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Lo que no sabías del consumo de alga espirulina

Se ha pensado en tres posibles opciones: en una tortilla, en pan o incluso en congeladas, de manera que la gente pueda consumir la porción recomendada al día, que es de cinco a 15 gramos

Lo que no sabías del consumo de alga espirulina

Santiago de Querétaro, Qro.- La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), a través de la Dirección de Vinculación Social, promueve el consumo y producción de la microalga espirulina (Arthrospira maxima) en comunidades de la zona serrana del estado.

Con el apoyo de investigadores de la planta piloto de biotecnología de la Facultad de Química, la universidad busca proyectar esta microalga como alternativa para mejorar la alimentación en esas poblaciones y que además pudiera derivar en proyectos productivos.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el coordinador de Proyectos Especiales de la Dirección de Vinculación Social de la UAQ, Alejandro Cruz Mendoza, aseguró que esta iniciativa, en la que también colaboran la egresada Miriam Rebeca Hernández Ramírez y los tesistas Luis Enrique Gasca Pestañas, Yantziry Maldonado y Carlos Pérez Pérez, considera, además, el desarrollo de nuevas opciones de consumo de esta microalga, a través del Centro Académico de Innovación y Desarrollo de Productos (Caidep), para el aprovechamiento de sus propiedades nutrimentales.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo surge la iniciativa de promover el consumo de la microalga espirulina en la UAQ?

Alejandro Cruz Mendoza (ACM): Yo soy licenciado en biotecnología por la Facultad de Química. Cuando egresé en 2014, me incorporé a trabajar en la UAQ y mi jefa, la investigadora Marieke Vanthoor-Koopmans, que es holandesa, consumía la espirulina. En ese país está muy establecido el uso de microalgas en general, ella fue quien realmente me acercó hacia estos temas.

En la Universidad Autónoma de Querétaro tratamos de hacer algo similar, principalmente porque las microalgas tienen precursores que utilizan los peces y que hacen que en su composición tengan grasas insaturadas y pocos carbohidratos que nosotros aprovechamos en nuestra alimentación.

AIC: ¿Qué propiedades alimenticias han identificado en la microalga espirulina?

ACM: Actualmente hemos investigado que la espirulina tiene entre 65 y 70 por ciento de proteína, de 15 a 19 por ciento de lípidos y el restante son carbohidratos y minerales, además de que tiene los aminoácidos esenciales y precursores para activar el sistema inmunológico.

Hay estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en los que se propone la producción de espirulina en países africanos, para reforzar los tratamientos a personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y cáncer, por lo que se sabe respecto a los beneficios que ofrece al sistema inmunológico. Les están dando el alimento para que la agresividad de los tratamientos sea menor.

AIC: ¿Hay antecedentes en México del consumo del alga espirulina?

ACM: En nuestra investigación encontramos que existen dos especies de espirulina —cuyo nombre real es Arthrospira— que son maxima, originaria de México, y la platensis, que es africana. Se sabe incluso que cuando llegaron los españoles vieron que los aztecas la consumían en el lago de Texcoco, le llamaban “queso de piedra”. Me di cuenta de la importancia de reconocer los microorganismos que hay en nuestro país y que aportan componentes para nuestra alimentación.

Por ello, la UAQ consideró la espirulina pensando en que la personas de las comunidades serranas del estado aprendan a producirla, consumirla y, si es posible, venderla. Ahora bien, no se trata de sustituir los alimentos que ellos consumen sino complementarlos. Se plantea como un aditivo en sus comidas, lo que les proporcionaría esos nutrientes que necesitan.

AIC: ¿Cuál ha sido la estrategia de la UAQ para esta labor?

ACM: La producción es muy sencilla, la estamos realizando en la planta piloto de biotecnología de la Facultad de Química con la colaboración del doctor Aldo Amaro Reyes, él nos ha apoyado con la infraestructura y el espacio para hacer los análisis pertinentes. La idea es contar con los insumos para enseñar a esas poblaciones a producirla, eso es lo que se ha trabajado en la Dirección de Vinculación Social.

AIC: ¿A qué zonas de la sierra de Querétaro han llevado el proyecto hasta el momento?

ACM: Nosotros comenzamos el proyecto en agosto de 2016, se apoyó a ocho comunidades rurales del municipio de Arroyo Seco. Se trabajó con 13 familias que, a su vez, van a replicar la forma en la que se produce la espirulina. Se les entregó la cepa o semilla para que ellos empezaran a producirla y se les dio toda la capacitación, desde la limpieza de los utensilios que necesitan, el proceso de crecimiento, cosecha, hasta cómo la pueden incorporar a sus alimentos.

Las poblaciones la han aceptado muy bien, a pesar de que es un microorganismo que necesita los cuidados y la atención de una planta, o incluso de un animal, hablando de que hay que alimentarlo, estar pendiente de los ciclos de lluvia para que no le afecten, entre otros.

AIC: ¿Se está trabajando en alguna innovación para el cultivo de la microalga espirulina en la UAQ?

ACM: Por lo general, los medios de cultivo son caros porque utilizan sales que no son fáciles de encontrar, por lo que en la universidad estamos investigando la utilización de orina humana en el proceso, con la idea de facilitar el proceso  y que el producto cuente con las partes bioquímicas y metabólicas que le permitan ser un alimento saludable.

AIC: ¿Se están desarrollando proyectos para diversificar el consumo del alga espirulina?

ACM: En conjunto con el Centro Académico de Innovación y Desarrollo de Productos de la UAQ, estamos estudiando nuevas opciones para el consumo de la espirulina. La idea es poder incorporarla a alguno de los productos universitarios. Se ha pensado en tres posibles opciones: en una tortilla —que ya es algo que se está haciendo en algunas comunidades de San Luis Potosí—, en algún pan enriquecido o incluso en congeladas, también conocidas como “bolis”, de tal manera que la gente pueda consumir la porción recomendada al día, que es de cinco a 15 gramos, de una forma práctica.

La idea es que las personas cuenten con un abanico de opciones para consumir la espirulina, ya sea de forma directa o que la incorpore a los alimentos que consume durante el día. Se pretende seguir con el concepto de productos 100% UAQ del Caidep, pensados no solo para la comunidad universitaria sino para el público en general, tomando en cuenta la gran aportación de la espirulina respecto a proteínas, aminoácidos y precursores del sistema inmunológico.