¿Puede el TLCAN ser mejorado y benéfico?

“…en un esquema que en México replicó la Secretaría de Economía, y del cual aún no tenemos información, en Estados Unidos se dio la oportunidad de realizar comentarios públicos respecto al tema del TLCAN, el cual generó más de 100 mil peticiones firmadas y más de 50 mil comentarios electrónicos…

¿Puede el TLCAN ser mejorado y benéfico?

En los meses recientes hemos escuchado que en cuanto a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los temas que más preocupan a la comunidad empresarial mexicana, así como al gobierno federal, son los relacionados con el acceso al mercado (aranceles) y la posible modificación a las reglas de origen, con el fin de que los productos que gozan actualmente de una preferencia arancelaria cuenten con un mayor porcentaje de contenido regional.

Hemos escuchado que a la Administración Trump no deja de preocuparle el tema del déficit comercial de mercancías que tienen los Estados Unidos con México, el cual, de acuerdo con cifras del U.S. Census Bureau, fue de 64.354 miles de millones de dólares (mmdd) en 2016, y ya suma 30.328 mmdd en los primeros cinco meses de 2017. Cabe señalar que el déficit comercial de Estados Unidos con México en el periodo de enero a mayo de 2017 es 14.2% superior al observado en los primeros cinco meses de 2016, lo que indica que en el entender del presidente Trump, el “problema” se está agravando.

Pero con independencia de estos temas, que sin duda son de los más importantes para México, en los Estados Unidos se está dando un fuerte debate entre “progresistas” y aliados de las grandes corporaciones, respecto a lo que buscarán con los cambios en el TLCAN, los cuales se desprenderán de la renegociación, programada para iniciar a partir del 16 de agosto.

Con esto en mente, se debe mencionar que durante el pasado 27 y 28 de junio, la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) llevó a cabo las audiencias públicas respecto a la renegociación del TLCAN, y éstas atrajeron a los representantes de diversos grupos de interés, entre ellos de los sectores agrícola, textil, acero, comunicaciones, automotriz, sindicatos y grupos ambientalistas. Todos estaban ahí porque lo que está en juego es demasiado importante para ellos.

Por su parte, y en un esquema que en México replicó la Secretaría de Economía, y del cual aún no tenemos información, en Estados Unidos se dio la oportunidad de realizar comentarios públicos respecto al tema del TLCAN, el cual generó más de 100 mil peticiones firmadas y más de 50 mil comentarios electrónicos. Esto muestra el evidente interés por parte de la comunidad empresarial y ONGs en los Estados Unidos.

En una nota publicada el 3 de julio de este año en el sitio web progressive.org,  titulada “¿Puede mejorarse el TLCAN?, una mezcla de activistas están esperanzados acerca de la renegociación” (Can NAFTA Be Improved? Mix of Activists Are Hopeful About Renegotiation), se señala que la directora del Observatorio de Comercio Global de la ONG, Public Citizen, Lori Wallache, ha dicho algo que debería preocuparnos bastante, y es que “El movimiento que derrotó al Tratado Trans-Pacífico tiene un nuevo objetivo, y consiste en reemplazar el TLCAN”.

Lo que ha dicho Lori Wallache es sólo uno de cientos de comentarios que se generan todos los días en nuestro vecino del norte, en donde están presionado muy fuerte todos aquellos que esperan un mejor TLCAN, que incorpore estándares laborales y ambientales mucho más estrictos. En una carta firmada por la ONG Citizen´s Trade Campaign, se exige que el TLCAN renegociado requiera “los derechos laborales y su protección, establecidos en las principales convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como las políticas para el cumplimiento del Acuerdo de Paris y otros acuerdos ambientales multilaterales”.

Pero esto no es del todo nuevo, ya que el TLCAN, que incluye a México, Estados Unidos y Canadá, entró en vigor el 1 de enero de 1994, a pesar de la tremenda oposición de grupos laborales y ambientalistas en los Estados Unidos. Al paso del tiempo sus críticos dicen que este tratado fomenta una carrera “hacia el fondo”, en la cual las compañías reubican su producción hacia donde se pagan los sueldos más bajos, y en donde se tienen los menores estándares laborales y ambientales.

En este sentido, cabe recordar que Donald Trump, como candidato a la presidencia de los Estados Unidos, criticó el TLCAN como el “peor acuerdo comercial de la historia mundial” y se comprometió a acabar con él. Pero como presidente ha cedido a la presión de sus aliados pro-libre comercio y ha anunciado su intención de renegociarlo. En este sentido, no olvidemos que el 27 de abril por la mañana el presidente estadounidense estuvo a punto de enviarle a México y a Canadá la notificación formal de que Estados Unidos se saldría del tratado comercial, pero algunos de sus colaboradores lo convencieron de no hacerlo.

Muchos progresistas aquí y del otro lado de la frontera norte ven en la renegociación del TLCAN una oportunidad. “Necesitamos un enfoque hacía el comercio que sea fundamentalmente diferente, uno que dé prioridad a la gente sobre las utilidades”, ha diho Ben Beachy, director del Programa Comercial de la ONG Sierra Club. Este grupo ambientalista quiere ver medidas más fuertes contra el cambio climático en el TLCAN, y que éstas vayan de acuerdo con el Acuerdo de Paris, del cual Estados Unidos recientemente se retiró. Para ellos el TLCAN es un instrumento que podría hacer que Estados Unidos regrese a ciertos lineamientos del Acuerdo de París, y por eso están presionando muy fuerte.

Otros grupos enfatizan los derechos laborales, como la central obrera AFL-CIO, la cual ha señalado en un documento su preocupación por la manipulación cambiaria, y por la necesidad de que se permita implementar leyes para fomentar la compra de productos estadounidenses “Buy America”, reforzar los empleos automotrices y fortalecer las reglas que permiten armar casos de remedio comercial para combatir las prácticas de dumping. Por su parte, el grupo Citizen´s Trade lidera el tema haciendo un llamado a dejar de incentivar la fuga de empleos y propone apoyar a familias agricultoras, proteger la seguridad de los alimentos y reducir las prácticas monopólicas por parte de las compañías farmaceúticas.

¿En este contexto, cuáles son las posibilidades de un cambio progresivo en el TLCAN? En cuanto a los Estados Unidos podemos dividir las opiniones en dos grupos. Por un lado está “el ala Wall Street”, que apoya el TLCAN en su forma actual y sólo pide pequeños ajustes. En el otro grupo se encuentran algunos pocos asesores del presidente Trump que piden cambios profundos, sobre todo en lo referente a proteger empleos.

En cuanto a este último grupo, tenemos al Representante Comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, quien fue designado por Trump. “Creo que no es una ventaja competitiva legítima el tener bajos niveles en los estándares ambientales, y creo que esto mismo también es cierto respecto a los estándares laborales”, dijo el funcionario en una audiencia celebrada el pasado 22 de junio, ofreciendo esperanza a su base de que la Administración Trump dará prioridad a los trabajos estadounidenses, tal como Trump lo prometió en campaña.

“Si la base de apoyo de Trump gana el debate, el TLCAN que tienen en mente es claramente mejor respecto a lo que ahora tenemos”, ha dicho también Lori Wallach. “A ellos no les gusta el esquema de inversionista-Estado, no les gusta la prohibición del “Buy American”, e insisten en una protección de los salarios más fuerte”.

Por su parte, la facción de Wall Street, la cual cree ciegamente en el libre comercio, está profundamente atrincherada en la Administración Trump. “Dado que ha llenado su gabinete con multi-millonarios que apoyan la fuga de empleos y el cambio climático […] un TLCAN nuevo progresivo no es lo que esperaría”, ha dicho también Ben Beachy, quien además ha señalado la falta de un proceso transparente que brinde acceso abierto al público para dar sus puntos de vista, como una señal negativa.

Leo Gerard, presidente internacional de la United Steelworkers (asociación de trabajadores del acero), argumenta que se requiere un “comercio equilibrado entre las tres naciones” de manera que “ninguno sea usado como territorio de dumping para los otros dos”. También ha dicho que los estándares mexicanos necesitan ser elevados sustancialmente respecto a los derechos de los trabajadores y la equidad salarial.

Otro cambio fundamental que buscan los reformistas consiste en eliminar el mecanismo actual de resolución de disputas inversionista-Estado, el cual permite a las empresas demandar a los países por leyes que puedan dañar sus ganancias corporativas. Estos casos son resueltos por un tribunal compuesto de tres abogados corporativos, y con el voto de dos se puede lograr una penalidad financiera para el país que impuso las leyes que perjudican a la empresa demandante.  

En este sentido, hay diversos casos llevados en contra de leyes que protegen el medio ambiente. Por ejemplo, en 2012 la empresa Lone Pine demandó a Canadá por $250 millones de dólares debido a la moratoria de la provincia canadiense de Quebec respecto al fracking (fractura hidraúlica para extraer gas natural), siendo éste un caso que aún no se resuelve.

Hay muchísimo más que se puede decir sobre este debate, pero a manera de conclusión podemos señalar que, con independencia del resultado de corto plazo, el movimiento por un TLCAN progresivo dará los progresistas un tema dinámico, y una base dispuesta a movilizarse, para las elecciones estadounidenses de 2018 y 2020.  Es por ello que en México requerimos estar debidamente preparados para responder a las exigencias que se nos harán, no sólo en los temas de acceso a mercado y reglas de origen, sino en los ya señalados en esta entrega. En este sentido, si la comunidad empresarial no da el debido seguimiento, podríamos llevarnos sorpresas importantes que se traducirán en mucho mayores costos de producción y cumplimiento.

Las autoridades han reconocido que la renegociación no será sencilla y que ésta podría ser bastante larga, lo cual a su vez es riesgoso, porque se nos atravesaran los tiempos electorales en México. Así pues, tendremos las presiones de los funcionarios y ONGs de Estados Unidos, pero además los comentarios de los candidatos a la presidencia de la República, los cuales estarán más preocupados por hacer señalamientos electoreros que por decir lo que México verdaderamente necesita.