Jaime Panqueva
05:32
25/05/19

Un nuevo partido político

"Buscaría, al igual que Hašek y sus copartidarios, “ciudadanos sensatos que sean conscientes de que cualquier radicalismo es perjudicial y que un progreso saludable solo puede lograrse de manera lenta y gradual.” Es decir, dejaría por fuera a chairos y fifís, y me las arreglaría no más con el 80% del electorado restante."

Un nuevo partido político

Nos cocinamos sin remedio y a fuego lento en este sancocho planetario llamado calentamiento global. Los expertos dicen que cada vez nos acercamos más al punto de no retorno. Como buena parte de las autoridades hace oídos sordos a las declaraciones de los expertos mientras no puedan sacar raja política correspondiente, o por lo menos contratos jugosos para solventar futuras aventuras electorales, he decidido proponer en este medio, y de manera exclusiva, la creación de un nuevo partido político.

Para ello, echo mano de la historia, y de una muy particular. Me remonto a los comienzos del siglo XX en Praga, hoy República Checa, pero entonces una provincia del imperio Austrohúngaro. Por aquellos días de 1910, que tan bien describió Stefan Zweig en su Mundo de ayer, un joven escritor satírico llamado Jaroslav Hašek consigue puesto para una publicación llamada Svět zvířat, la que para quienes no hablamos el checo será mejor conocerla como Mundo animal, que saltará muy pronto a la fama gracias a los animales inventados que Hašek sacó de su imaginación para hacerlos vivir en sus páginas; como el espectacular descubrimiento de una pulga prehistórica, por ejemplo, que causó gran revuelo en el mundo paleontológico. El editor llegó a intercambiar correspondencia con zoólogos de todo el orbe sin perder el estilo, y encontrar otros seres extraordinarios como los loros domésticos que se emborrachaban hasta la inconsciencia, o dio consejos sobre cómo criar licántropos en casa. Por supuesto, al ser desenmascarados sus engaños, con el consiguiente deterioro de la reputación de la revista, Hašek tuvo que renunciar a este trabajo, tras el cual dirigió un nuevo negocio que vendía perros robados a los cuales falsificaba los pedigríes.

Mientras tanto, sus inclinaciones hacia el movimiento anarquista lo llevaron a crear un nueva agrupación que llamó: Partido del lento progreso dentro de los límites de la ley, un nombre que me parece importante rescatar en estos tiempos de locura consumista, trenes mayas, sargazo en las playas, destrucción de quioscos, tala de árboles, quemas de esquilmo y aires contaminados por las dinámicas absurdas de nuestro sistema económico.

Buscaría, al igual que Hašek y sus copartidarios, “ciudadanos sensatos que sean conscientes de que cualquier radicalismo es perjudicial y que un progreso saludable solo puede lograrse de manera lenta y gradual.” Es decir, dejaría por fuera a chairos y fifís, y me las arreglaría no más con el 80% del electorado restante.

Sin embargo, debo decir con apego a la historia, que mis propuestas serían muy diferentes a las que Hašek y compañía hizo en aras a los comicios de 1911, como la reintroducción de la esclavitud y la inquisición; la nacionalización de los inquilinatos a la usanza rusa, donde todo conserje era un informante del gobierno; la inviolabilidad del clero y la iglesia ("Si una colegiala es desflorada por un clérigo"); la imposición obligatoria del alcoholismo; además de la entrega personalizada de un acuario de bolsillo a cada uno de sus militantes, que para entonces eran ocho.

El fracaso fue absoluto, entre otras cosas porque el partido nunca fue registrado oficialmente y sus pocos votos fueron considerados inválidos.

Pocos años después estallaría la Gran Guerra, en la que Hašek tomaría acción y al regresar a Praga del frente ruso escribiría un relato antibelicista con mordaces críticas a la burocracia y al militarismo, que es considerado hasta el momento la mayor obra literaria escrita en idioma checo: El buen soldado Švejk.

No sé, tal vez el NPdLPdLL o  Nuevo Partido del lento progreso dentro de los límites de la ley evitaría la construcción de aeropuertos y trenes faraónicos, daría más importancia a la creación de biomasa, invertiría en energías limpias y renovables en vez de carbón y petróleo; levantaría buena parte del asfalto que convierte nuestras ciudades en estacionamientos; adoptaría una verdadera política en contra de la usura y la especulación financiera, así como contra el lavado corporativo de dinero. Invertiría en educación y salud pública; en vez de crear nuevas guardias nacionales y mesnadas a sueldo limpiaría a fondo las instituciones actuales. Locuras que hicieran palidecer a Hašek y nos devolvieran tanto la lentitud como la ley.

 

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