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SHAKESPIRIANAS [XXXI]

Shakespeare desconocido [IV o los Enriques, primera parte]

José Luis Justes Amador
shakespirianas 31
Shakespeare desconocido [IV o los Enriques, primera parte]
Shakespeare desconocido [IV o los Enriques, primera parte]

142.

William Shakespeare escribió siete Henrys o Enriques.

142.1. Henry IV, part 1, Henry IV, part 2, Henry V, Henry VI, part 1, Henry VI, part 2, Henry VI, part 3 y Henry VIII.

143.

Enrique IV es de sobra conocido.

143.1. Porque en su primera parte retrata, entre las complicaciones de la guerra, las andanzas del heredero al trono Hal (el futuro Enrique V) y su compinche Falstaff.

143.2. Y por la representación de la despreocupación ante el tiempo.

143.2.1. “Unless hours were cups of sack, and minutes capons, and clocks the tongues of bawds, and dials the signs of leaping-houses, and the blessed sun himself a fair hot wench in flame-colored taffeta, I see no reason why thou shouldst be so superfluous to demand the time of the day”.

143.2.2. “A menos que las horas fueran jarros de vino, los minutos pavos rellenos y los relojes lenguas de alcahuetas, los cuadrantes enseñas de burdeles y el mismo bendito sol una cálida ramera vestida de tafetán rojo, no veo la razón para que hagas preguntas tan superfluas como la de la hora que es”.

143.3. Y porque en su segunda parte narra, en líneas paralelas el ascenso de Hal, al final de la obra Enrique V, y la decadencia de Falstaff.

143.4. Y porque tiene el rechazo más claro de la historia de la literatura a las locuras de juventud (de Hal y de todos).

143.4.1. “No te conozco, anciano. Ve a tus oraciones. ¡Qué mal sientan los cabellos blancos a un loco y a un bufón! Largo tiempo he soñado con un hombre de esa especie, tan hinchado por la orgía, tan viejo y tan profano. Pero, despierto, he despreciado mi sueño. En adelante, amengua tu cuerpo y aumenta tu virtud; abandona la glotonería; sabe que la tumba se abre para ti tres veces más ancha que para el resto de los hombres. No me contestes con una bufonada. No presumas que soy lo que fui; porque el cielo lo sabe y el mundo se apercibirá, que he despojado en mí el antiguo hombre y que otro tanto hará con aquellos que fueron mis compañeros. Cuando oigas que soy lo que fui, acércateme y serás lo que fuiste, el tutor y el incitador de mis excesos. Hasta entonces, te destierro, bajo pena de muerte, como he hecho con el resto de mis corruptores, y te prohíbo permanecer a menos de diez millas de mi persona”.

 

144.

Y el Enrique V es más conocido aún (aunque sea por sus incontables adaptaciones cinematográficas).

144.1. Y por un parlamento, epítome de lo hermoso de las causas perdidas de antemano.

144.1.1. El monólogo previo a la batalla de Azincourt, donde iban a enfrentarse 5.000 arqueros y 1.000 hombres de a pie ingleses contra 25.000 franceses.

144.1.2. “Si hemos de morir, ya somos bastantes. Para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir. Cuantos menos hombres seamos, mayor será nuestra porción de honor. ¡Dios lo quiera! te lo ruego, no desees un solo hombre más. Por Júpiter, no codicio el oro, ni me importa quién se alimente a mi costa; no me angustia si los hombres visten mis ropas; esos asuntos externos no ocupan mis deseos: pero si es pecado codiciar el honor, soy la más pecadora de las almas vivientes. No, créeme, primo, no desees un solo hombre de Inglaterra: ¡Paz de Dios! no perdería un honor tan grande como el que un solo hombre creo que me arrebataría por lo que más deseo. ¡Oh, no pidas uno solo más! Proclama, en cambio, Westmoreland, por mi ejército, que el que no tenga estómago para esta pelea, que parta; se redactará su pasaporte y se pondrán coronas para el viático en su bolsa: no quisiéramos morir en compañía de un hombre que teme morir en nuestra compañía.

Hoy es el día de san Crispín: el que sobreviva a este día y vuelva salvo y sano a casa, se elevará sobre la punta de sus pies cuando se mencione esta fecha, y se crecerá por encima de sí mismo al oír el nombre de san Crispín.  El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, todos los años, en la víspera de ese día, invitará a sus amigos, y les dirá: “mañana es san Crispín”. Entonces se subirá las mangas y enseñando sus cicatrices dirá: "Recibí estas heridas el día de San Crispín".  Los viejos olvidan, pero incluso quien lo haya olvidado todo, recordará las hazañas que hoy llevará a cabo. Y nuestros nombres serán para todos tan familiares como los de sus parientes, y serán recordados con copas rebosantes de vino: el rey Enrique, Bedford, Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester... Esta historia la contará un buen hombre a su hijo: y desde hoy hasta el fin del mundo jamás llegará el día de san Crispín sin que a él vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño ejército, pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos.  Pues el que hoy vierta conmigo su sangre será mi hermano: por vil que sea, este día le ennoblecerá su condición, y los caballeros que ahora permanecen en el lecho de Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí, y su nobleza será humillada cada vez que oigan hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de san Crispín”.

144.1.3. “We few, we happy few, we band of brothers”.

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