viernes. 19.04.2024
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Twelve Angry Men: Doce cineastas, maestros y amigos [II/II]

Rafael Cisneros

Twelve Angry Men: Doce cineastas, maestros y amigos [II/II]

Un profesor es aquella persona en disposición de compartir conocimiento a un determinado grupo de personas, labor difícil y provechosa para cualquiera que tenga sentido de empatía y vocación. Un maestro es una persona que no necesariamente imparte materias específicas, sino que aplica sus conocimientos a formas prácticas, intelectuales y anímicas en el día a día donde puedes cruzártelo. Ambos sujetos, profesor y maestro, son capaces de entablar relaciones directa o indirectamente con un grupo indeterminado de personas. Un gran amigo, por otro lado, puede ser ambas cosas, y lo mejor, su poder de influencia y empatía puede llegar a tales grados que uno no tiene siquiera qué conocerlo en persona. Un amigo dispone pequeños y grandes aportes a nuestra humanidad, ya sea a través de un íntimo consejo de maestro, un dato práctico a manera de profesor… o a través de una película para toda una vida. Es verdad que uno aprende a querer a otro ser humano a través de su obra, no solamente admirarlo (todos aquí entendemos perfectamente esta circunstancia).

Estos son mis grandes parnas cuentacuentos, ya sea por sus estilos cinematográficos (técnicas narrativas y creación de circunstancias y personajes) o por sus propias teorías respecto a la vida, el universo y todo lo demás.

Continúa:

06. Gaspar Noé

Repudiado por sus contemporáneos y amado obsesivamente por sus respectivos seguidores (sugiero mirar las reacciones a su segunda cinta, Irreversible), Noé golpea nuestras vidas con técnicas que, aunque tachadas de pretensiosas y mareadoras, sirven para brindarnos una visión cinematográfica parecida a la de una vibración exhumada de nuestros cuerpos, moldéandonos a petición de la trama bajo la forma de un hálito que viene y va por entre las circunstancias que construyen sus historias.

Con apenas cuatro películas (I Stand Alone, Irreversible, Enter The Void y Love), Noé nos ha dejado pasmados con sus formas casi fantasmagóricas de filmar relatos que, aparentemente, no cuentan con una trama centrada. Su cine no me extraña en absoluto porque en realidad la vida es una maraña fantasmagórica de romances y violencias, nada es lineal y el tiempo lo destruye todo, y él está consciente de esto. Hay veces donde las más grandes historias no son relatos hechos y derechos, sino algún breve episodio que se expande hasta llegar a su final o pausarse inesperadamente ante nosotros.

Si bien es lo suficientemente gráfico como para provocar mareos y pesadillas, es también lo suficientemente valiente como para intensificar nuestras incomodidades con la fragilidad de nuestra naturaleza: estamos solos, por nuestra cuenta, en circunstancias irreversibles, y aún con el amor que podamos tener, entramos constantemente al vacío de nuestra existencia. Nosotros somos el vacío; la Vida misma no tiene la culpa de nuestra fragilidad, somos apenas un hecho en su ramaje. Así pues, Gaspar Noé, incomoda, marea, nos hace añicos, nos agarra a chingadazos, nos atenua en lo corrosivo y nos asfixia de intimidad, y gracias al jodido cielo por esto.

05. Orson Welles

Maestro entre los maestos, todos amamos a Welles. Si alguien puede considerarse como el héroe caído o el arquetipo del artista en constante declive, es Welles. Innovador en radio, teatro y cine, y considerado como uno de los grandes cineastas que ha dado la Humanidad, a Welles nunca le dejaron en paz los problemas. Repudiado por el sistema hollywoodense y en eterna lucha por encontrar apoyo económico para sí mismo y sus producciones, Welles logró un legado impecable e inimitable.

Mago entre los magos, sus mejores trucos se dieron en la narrativa audiovisual: no basta con apreciar Citizen Kane. Ahí está Chimes at Midnight, la mejor cinta shakespeariana que haya filmado jamás, o The Magnificent Ambersons, un drama familiar tan logrado que resulta desconcertante y que fácilmente le puede competir a Citizen Kane, o los relatos de intriga comprables con el mejor Hitchcock o Carol Reed o John Huston que son The Lady From Shanghai, Touch Of Evil y Mr. Arkadin, o sus otras adaptaciones de Shakespeare, Macbeth y Othello, ambas sensacionales, o esa brevísima majestad que es The Immortal Story, una de mis favoritas de él y de todos los tiempos. ¡Ni qué decir de su ensayo, F for Fake! Cinta de la cual muchos dependemos anímica y visualmente. Inclusive The Stranger, cinta que él mismo consideraba la más débil de cuantas realizó, contiene aportes al respectivo género del film noir.

Luchón, Don Juan, humorista, partemadres, ebrio con clase a pleno comercial televisivo, artista orgulloso de sí mismo y en disposición de sus amistades y pasiones, la constante mención de Orson Welles en el mundo cinematográfico jamás será suficiente.

Cabe aclarar una predilección: me parece que Orson Welles es, sin lugar a dudas, el mejor actor que ha existido, en todos los grados posibles, desde interpretación hasta la transformación, para mí Welles ha brindado las más grandes actuaciones de todos los tiempos.

04. Denis Villeneuve

Mi descubrimiento más reciente, alguien que en cuestión de días se volvió en una obsesión y me ofreció muchas de mis historias favoritas. Maestro y amigo al que regreso bastante a menudo (este 2017 ha sido su año en particular), repitiendo sus cintas hasta un cansancio que parece no existir. Llamado el ‘Fincher Canadiense’, lo cierto es que Denis Villeneuve sí cuenta con los mismos intereses de Fincher en materiales siniestros sin ser un plagio, o siquiera alguien tan parecido como dicen. Si bien sus estilos son similares (fotográfica y ambientalmente), los intereses de Villeneuve viran más hacia la búsqueda por redención y sentido en situaciones que no tienen ni una ni otra, así como fortificar las perspectivas que puedan llevar al diálogo o al entendimiento; ya sea en la horrible masacre en una escuela (Polytechnique), los conflictos bélicos de un país que desatan una tragedia familiar desde sus más literales entrañas (Incendies), la guerra contra el narcotráfico convertida en un asunto personal (Sicario), la búsqueda desesperada de un secuestro y el equilibrio de los propios desesperados (Prisoners), el lenguaje como la auténtica vía para la más clara comunicación entre nosotros y otras entidades (Arrival), la lucha interna con nosotros mismos así como con la manifestación alterna de nuestra pesquisa (Enemy), o en nuevas situaciones que sus fans esperamos con ansias.

Con todo respeto al legendario cineasta, pero si creen que Abbas Kiarostami es un paisajista narrativo, la filmografía de Villeneuve devela una utilización del paisaje como ningún otro cineasta, vivo o muerto: no se trata de sets, o siquiera de contextos espaciales, sino de hacer el paisaje el universo del cual dependerán las decisiones y parámetros de los protagonistas; de verdad que mejores paisajes no existen.

Otra de las cosas que le aprecio indudablemente de Villeneuve es su notable respeto por la femineidad: sus mujeres son fuertísimas en todo sentido posible, sólidas como personajes sin ser arquetipos forzados de la fortaleza femenina, siempre luchando contra una resignación y debilidad colectiva que las rodea: la lingüísta Louise en Arrival contra el pánico supuestamente estratégico de su equipo de trabajo, la estudiante en ingeniería Valérie en Polytechnique contra la tragedia de una masacre injustificada y un sistema que no la consideraría en futuras contrataciones, la agente Kate en Sicario contra la ruptura de leyes por parte de sus superiores para aniquilar enemigos en una guerra imposible de detener, o Nawal Marwan en Incendies contra su contexto político, social y maternal, una de las grandes mujeres que ha dado la ficción.

03. David Fincher

Inhalen. Fight Club, la película capital del siglo que inicia; The Social Network, apodada la Citizen Kane de estas generaciones (afirmación de la cual concuerdo definitivamente sin creerla exageración); Zodiac, un tributo a la investigación periodística y policíaca tan certera y sutil que aún basándose completamente en exposition es capaz de hacernos morder el asiento; Se7en, thriller que brinda nuevos aportes a los giros inesperados y al tratamiento del suspenso; The Game, thriller psicológicos entre los thrillers psicológicos que puede ser comparada con obras de cabecera como The Maltese Falcon o The Lady From Shanghai; Gone Girl, otro thriller que inicia como tal y termina transformándose en un manifiesto de las relaciones contemporáneas; The Girl with The Dragon Tattoo, remake que brinda la perfecta enseñanza de cómo debe realizarse un remake como para convertirse en tributo a la inteligencia; incluso Panic Room que siendo un ‘film para cita de viernes por la noche’ presenta una construcción narrativa impecable. Exhalen. David Fincher es, a mi personal parecer, el director que mejor representa nuestra contemporaneidad, quien está más cerca de las inquietudes y circunstancias actuales, y al tanto de los sentidos que mueven la modernidad a la que se refieren los teóricos más precisos (Zizek, Bauman, Castells, Lipovetsky, Baudrillard, todos ellos, ¡todos!, no exagero, escárbenle bien, no es gratuitamente complejo para ñoños aparatosos, es realmente un aporte casi científico). Con cintas cuyos ‘twists’ no se basen exclusivamente en el final sorpresivo sino en la ambientación que se expande con severidad, personajes femeninos que llegan a la imponente iconicidad y un meticuloso manejo de circunstancias terribles, Fincher es, repito… un aporte al cine, casi científico, plausiblemente social, definitivamente humano.

Cabe aclarar un punto: aunque el propio Fincher se haya desvinculado casi totalmente de la cinta, y aunque es considerada crítica y públicamente como un rotundo fallo, creo Alien 3 está lejos de ser una basura, pues gracias a la visión de Fincher (por muy limitad que estuvo por los embrollos jerárquicos de los productores), podría considerarse la más severa, atmosférica y violenta de la afamada saga. Si bien no es el gran clásico que todos esperaban, me resulta sin duda una joya de culto que, por desgracia, carga con una notable maldición. Lo diré como va: Alien 3 me parece tan buena como las dos anteriores.

02. Paul Thomas Anderson

El cineasta más joven de la lista, y junto a Orson Welles, alguien que podría considerarse ‘niño prodigio’. ¿Quién a sus jodidos 27 años es capaz de crear algo como Boogie Nights, sólo para aguardar un año de diferencia y dar a luz a Magnolia? Además es el único cineasta que ha recibido la bendición personal de Thomas Pynchon para adaptar una de sus obras, unión histórica que hizo estallar el mundo del cine en una carcajada que ya tiene atributos de culto.

Algo característico de P.T. es su tratamiento de personajes, capaz de crear un ser entrañable desde su primera aparición y construirlo a través de situaciones que prueban su humanidad, fortaleciendo sus personalidades al punto de convertirse en ejemplos de vida, de fragilidad y lucha por pertenecer a sí mismos o a unos cuantos. Cada uno de sus protagonistas vagan por la vida (con objetivos claros o en búsquedas azarosas) tratando de hallarse un lugar entre el escudo del amor familiar o aislándose en la perdición de sus decisiones.

Comparable, como dije, con Welles, con Kubrick o con cualquiera de los ídolos que admira, cada que este hombre estrena una película, resulta el gran acontecimiento del momento: imaginen a todos los cineastas del mundo reunidos en una inmensa sala de cine, comentando de tal o cual cosa, planificando tal o cual historia, conviviendo o atragantándose en palomitas, todos juntos en el santuario de su profesión; de pronto el proyector se encieden y todos toman asiento, guardan silencio, y preparan sus sentidos, porque están a punto de ver la nueva creación de Paul Thomas Anderson. Así de plano, gente.

01. Stanley Kubrick

Paul Thomas Anderson dijo alguna vez que, como cinéfilo y cineasta, era casi imposible escaparse de la influencia de Kubrick: “We’re all Kubrick’s children”. Su influencia, ni ahora ni nunca, será sobrevalorada (aunque sí sobreexplotada, échenle un vistazo a ese incandescente divague que es Room 237 y diviértanse a expensas de expertos, nerdos y ridículos). La objetividad con la que Kubrick retrató las posibilidades humanas es, para muchos de nosotros, el mayor atributo que ha manifestado el cine. Desde su fotografía inmediatamente reconocible, sus guiones que se aproximan al diálogo común y la obra teatral, sus personajes cuyas acciones los dirigen a transformarse en arquetipos, su variedad filmográfica (en materia de géneros) con la temática unísona del hombre malvado, hasta su vida personal donde cada día luchaba por hallarse una historia de éxito, a la par de hallarle un sentido artístico, y rodearse de amistades y familia para trabajar al ritmo del espíritu libre que disecciona, sereno y sensato, la volnerabilidad y volubilidad humana, Stanley Kubrick es lo primero en lo que muchos pensamos cuando simple y sencillamente dicen: Cine. Sobrevalorado jamás, y así como seguimos y seguiremos escuchando a The Beatles, seguiremos contemplando cada una de las pesquisas que Kubrick manifestó con la forma de películas. Por Fear & Desire, Killer’s Kiss, The Killing, Paths of Glory, Spartacus, Lolita, Dr. Strangelove, 2001: A Space Odyssey, A Clockwork Orange, The Shining, Full Metal Jacket, Eyes Wide Shut, y sobre todo Barry Lyndon, ¡Gracias!

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Rafael Cisneros
(León, Guanajuato, 1988) es escritor y cinéfilo. Ha producido, dirigido y editado numerosos videos para publicidad, grupos pop y cortometrajes artísticos. Ha publicado, bajo varios seudónimos, numerosos cuentos.

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