jueves. 18.04.2024
El Tiempo

Ojos bien cerrados

“La realidad es compleja, gobernar no es fácil, pero no actuar desde la potestad de ser mandatario del estado, es simplemente cerrar bien los ojos y querer soñar…”

Ojos bien cerrados

El insulto busca la ofensa y apunta a las personas;
la libertad de expresión apunta a las ideas y busca la crítica.

Predecir el pasado es la habilidad más frecuente
de los que siempre tienen razón.
                                                                                                                                            
Jorge Wagensberg

 

 

La crisis de inseguridad se sostiene en Guanajuato lamentablemente al alza. La movilización social de jóvenes estudiantes en Celaya y de la población en general mostró la urgencia de una acción de gobierno que vaya más allá de las declaraciones ya naturalizadas, respecto a que en Guanajuato “no pasa nada” y “es un estado seguro”. La línea narrativa del equipo de comunicación social del gobierno del estado hace que se sostenga una visión idealizada de un Guanajuato próspero y seguro, como rasgo propio de la esquizofrenia política que se viene manifestando desde hace varios años.

El amague que hicieron  los legisladores de Morena para solicitar la desaparición de poderes en dos estados incluido Guanajuato, funciona ahora como ese fantasma que recorre la relación de fuerza entre el estado y la federación, independientemente de que se tomen lo foto Andrés Manuel López Obrador y Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

Juan Carlos Romero Hicks, exgobernador y diputado federal, declaró en la semana que pasó, que hay un real riesgo de que Acción Nacional pierda el poder –en las elecciones próximas- en Guanajuato, debido a  la crisis de inseguridad que se vive, y desde su experiencia hace una crítica velada a las acciones que se llevan a cabo en materia de seguridad, que en resumen, no dan resultados.

Las vidas que se pierden entre el marasmo que la omisión genera, y las vidas que se van en la vorágine de los ajustes de cuentas, las venganzas y la lucha por territorios, se convierten en solamente estadísticas, y en las cifras se pierden los rostros, los nombres e historias de vida de hombres, mujeres, adolescentes e infantes tendidos en el gran cementerio en el que se va convirtiendo Guanajuato.

Los registros de los cadáveres crean una lista que empieza a ser demasiado larga, junto con la impunidad que la acompaña. Es tiempo que el gobierno del estado y los responsables de la seguridad y de la procuración de justicia expliquen el modelo de trabajo, que pongan metas y compromisos de forma pública, que creen y operen un transparente sistema de indicadores de la acción y desempeño de las autoridades responsables de la seguridad y de la administración y procuración de justicia. Va desde los ministerios públicos y el número de carpetas de investigación abiertas, y con ello los resultados, el seguimiento de las investigaciones y las sentencias con relación al trabajo de los juzgadores del Poder Judicial. Poner como meta, por ejemplo: reducir significativamente la cifra negra —los delitos que no se denuncian-, que tendría necesariamente la consecuencia, de que todas las denuncias se atendieran al 100%. Procurar y administrar la justicia de sólo los delitos denunciados y los que se persiguen de oficio, es querer tener los ojos bien cerrados ante la falta de justicia e impunidad. 

Es urgente que se den a conocer los planes y programas para la prevención de la violencia y del delito. Que se presenten y expliquen, por ejemplo, los objetivos, acciones y metas para atender el problema de las adicciones como un problema de salud pública, sobre todo aquellos programas que deberán ir dirigidos a niñas, niños y adolescentes, además de indicar los montos asignados, para que realmente se concreten esos programas.

Falta mucho por hacer, es cierto. Los problemas de la inseguridad y del crimen son multifactoriales. Pero también es cierto que se necesita un gobierno que se interese primero por las personas, y no únicamente que su prioridad sea la tramitar créditos para construir carreteras, caminos y puentes para beneficiar a un grupo de empresarios. La deuda moral que ya acumula el gobierno del estado es terriblemente grave, e igual de grave será la que deje, al insistir en pedir prestado a la banca privada, como la única vía para activar el desarrollo económico.

La realidad es compleja, gobernar no es fácil, pero no actuar desde la potestad de ser mandatario del estado, es simplemente cerrar bien los ojos y querer soñar, es querer fantasear que de un día a otro los problemas de la inseguridad se resolverán por sí solos.

Gobernar no es un acto de fe. Gobernar es asumir la realidad con todo lo que implica, y valorar la crítica como un mecanismo permanente que ayuda a que la ilusión y confort no se instalen como estrategia y óptica de gobierno. No es tiempo de mantener los ojos bien cerrados, es momento de abrirlos, pero también  de empezar a escuchar los reclamos de la sociedad, oír los lamentos, sentir las tristezas, los miedos, y entender el coraje que se siente al ver cómo somos invisibilizados, como somos olvidados, y al saber que no les importamos.