos (doble, triple) y fraccionarios o partitivos (mitad,
octavo).

Los numerales son adjetivos porque siempre aparecen junto a palabras que refieren personas, animales, cosas o conceptos para precisar algo de éstas: «Dos personas vinieron ayer», «Me comí seis manzanas».

Como adjetivo, asume el género de la palabra afectada: «Necesito una silla»; «El dato está en la página doscientas once»; «Amo a mi media naranja», «Compré medio metro de tela»; «La tercera parte del queso»… Pero cuando se usan como sustantivos (concepto con características propias), tienen su propio género: «El uno es el número inicial»; «La mitad es lo justo»; «El doscientos fue el número premiado».

Por alguna razón, en la actualidad es común confundir los números ordinales (los que dan orden a una serie) y los fraccionarios. Es decir, no debe enunciarse «Es su Dieciseisava Zona Militar», porque ello implicaría solo una parte de la zona militar. Lo correcto es «La Decimosexta Zona Militar…». 

Es preferible escribir los números en letra en documentos no especializados (a diferencia de un texto financiero). Ello, cuando los números sean esporádicos o poco frecuentes y no deba sumar el lector. Suele usarse letras hasta el treinta. Después es indistinto; excepto decenas y centenas cerradas (cuarenta, cincuenta, doscientos, trescientos, etc.).

Ahora, los números romanos se aplican en nombres propios de reyes, papas, duques, etc. (Juan XXIII, Alfonso XII); para capítulos de libros, siglos y fracciones de la ley. Sin embargo, en este último uso los números romanos deben enunciarse en versalitas. Éstas son letras con formato de mayúscula, pero tamaño de minúscula: capítulo III, siglo XXI y fracción XXIV. Poco se conoce esta opción en los procesadores de textos y algunas tipografías carecen de ese formato. Cuando, por clasificación, se usan los números romanos en minúscula normal, reciben en nombre de romanitos: xix, viii, etc. También se solía escribir los meses en romanos. Pero ahora esa costumbre ha caído en desuso: 15/X/2009. No obstante, sigue siendo recomendando
para distinguir perfectamente los días de los meses, pues hay quien acostumbra iniciar por el mes, al estilo inglés, y no por el día, acorde con la lógica del español. 

Se les llama números arábigos a los normales, porque fueron incorporados de los árabes. Los países herederos de la cultura romana y con lenguas derivadas del latín representaban las cifras mediante lo que hoy llamamos números romanos. El problema de éstos es la complejidad para hacer operaciones. Por dedicarse al comercio, la cultura árabe requería de un sistema más sencillo y rápido para las operaciones.

Recibe el nombre de sistema decimal porque para representar cualquier número, por grande que sea, echa mano de diez signos y sus infinitas combinaciones. El sistema binario, aplicado en la programación de computadoras, recurre a la combinación de dos signos (uno y cero).

Se adoptó el sistema decimal porque se inició la cuenta mediante los dedos. Como los árabes cubren sus pies de las arenas ardientes, se limitaron a los de las manos. 

Los mayas desarrollaron un sistema vigesimal (20), porque llevaban al descubierto los pies. Como el idioma, los números son producto de la necesidad.