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Reyes de Harlem [IV y final]

Javier Morales i García

Reyes de Harlem [IV y final]

Los primeros meses de 1939 fueron una continuación de la frenética actividad registrada el año anterior. En cuatro sesiones de grabación, la orquesta produjo un total de doce temas que fueron editados por RCA, entre ellos el "T'Ain't What You Do", en donde por segunda vez en la historia del jazz se pronuncia la palabra bop. Mientras tanto el manager Moe Gale seguía haciendo su trabajo y les conseguía contratos de postín... y, sin embargo, algo extraño seguía flotando en el ambiente. El jazz seguía cambiando y esa impresión se extendía entre los aficionados y los mismos músicoes. Las miradas entre ellos estaban cambiando y ya no todo era complicidad y seguir el mismo camino.

La mala salud de Chick Webb seguía dando avisos. Durante la segunda noche en el Teatro Paramount sufrió varios desmayos y comenzó a terminar todos los shows casi inconsciente. El pequeño gran batería siguió quitándole importancia y dijo a los más cercanos que en un par de meses estaría como nuevo. En el mes de mayo, tocando en el Southland Café, le sobrevino un colapso del que a duras penas pudo recuperarse. Lo inevitable tuvo lugar finalmente en los primeros días del mes de junio, en otra gira por el sur del país. La orquesta de Chick Webb tocaba en Washington DC y su líder sufrió un nuevo colapso, teniendo que ser ingresado en el John Hopkins Hospital de su ciudad natal. Los médicos no se equivocaron con los diagnósticos: tuberculosis en la medula espinal. Chick sabía que su final había llegado y después de 6 días le dijo a su ayuda de cámara, quien había permanecido a su lado, que se fuera a casa a descansar. La tarde siguiente, con sus amigos más cercanos y sus parientes reunidos alrededor de la cama del hospital, se volvió hacia la cara de su madre y le pidió que le ayudara a incorporarse en la cama hasta quedarse sentado. Entonces, con aquella sonrisa sincera pero pícara que siempre tenía para todos los que le querían, gritó: lo siento, pero he de irme.

Chick Webb murió el 16 de junio de 1939.

La orquesta, que se hallaba ofreciendo un concierto en Montgomery, se desplazó a Baltimore para asistir a los multitudinarios funerales.

Todos los cronistas de Ella Fitzgerald coinciden en señalar el enorme golpe moral que ello representó. La pérdida de su padre adoptivo le arrojó a una crisis de confianza de la que intentó salir casándose con Bernie Carnegie. La irreflexión de Ella, la juventud de sus apenas 20 años y la poca calidad humana de su marido harían naufragar la unión en muy poco tiempo. Lo cierto es que la triste muerte de Chick Webb no trajo consigo la muerte de su orquesta, un hecho que se repite constantemente en la historia del jazz y que estoy seguro de que es algo que a el mismo Chick Webb le habría gustado. El show nunca debe parar, llueva o salga el sol. A esas alturas, el volumen de negocio que se movía en torno a sí aconsejó prolongar su existencia más allá de la desaparición física de su líder. Más aun en cuanto que Webb ya no era el único líder. A los 21 años, Ella Fitzgerald asumió la dirección nominal mientras que el fiel trompetista Taft Jordan en convirtió en su director musical. Para todos era muy extraño no ver a Bardu Ali con la batuta en la mano dirigiendo a la orquesta y al público y a Chick Webb siempre encorvado detrás de la batería, con los palos en la mano.

Taft Jordan se aburrió y su amauterismo levantaba suspicacias, así que fue sustituido por Ted McRae, quien dio entrada a nuevos músicos, entre ellos el trompetista Dizzy Gillespie. Cuando McRae pidió un aumento, Moe Gale le sustituyó por el también saxofonista Eddie Barefield.

Durante dos años enteros, Ella le fue fiel a la línea de Chick Webb y siguió grabando canciones de un nivel excelente como "Cabin In The Sky" y el clasicote "Baby Won't You Please Come Home", pero estaba claro que la magia se había acabado y por necesidad grabaron temas pueriles que hicieron que varios músicos abandonasen. El país entra en la Segunda Guerra Mundial y Ella decide disolver la orquesta en 1942.

En 1947 se fundó un Centro de Reeducación Para Minusválidos Físicos con el nombre de Chick Webb en Baltimore, su ciudad. Y décadas más tarde, ya en 1973, se reorganizó la orquesta bajo la dirección de Panama Francis para dar un concierto en el Festival de Newport.

Tras la disolución de la orquesta de Webb, la carrera de Ella se rigió, en un principio, por los designios de la que fue la primera de sus compañías discográficas: Decca.

Con frecuencia actuó asociada a grupos vocales de gran éxito comercial, como los Ink Spots, sus admirados Mills Brothers y los Delta Rhythm Boys. Colaboró con figuras de primera magnitud como Louis Jordan y Louis Armstrong y en la segunda mitad de los años 40 entró en contacto con el nuevo estilo, el bop, formando parte de la primera gran orquesta de Dizzy Gillespie y sintiéndose contenta en esas coordenadas que permitieron nuevas fórmulas para los cantantes y que seguramente la salvó del ridículo en aquel mítico concierto de Berlín. En el fondo eran todos pioneros que se volvían a encontrar con el paso de los años.

A lo largo de sus 13 años de vida, la orquesta de Chick Webb acogió en su seno a un plantel diverso y no siempre reconocido de músicos de prestigio. Alguna vez han salido sus nombres ya en esta historia: John Trueheart y Ward Pinkett, pertenecientes a las primeras formaciones y, en ambos casos, injustamente olvidados; Trueheart, con tuberculosis, alternaba con Bobby Johnson por motivos de salud. El puesto de contrabajista lo ocupó durante un tiempo John Kirby, músico que más tarde fue pionero en mezclar música clásica y jazz. Los sucesores del pianista Don Kirkpatrick fueron Tommy Fullford y Joe Steele. Formado en el Conservatorio de Nueva Inglaterra y más tarde profesor de Tom Whaley, Steele poseía una técnica nada usual entre los jazzmen de aquellos tiempos: la leyenda cuenta que tras interpretar la “Rhapsody In Blue” en el Teatro Lafayette, el mismo George Gershwin subió al estado y le besó en la frente en señal de agradecimiento. Su existencia posterior es otra de esas incógnitas sin resolver. Tres fueron las estrellas de la orquesta: el saxo y cantante y showman Louis Jordan, el trompetista Taft Jordan y el trombonista Sandy Williams que siempre fue más reconocido por sus compañeros que por el público.

La sección de saxofones contó con Hilton Jefferson, uno de los más geniales saxos altos de la historia, pero ahí estaban también Edgar Sampson, Toby Hardwick, Peter Clark, Teddy McRae, Gavin Bushell, Chancey Haughton y Wayman Carver, uno de los primeros flautistas en jazz. Otro músico olvidado que en los primeros 20 fue una celebridad es Elmer Williams, otro puntal básico para la orquesta de Chick Webb.

En la sección de las trompetas están nombres como George Swazie, miembro también de la Jungle Band y que se le escucha en las grabaciones para la Brunswick; Fred Jenkins, Louis Bacon, Louis Hunt, Shelton Scad Hemphill y Dick Vance, aparte de ese tipo misterioso Bobby Stark, con estilo propio.

Durante sus mejores años la orquesta contó con Reunald Jones como segundo trompetista y con el cubano-neoyorquino Mario Bauza como jefe de sección. Siendo inusual la incorporación de músicos hispanos a las orquestas de swing, Bauza y su antecesor Doc Cheatham desarrollaron el origen del jazz latino que emergería con otro de la orquesta, el gran Dizzy Gillespie. Otros trombonistas fueron el pionero Jimmy Harrison y Benny Morton, los dos discípulos de Fletcher Henderson.

Muchos de estos músicos también hacían los arreglos de la banda y otros  como Charlie Dixon, autor de "That Naughty Waltz", Benny Carter o Don Redman, cedían gustosamente sus partituras para la que fue por un tiempo, la mejor orquesta de jazz de todos los tiempos.

El mismo Chick Webb fue un pionero en toda regla, dando forma al cuerpo de la batería como la conocemos hoy. Su batería constaba de bombo, caja y tom-tom o tambor y platillos a los que incorporaba accesorios tales como campanas o bocinas. Entre los elementos de nuevo cuño que incorporo Webb a la batería moderna figura el Charleston o high-hat, según un precedente inventado por George Stafford, el batería de la orquesta de Charlie Johnson, quien colocaba dos platillos sobre dos pedazos de madera unidos sobre el suelo. Chick Webb los elevó sobre una base de metal de modo que estos quedaban a una altura más cómoda para el músico.

Webb definió también el papel del bombo, convertido ahora en una prolongación del contrabajo para, de este modo, proporcionar un ritmo sostenido sobre el cual se sustenta la interpretación orquestal.

A ello contribuyó el hecho de que Webb contara con unos tobillos excepcionalmente fuertes. De hecho, le gustaba empezar los conciertos con dos golpes de trueno, con el pedal del bombo, cuyo efecto era como dos rugidos antes de que la banda tocara una sola nota.

Además de darle forma, Chick Webb codificó un método de ejecución que se adecuaba a las exigencias que planteaba la práctica del swing en gran orquesta que implicaba al músico en su totalidad. Así, el pie derecho se ocupaba del bombo y el izquierdo del high-hat sobre un tempo de 4/4 el primero y de 2/4 el segundo. La mano derecha percutía el llamado sock cymbal mientras que la izquierda ejercía la función de acentuar.

Con ello conseguía un sonido "legatto" en sustitución del "stacatto" característico de la batería de jazz hasta aquel entonces, el cual, unido  la acción del bombo, propició un mayor desarrollo de sus posibilidades.

Chick Webb fue el primer batería líder de su propia orquesta, el primero que desarrolló un sentido de ejecución orquestal. Su ejecución era agresiva, algo necesario para hacerse oír por encima de 17 músicos soplando... Chick sabía como colorear su estilo para proporcionar variedad e impulsar las ejecuciones colectivas y también era capaz de mantener un buen tempo al fondo. Muchos músicos le fueron a escuchar cada noche al Savoy Ballroom y, terminado el concierto, se congregaban en el Happy Roane o el Small's Paradise para seguir aprendiendo del maestro e improvisar hasta el amanecer.

El hecho de que la directriz estilística  de la orquesta se caracterizara por su dinamismo contrario al formalismo de otras orquestas como la del genial Jimmie Lunceford, no significa en absoluto que las interpretaciones se abandonaran al criterio del solista de turno. Por el contrario, sabedor de que un buen arreglo no dificulta sino favorece la práctica del swing, Webb, que leía con los oídos ya que no sabía nada de solfeo, se confió a los mejores arreglistas.

El papel de Ella Fitzgerald también fue determinante en este sentido, ya que su presencia obligó a condicionar el repertorio según unos procedimientos estandarizados para que llegara a mayores audiencias. Fueron los Reyes de Harlem por un tiempo, un formidable mecanismo cinético basado en la supuesta frágil figura de su director y apoyado en la voluminosa en todos los sentidos Ella, querida Ella, con su talento artístico y sobre todo, con su inteligencia y personalidad.

Todos los baterías y todas las cantantes que llegaron después les deben tanto y tienen tanto que aprender de Chick y Ella.

Talento, orgullo y humildad a partes iguales.

Lo siento, he de irme…

Fin de Reyes de Harlem
Un texto de la vieja ola

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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