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Pee Wee Russell, clarinetes y poesía

Javier Morales i García

Pee Wee Russell, clarinetes y poesía

Intro

Charles Ellsworth “Pee Wee” Russell (1906-1969) fue un artista que se expresó a través del clarinete. Aunque conocía bien otros instrumentos, eligió ese pedazo de madera para proyectar posibilidades impensadas y descubrir sonidos inéditos. Compositor de algunas miniaturas hermosas, su principal aportación fue como improvisador de temas ajenos, profundizando en melodías simples hasta construir otras más complejas y hurgando en el Blues. Su carácter e integridad le vacunaron contra el camino fácil y las simples repeticiones, aislándolo del frenesí que generaron colegas de mayor éxito. Un tipo serio, triste y ejemplo de jazzman independiente.

Maderas rotas

Pee Wee nació el 27 de marzo de 1906 en el seno de una familia de clase media, en un suburbio de la ciudad de Saint Louis llamado Maplewood, en el estado de Missouri. Tomó algunas clases de piano y sobre todo de violín, hasta que su madre se sentó, en una distracción, encima del violín y lo destrozó...

Escuchando a una banda local, Pee Wee se entusiasmó con los sonidos del clarinetista Charles Merrill, quien lo admitió como alumno. Le enseñó a respirar, a leer música, a emitir un sonido de manera legítima e insistió en las bondades de una correcta embocadura y de las notas largas. Entonces Pee Wee escuchó a otro clarinetista llamado Alcide 'Yellow' Nuñez, un gran instrumentista, y decidió incorporarse a su estilo, sin desmerecer ni ignorar la música clásica. Pee Wee entendió que esa música era para que la practicasen otros, llamasen como se llamasen. Desde aquel momento fue para siempre un músico de Jazz.

El primer gesto fue abandonar una banda militar para ingresar en un combo que acumuló aventuras en el sur de Texas y cruzó los límites de México. En aquel grupo también estaba el genial trombonista Weldon 'Jack' Teagarden, otro de los favoritos del Ecos de Sociedad y La Vieja Ola y otro de esos contados músicos independientes del Jazz.

En 1927 Pee Wee se une a la orquesta de Red Nichols y llega a aparecer en una película. En 1929 se concretó una relación perdurable con el mítico trompetista Leon 'Bix' Beiderbecke, otro iconoclasta de clase media, con quien compartió una desordenada vida bohemia bañada de alcoholes dudosos que exterminaron al gran corneta en 1931. Bix tenía por entonces 27 años. Los achaques de aquella época le duraron a Pee Wee hasta su muerte. Ambos estaban muy unidos por la atracción de esa música que transmitían jóvenes negros, segregados por razones poco musicales y con los cuales pretendían entenderse en todos los sentidos. Las giras que hicieron junto a Frankie Trumbauer son aún recordadas por los aficionados.

Unos años antes, Pee Wee, ya había hecho sus primeras grabaciones en vinilo de 78 rpm. Inconfundible desde el principio, se las arregló solo y pudo esquivar a los mafiosos, a los directores de orquesta megalómanos y a los aduladores de multitudes. Solo se dejó influir por músicos como Joseph 'Fud' Livingston, nacido también en 1906 y obsesionado con la idea del "solo perfecto". Livingston deambuló entre los 30 y 40 por orquestas de segunda categoría y murió vagabundeando en 1957. Sí, esa vieja y repetida historia del Jazz...

El estilo básico de Russell se consolidó antes de finalizar la década de los 20 y sus ingredientes básicos fueron los siguientes:

El uso permanente del staccato, típico en músicos de New Orleans.
Una anticipación permanente al ritmo.
Una obstrucción positiva de las melodías.
Un don innato para el swing.

El sonido de Pee Wee no fue un capricho, pero sí un recurso. Emergente de la garganta, casi como un murmullo... Fue su sello en los cuarenta años de carrera... casi inimitable.

La década de los 30, con sus crueldades sociales, productos de desastres financieros y quebrantos morales, generó -especialmente en los Estados Unidos- conductas que se refugiaron en un cobarde conformismo, abrazando con esperanza supuestas banderas de supervivencia... otras, las menos, fueron críticas. De ahí surgieron pintores como Ben Shahn y Jack Levine, novelistas como John Dos Passos, poetas como Hart Crane, dramaturgos como Eugene O'Neill, fotógrafos como Walter Evans y Dorotea Lange, cineastas como Orson Welles... y músicos como Pee Wee Russell, Lester Young, Roy Eldridge o la gran Billie Holiday. Todos ellos aludían a algo similar: las convenciones perjudican a los artistas. Todos ellos navegaron contracorriente, esquivaron el facilismo y desarrollaron con independencia sus lenguajes personales.

Un hombre aliado a la vida artística de Russell desde el comienzo fue el guitarrista Eddie Condon. Con alguna intermitencia, trabajaron juntos cerca de cuarenta años. Siempre contaban el uno con el otro en sus diferentes proyectos.

En abril y mayo de 1932 se grabaron las series de los Rhythmakers. Las batallas entre Henry "Red" Allen y Pee Wee ubican a la trompeta y el clarinete en un volcán más allá de los estilos. Algunos contrapuntos en estos solos son históricos en el género.

En octubre y noviembre de 1933 vuelven a grabar varias canciones. Las improvisaciones de Pee Wee llaman muchísimo la atención. Dueño de sus virtudes y consciente de sus mecanismos creativos a los 27 años, no era solo un fulgurante repentizador de frases con significado... simplemente, cada toma era diferente siempre desligándose de esquemas manidos e inventados.

En el mismo año actúa con el trompetista Bobby Hackett en Boston, Massachussets, y cuando se le acaba el contrato viaja a Nueva York en donde pasa unos años trabajando como puede.

En 1937 comienza una larga permanencia en un local llamado Nick's, un bar en Greenwich Village, en el sur de la isla de Manhattan y propiedad de Milt Gabler. Toca con bandas organizadas por su amigo Eddie Condon. También toca en un establecimiento de venta de vinilo llamado el Commodore Music Shop, lo que era una modesta pero permanente posibilidad de grabar con total libertad para elegir el material.

Pee Wee nos dejó en las grabaciones del Commodore, algunos de los mejores solos de su carrera, como en el tema “Love Is Just Around The Corner”, una larga letanía donde roza todos los registros del instrumento sin la necesidad de apelar a virtuosismos innecesarios.

Llega el año 1938 y Russell actúa durante más de un año con la orquesta de Bobby Hackett, tocando también el saxo alto. En la misma se encuentran Max Kaminsky (trompeta) y Brad Gowans (trombonista) y graban numerosos temas en diferentes sesiones.

Pee Wee sigue siendo un bohemio ajeno a disciplinas y así llegan los años 40 y su interés está puesto en tocar acompañado de un pianista y un batería, una modalidad popularizada por Benny Goodman (nunca fueron buenos amigos) y que había usado Jerry Roll Morton, el único y verdadero padre del Jazz.

En la primera sesión, 25 de marzo de 1941, lo acompañaron Joe Sullivan al piano y Zutty Singleton a la batería. Hay una leyenda que dice que durante la Segunda Guerra Mundial los bombarderos de la RAF escuchaban esas canciones antes de sus misiones.

En la sesión del 30 de septiembre de 1944 incluyó a Jess Stacy al piano, un músico que había abandonado la orquesta de Benny Goodman, cansado de sus arbitrariedades y de sus envidias... Stacy era un gran pianista y el mejor intérprete de sus extrañas canciones. Unos meses antes, Pee Wee había tocado en la banda que acompañaba a la bailarina Katharine Dunham... Y también está presente en los conciertos del Town Hall organizados por su colega Eddie Condon. Un locutor califica a Pee Wee de "El Nijinsky del Clarinete"... Aún le da tiempo a tocar con Niff Mole y J.P. Johnson en varias sesiones.

Durante los años de la guerra, el sindicato de músicos dirigidos por el trompetista James Petrillo, impuso una veda a las grabaciones de estudio, por lo que se hizo muy difícil grabar aquello que sucedía en bares y conciertos. Para Pee Wee todo se volvió aburrido y su estado de ánimo decayó hasta el extremo de que su mujer, Mary, admitió que el día que le declaró su amor, Pee Wee tenía hasta los pies tristes.

Llegaban los años 50... Llegaba Charlie Parker, Thelonious Monk, Dizzy Gillespie... Es decir, llegaba el Be Bop... Pee Wee agudizó su alcoholismo y estuvo al borde de la muerte en San Francisco. Se hicieron varios conciertos en su honor, en donde se reunieron todos sus viejos amigos y la recaudación sirvió para pagar médicos y hospitales. Tuvo que guardar cama durante nueve largos meses, en los cuales tomó distancia, escuchó lo que hacían otros y lo procesó. Sucedió lo predecible. Un hombre que siempre había alentado a músicos independientes y que había escuchado "la buena música" no podía doblegarse ante el conformismo de la posguerra. ¡Tímido sí, sordo nunca!

Seguía ligado a Eddie Condon y su grupo pero comenzó a operar de forma totalmente independiente o todo lo que sus inhibiciones le permitieron. Una nueva generación empezó a escucharlo con devoción. Era la mitad de los años 50 y Russell seguía activo, participando en festivales y grabaciones. Incluso giras patrocinadas por un empresario de Boston llamado George Wein, productor del Festival de Newport.

En 1957 Pee Wee participó en el histórico documental The Sound of Jazz, junto al joven clarinetista Jimmy Giuffre. Hacia el final de este documento genial, ambos arremetieron con los Blues en una integración generacional deliciosa. Pura magia.

Llegaba la década de los 60 y el clarinete ya no estaba tan de moda después del boom 25 años antes... Solo era apreciada la rapidez digital, como si esta destreza significase a priori una fertilidad creativa. Por eso, el único que siguió en la brecha fuera del Jazz más comercial fue nuestro Pee Wee, sin confundirse... sin alterarse...

En 1962 y 1963 grabó dos discos integrado en un cuarteto del trombonista Marshall BrownAsk me Now en el sello Impulse y New Groove con Columbia Records. Era un cuarteto sin piano centrado en un guion que mezclaba a Duke Ellington con Ornette Coleman, a Irving Berlin con Thelonious Monk o a Matt Denny con John Coltrane. Pee Wee se entusiasmó con este proyecto a pesar de su mala salud y una tristeza eterna. Sigue grabando para la Columbia y tiene actuaciones en un club de Toronto y en el mítico Village Vanguard de New York...

En 1963 hubo otro momento importante en la carrera de Pee Wee y es el encuentro con Thelonious Monk en el Festival de Newport... Tocan juntos y se entienden a la perfección, dando otra lección magistral de Blues.

En 1965, su esposa Mary compra en la famosa tienda Macy's un equipo completo de pintor: pinceles, telas, pinturas acrílicas, y se lo regala a Pee Wee. Éste hablaba cada vez menos. No le interesaban las palabras y soñaba a menudo con la muerte. Se puso a pintar. Trabajaba apoyado sobre la mesa del salón y generaba imágenes que tienen que ver con la pintura de los indios norteamericanos... ¿Tal vez su sangre? Sin formas humanas en sus cuadros, el uso del color fascina y más de un crítico ha establecido paralelismos entre estas imágenes y sus fraseos musicales. The Spirit of 66, un disco con los arreglos de Oliver Nelson, lleva en la portada un cuadro suyo.

En el mismo año aún tiene tiempo y ganas de volver a acompañar a Bobby Hackett en alguna actuación... ¿Cómo era posible que Pee Wee fuera más moderno que los modernos? Misterio...

En 1968 da dos conciertos importantes. Uno en el Town Hall de New York y otro en el Blues Alley de Washington. También graba The Pee Wee Russell Memorial Album, para el sello Prestige con un quinteto en donde destaca su gran compenetración con el trompeta Buck Clayton. Un disco clave en la carrera de Pee Wee... Es el último, pero lo importante es que no está ceñido a ningún encuadramiento estilístico y evidencia la atemporalidad de su mensaje musical. Una obra maestra total. A eso se le llama lucidez creativa y lo demás es bobería, sin duda.

La muerte de Pee Wee Russell, el 15 de febrero de 1969 en Alexandria, en un suburbio de Washington, fue producida entre otras razones, por la ausencia de Mary, que había muerto dos años antes... y aunque no exista diagnóstico para eso, porque se cansó de ser un hombre libre... Hay una frase de su mujer que lo dice todo: "Deben saber que Pee Wee es un egocéntrico que puede ser un gran hijo de puta”.

Morales, Javier - Pee Wee Russell, clarinetes y poesía I

C O N T I N U A R Á

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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