Es lo Cotidiano

Soldados forzadores

Anónimo

Soldados forzadores

Ayá en la plasa mayor,
hasen gran capitanía;
tantos son de los soldados
que en la plasa no cabían.
Dijo el sargento al alféres:
“Vamos a rondar la vía.”
–“Rondalda vos, mi sargento,
yo rondada la tenía.”

A la subida de un monte,
al abajar de una esquina,
vieron venir tres mositas
que de la misa venían;
la una vestía en verde,
la otra en grana fina,
y la más chiquita de ellas
vestida en blanco venía.

Dijo el sargento al alféres:
“¿Cuál de eyas es la más linda?”
–“La de lo blanco, sargento,
que a mis ojos se venía;
si os plase, señor sargento
yo vos la procuraría.”
–“Mersedes, dijo, mersedes,
adiós a la compañía,
que siete años hasían, siete,
que la tengo por amiga.”

Fuérasé para la casa
donde la niña vivía;
golpes, golpes dio a la puerta,
nadie que le respondía,
si no era la su madre
que velaba y no dormía.
–“¿Quién es ése u cuál es ése,
que a mi puerta combatía?”
–“Sargento soy, mi señora,
que vengo yo por la niña.”
–“No está aquí, señor sargento,
duerme en ca de una su tía.”

Con el puñal que ha traído,
la puerta desquisiaría;
fuérasé para la cama
donde la niña dormía;
así la encontró durmiendo
desnudita y en camisa:
-“Espérate, señor sargento,
la pondré la su sayita.”
-“No necesita, señora,
que aquí está la capa mía;
con la capa que yo traigo
a toda vos cubriría.”

La salida de la puerta,
tres palabras la diría:
–“Huarda tu honra, la niña.
más es tuya que no mía.”
–“Yo la huardaré, mi madre,
aunque me coste la vida.”
 

***
El poema Soldados forzadores fue escrito posiblemente en los años 1700 en Orán, ciudad de Argelia que fue ocupada por los españoles por siglos. Es un ejemplo de poesía sefardí, declamada (y luego escrita) en ladino, el idioma de los judíos españoles, de mayoría mallorquí, emigrados y afincados allí. De ahí que se respete la grafía de esa variación del español, con algunas palabras que contrastan claramente con los usos actuales. El poema es anónimo y posiblemente se cantaba como una fábula o un cuento de advertencia, con un cierto resentimiento por la brutalidad y arbitrariedad de un sargento (Tachas recomienda su lectura en voz alta, que al final la poesía así tendría que ser.) Soldados forzadores fue recopilado primeramente por Manuel Álvar como parte de una muestra de la poesía tradicional de los judíos españoles.

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