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A propósito del borde de las cosas, en el Museo Experimental El Eco

Gabriela Mosqueda

A propósito del borde de las cosas, en el Museo Experimental El Eco

El Eco -como se conoce coloquialmente a este espacio en la colonia San Rafael, muy cerca del Monumento a la Madre- es una de las obras más significativas de Mathias Goeritz, uno de los arquitectos estandarte del siglo XX mexicano, que creó este espacio como una especie de escultura habitable, y a partir del que plantearía quizá su más notable aportación: el concepto de arquitectura emocional, la idea de que los espacios que habitamos son importantes en nuestra vida en relación con lo que nos hacen sentir, y en contraposición con la arquitectura funcionalista para la que cada espacio en una construcción tiene un propósito específico y medidas estandarizadas.

Sabiendo esto, tenía ganas de conocer el museo que alguna vez fue también el hogar de la famosa escultura La Serpiente, que ahora se encuentra en el Museo de Arte Moderno, y lo visité por vez primera hace poco, para encontrar en él una exposición titulada A propósito del borde de las cosas, un proyecto de Luis Felipe Ortega, curado por David Miranda.

La muestra -aunque esto debí averiguarlo después, ya que no es algo que fácilmente se pueda percibir en la exposición misma- toma nota de la coincidencia de que el año de la inauguración del Museo El Eco, 1952, es también el año de la publicación de Esperando a Godot de Samuel Beckett, la obra por antonomasia del teatro del absurdo, y propone usar este eje como el que articule una reflexión entre la arquitectura emocional y el teatro del absurdo, una reflexión literaria compleja que no me parece que logre traducirse exitosamente al espacio expositivo.

Museo Experimental El Eco, foto de Gabriela Mosqueda

El Eco se asume como un espacio dedicado a las artes vivas y a la exploración del legado de Mathias Goeritz, y en ese sentido la reflexión propuesta en la exposición sería válida si pudiera entenderse así, pero al entrar al espacio parece que no se está viendo nada, no se sabe si el recinto siempre está así o si hay elementos que forman parte de la exposición. Lo único que sí me gustó es que en la planta alta lograron manipular el modo en el que entra la luz para crear una línea simple, un halo limpio de luz en una sala completamente oscura, un gesto que verdaderamente apela a las emociones.

Por lo demás, me fui del museo más bien decepcionada. Dudo que Goeritz hubiera esperado que mi relación emocional con ese espacio hubiera sido esa.

A propósito del borde de las cosas
10 junio - 27 agosto
MUSEO EXPERIMENTAL EL ECO
Sullivan 47
San Rafael, Ciudad de México

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Gabriela Mosqueda
(León, Guanajuato, 1986) es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León con Maestría en Museología y Gestión de Exposiciones por el Instituto Superior de Arte de Madrid, España. Ha colaborado en museos estatales y federales, galerías y colecciones privadas, así como publicaciones de arte, diseño y cultura en Guanajuato y la Ciudad de México, donde actualmente vive y trabaja.

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