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Otto Dix, violencia y pasión en el Museo Nacional de Arte

Gabriela Mosqueda

Otto Dix, violencia y pasión en el Museo Nacional de Arte

Como parte de las muchas actividades que se llevarán a cabo dentro del Año Dual Alemania-México 2016-17, se presenta en el Museo Nacional de Arte una exposición de un artista alemán bastante importante pero más bien desconocido en México: Otto Dix.

Los años duales son esfuerzos diplomáticos que se hacen para que ambos países conozcan mejor la cultura del otro, casi siempre con miras a que este conocimiento pueda rendir frutos -tales como inversiones- en el futuro. Eso está bien y es además parte de las labores mismas de la diplomacia. El año pasado México y Reino Unido tuvieron colaboración como año dual, y en 2016 esta relación recíproca se ha establecido con Alemania, en un programa amplio que tiene diversos ejes además del cultural: ciencia, educación, innovación, movilidad y sustentabilidad. Es como parte de estos esfuerzos que podemos recibir una exposición como la de Otto Dix, un artista que de otro modo, probablemente permanecería en el desconocimiento casi general de los mexicanos.

La difusión se ha hecho por medio de una exitosa campaña en redes (el Munal tiene un buen equipo de social media) que describe a Dix como “oscuro”, “un artista que te muestra lo que no quieres ver”, y hace mucho hincapié en cómo su obra fue destruida por los nazis y detalles similares, todo en un lenguaje que casi se podría tildar de amarillista, y si no fuera porque los datos son todos ciertos se pensaría que están intentando capitalizar el amor a la sangre y al misterio que abunda en las redes sociales. Aunque la obra es fuerte, sangrienta y grotesca -en el mejor sentido de todos esos adjetivos-, la reflexión debería situarse un poquito más allá.

En un mundo en el que todos los días vemos historias de muerte y sangre, de guerras y de crueldad, ¿por qué nos mueve tanto la obra de un artista como Dix? Cierto es que la Primera Guerra Mundial, la deshumanización y la destrucción marcarían su obra y su vida, pero tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial marcarían a prácticamente todos los europeos y en su episodio más lamentable, también a los japoneses. Es pues entonces la gran habilidad de Dix para mostrar las entrañas -muchas veces en el sentido literal- en su obra, lo que resulta verdaderamente conmovedor.

Parece hoy que casi todos los días nos enteramos de una nueva guerra, de un nuevo ataque, de un nuevo bombardeo. La vida de todas las personas en estas historias probablemente quedará tan marcada como la de Otto Dix, pero quizá no lo veremos nunca, o lo veremos tanto como al niño sirio de Aleppo, que terminará por volverse normal. Con esta reflexión de Dix es con la que me quiero quedar: con la vigencia de la obra, y no con que es darks.

La exposición, a todo esto, ha sido montada con perfección y detalle, como suelen hacerlo en el Munal, y es una de las que no hay que perderse.

OTTO DIX, VIOLENCIA Y PASIÓN
11 octubre 2016 - 15 enero 2017

Museo Nacional de Arte MUNAL
Tacuba 8, Centro Histórico, Ciudad de M
éxico

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Gabriela Mosqueda (León, Guanajuato, 1986) es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León con Maestría en Museografía y Gestión de Exposiciones por el Instituto Superior de Arte de Madrid, España. Ha colaborado en museos estatales y federales, galerías y colecciones privadas en Guanajuato y la Ciudad de México, donde actualmente vive y trabaja.

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