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Mucho mucho amor: Walter y las estrellas / Oscar Luviano

Oscar Luviano

Oscar Luviano
"Mucho mucho amor" de Netflix (2020)
Mucho mucho amor: Walter y las estrellas / Oscar Luviano


El segmento “latino” de Netflix ha apostado por productos cargados de nostalgia para ganar la atención del segmento hispanohablante, y gracias a ello se ha colocado a la cabeza de nuestro consumo de streaming (o eso creemos, pues las cifras del gigante de las plataformas son un secreto bien guardado).

Series como La casa de las Flores (impulsada en su primera temporada por la presencia de una Verónica Castro en sorprendente buena forma) o Luis Miguel: la serie (biopic sexosa del Sol) han ganado el favor de una audiencia que ha migrado, casi sin alteraciones en sus hábitos de consumo, desde las pantallas televisivas (y de Televisa). Un público que busca lo que la caída del otrora imperio del Tigre Azcárraga ya no puede brindarle: más de lo mismo. El oropel de las dos últimas décadas del siglo pasado, incluso aunque se trate de su nota roja (Historia de un crimen: Aburto) o de documentales celebratorios de lo que el gobierno actual concibe como el origen mismo del mal (1994).

Tal vez nada refleja esa época (más que su música, más que su star system, más que su discurso económico meritocrático y despiadado) que un nombre: Walter Mercado. Y, como no podía ser menos, ya tiene su documental en Netflix.

El astrólogo puertorriqueño que se paseó por todos los foros (desde Siempre en Domingo hasta el talk show de Cristina Saralegui) con unas capas dignas de Ziggy Stardust, la creación andrógina de David Bowie, y con un peinado que competía a partes iguales con el tocado del revival de Lucha Villa en los ochentas y el pelo del Rey de los Duendes de la película Labyrinth (interpretado por David Bowie), y sin otro talento que dar (signo por signo), con una cálida teatralidad, la ventura dictada por los astros.

Walter Mercado, desde su alejamiento en el 2003 de las pantallas, es una figura que emerge y se hunde en la línea de flotación de la memoria popular. Aunque quedó en el olvido mediático con el paso al nuevo siglo, sus ademanes y look han sido explotados por sosias e imitadores, la mayoría de las veces en una clara clave homófoba (como el caso de Eugenio Derbez). Por ello es oportuno Mucho mucho amor, documental de Cristina Costantini y Kareem Tabsch, un producto que trata de resarcir esa marginación, y al hacerlo brinda justicia a una de las biografías más singulares del mundo del espectáculo latino.

Aunque en un primer momento Mucho mucho amor parece otros de esos viajes a la nostalgia ganados de antemano, es mucho más: se trata de una mirada honesta, permitida por el mismo Mercado, sobre la vejez y la inutilidad de la fama ante el paso del tiempo.

Aunque la mercadotecnia ha vendido este documental como una mezcla más bien improbable entre souvenir ochentero y homenaje al primer gender non-confirming latino (si bien Mercado nunca se declaró ni siquiera homosexual), lo cierto es que todo el metraje está atravesado por un enorme sentimiento de tristeza.

Mucho mucho amor mete su cámara a la intimidad de los que serían los últimos dos años de vida de Walter Mercado. No hay compasión ni condescendencia en su mirada, y sí una admiración por los intentos del astrólogo, enfermo y con problemas de movilidad, por mantener el glamour y el optimismo (incluso en cama tras una fractura), y por la pequeña troupe que cuida y vela por su seguridad, compuesta por sus dos hermanas Betty e Ivonne, y su asistente personal, Willie Acosta. Tres personajes que mantienen vivos los mejores recuerdos de Walter, pero saben mantenerlo a salvo de su tragedia con amorosos cuidados.

Con materiales de archivo que revelan el origen teatral de la videncia de Mercado, Cristina Costantini y Kareem Tabsch muestran su ascenso vertiginoso a los estudios de la hispatelevisión made in Miami y la caída brutal que significó la pérdida de su nombre y de su programa Las estrellas y tú (con más de 120 millones de espectadores). Una batalla legal que minó la fortuna y la salud de un hombre que no hacía otra cosa que decirnos que nos iría bien.

Los mejores momentos del documental provienen de la convivencia con el envejecido Walter, que no se lamenta por lo pasado, y se esmera en prepararse para el que sería su último show, uno al que sus “grandes” amigos (como Julio Iglesias o Gloria Estefan) no acudieron.

El peor está a cargo de uno de los pocos famosos que aparecen en el documental: Eugenio Derbez. En su intento por justificar su parodia noventera de Walter Mercado (todo un estandarte de la homofobia), le bastan 30 segundos para demostrar que los prejuicios están bien y a salvo en el discurso de nuestros cómicos más populares.

Acaso la imagen más indeleble proviene de los testimonios que recuerdan el llamado al silencio de las madres y abuelas que esperaban, de pie en sus cocinas, a que Walter dijera la suerte de sus signos.

Tal vez Mercado (quien se reconocía como virgen a sus ochenta y pico de años) no sea esa figura queer que el milenio necesita, pero sí era alguien que supo encender la esperanza de millones de amas de casa, agobiadas por las tareas de cuidados. Alguien cuya despedida (esa mano en circulo sobre el corazón) es legendaria por necesaria: “Y que reciban de mí siempre paz, mucha paz, pero sobre todo, mucho, mucho…”
 

Mucho mucho amor: la leyenda de Walter Mercado (Cristina Costantini y Kareem Tabsch, 2020) está en Netflix.



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Óscar Luviano (Ciudad de México, 1968). Narrador y poeta. Cuentos suyos se incluyen en Nuevas voces de la narrativa mexicana (Planeta, 2003) y en Así se acaba el mundo (SM, 2012). Colabora en diversos medios y publicaciones.

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