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GUÍA DE LECTURA

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez

Jaime Panqueva

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez
El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez
El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez


La analogía del narcotráfico con los hipopótamos podría no parecer muy evidente, pero es desarrollada por Juan Gabriel Vásquez al inicio de su novela El ruido de las cosas al caer, ganadora del premio Alfaguara 2011, con base en la experiencia de los hipopótamos criados por Pablo Escobar en su antiguo zoológico del Magdalena Medio, en Colombia. En un principio eran parte de una colección fabulosa de animales exóticos traídos desde diversos continentes, apapachados por el capo y mantenidos por las fabulosas utilidades provenientes de sus crímenes. Cualquiera podía visitar Hacienda Nápoles y admirar sus especímenes recorriendo extensas praderas sin bajar de su vehículo. En medio de la impunidad total que gozó, Escobar, al igual que los hipopótamos, no parecía un ser temible y, sin embargo, lo trastornaba todo.

Tras su enfrentamiento sanguinario con el Estado y posterior asesinato, parte de los animales murieron de inanición y otros fueron reubicados como se pudo en zoológicos o circos. Los hipopótamos escaparon. Por la época de escritura de la novela, algunos de los prófugos daban problemas a los campesinos de la zona por su agresividad y capacidad de destrucción de las milpas. El igual que con el narcotraficante, el Ejército tuvo que intervenir. El prefacio de la novela de Vásquez incluye la foto de los uniformados con uno de los animales abatidos y traza un paralelo con la vida de su anterior amo. No estoy tan de acuerdo con la comparación: Ese ser exótico que se trasplanta a un ambiente fecundo parece una curiosidad, pero si se le descuida, llega a destruir lo que se atraviesa a su paso. Puede ser, pero el narco no llegó de África ni de Marte: es un excelso producto local, tanto en Colombia como en México. Sin embargo, lo interesante es que podemos extender la analogía hasta nuestros días…

Los cuatro animales que Escobar tenía en su zoo personal, un macho y tres hembras, se sirvieron de la principal arteria fluvial del país, el río Magdalena, para ocupar un área de cerca de 2.000 kilómetros cuadrados. Su nuevo hábitat les gustó tanto que en 25 años los cuatro hipopótamos originales han pasado a ser una población de 80 animales. En la actualidad exterminarlos es un asunto de casi imposible discusión: los animales son más objeto de estudio por su impacto en el ecosistema de la zona.

Más acorde con nuestro tiempo y ubicación, diríamos: al margen de la ley, con la connivencia de las autoridades y en el ambiente correcto para medrar a través del pillaje, cualquier pandilla puede convertirse en un monstruo, al parecer, imposible de controlar.

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