Salarios estancados, ¿qué hacer para que aumenten?

“La desfavorable evolución de los ingresos promedio de la población ocupada no fue un fenómeno que ocurriera sólo en el último año, sino que este fenómeno de estancamiento se dio en el balance del actual sexenio federal…."

Salarios estancados, ¿qué hacer para que aumenten?

El INEGI recién dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) correspondiente al primer trimestre de 2018, y ésta lamentablemente muestra como se ha dado un estancamiento en las condiciones salariales promedio de la población ocupada. Esto derivado de que  el número de personas trabajando que recibe menores ingresos se ha incrementado, mientras que los que trabajan y ganan más, son cada una menor proporción de la fuerza laboral.  

La ENOE muestra que en el periodo del primer trimestre de 2017 al mismo trimestre de 2018 la población ocupada en México aumentó en 1.017 millones de personas, pero el problema es que los que ganan menos de un salario mínimo (sm) aumentaron en 1.202 millones, los que ganan de 1 a 2 sm crecieron en 991 mil, los que perciben de 2 a 3 sm disminuyeron en 1.464 millones de personas, y lo más grave es que los que ganan más de 5 sm decrecieron en 432 mil personas, mientras que los “no especificados” crecieron en 781 mil. Sin embargo, una buena noticia es que los que no reciben ingresos disminuyeron en 168 mil.  De esta manera, la persona ocupada promedio en México pasó de ganar 2.25 sm diarios en el primer trimestre de 2017 a percibir 2.15 sm en el primer trimestre de 2018.

Es verdad que el salario mínimo pasó de 80.04 pesos por día en el primer trimestre de 2017 a 88.36 pesos diarios en los mismos meses de 2018, pero esto de nada sirvió para elevar los ingresos reales promedio de la población ocupada. Con cálculos de GAEAP, en el primer trimestre de 2017 la persona ocupada promedio en México ganaba 180.12 pesos, mientras que en el mismo trimestre de 2018 ganaba 190.00 pesos, lo que equivale a un incremento nominal de 5.5%. Sin embargo, si tomamos en consideración que en el periodo en cuestión la inflación fue de 5.3%, pues entonces el aumento real del poder adquisitivo de la población ocupada en México fue de apenas 0.2%.

La desfavorable evolución de los ingresos promedio de la población ocupada no fue un fenómeno que ocurriera sólo en el último año, sino que este fenómeno de estancamiento se dio en el balance del actual sexenio federal.

En el periodo del primer trimestre de 2013 al mismo trimestre de 2018 la población ocupada en México creció en 4.518 millones de personas, pero los que ganan menos de 1 sm aumentaron en 2.388 millones, los que ganan de 1 a 2 sm crecieron en 3.403 millones, los que perciben de 2 a 3 sm disminuyeron en 344 mil, los que ganan de 3 a 5 sm decrecieron en 1.161 millones, mientras que los que ganan menos de 5 sm disminuyeron en 1.352 millones. Los que no reciben ingresos bajaron en 532 mil y los “no especificados” crecieron en 2.117 millones.

De esta manera, con cálculos de GAEAP tenemos que la persona ocupada promedio en México pasó de percibir 2.47 sm diarios en el primer trimestre de 2013 a recibir 2.15 sm promedio en el primer trimestre de 2018. Tomando en consideración como ha evolucionado el salario mínimo nominal, tenemos que la percepción promedio diaria pasó de 149.42 pesos en los primeros tres meses de 2013 a 190 pesos en los mismos meses de 2018, lo que representa un aumento de 27.2%. Sin embargo, si tomamos en consideración que la inflación promedio del periodo fue de 21.9%, pues vemos que en los últimos cinco años el ingreso promedio de quienes trabajan en México creció apenas 4.3%, lo que representa un incremento promedio anual real de apenas 0.85%.

¿Dados estos datos porque en el discurso del gobierno federal se menciona que la economía va bien por el mercado interno? Pues simplemente porque cada vez hay más gente trabajando, pero no porque ésta gané mucho más que antes. De hecho la masa salarial en México creció entre el primer trimestre de 2013 y el mismo trimestre de 2018 en 14.1% en términos reales, lo que representa un incremento promedio anual de 2.67%, y pues en buena medida este ha sido el principal motor de crecimiento económico en México en el presente sexenio.  

Entonces con estos datos vemos que en la macroeconomía las cosas marchan “bien” con un crecimiento aceptable del mercado interno, pero en la microeconomía las cosas están mal porque en cinco años la población ocupada promedio ha visto sus ingresos estancarse o bien, deteriorarse.

¿Qué podemos hacer para que la gente pueda ganar más sin que esto se traduzca en incrementos de los costos de producción y eventualmente inflación? Pues sin duda la respuesta la encontramos en la necesidad de aumentar la productividad de la fuerza laboral. No debería llamarnos la atención que el ingreso promedio en términos reales de las personas ocupadas creció entre el primer trimestre de 2013 y el mismo trimestre de 2018 en apenas 4.3%, y que de acuerdo al mismo INEGI, en el periodo del cuarto trimestre de 2012 al mismo trimestre de 2017 (dato más reciente disponible) la productividad laboral de la economía creció 3.4%. No es coincidencia.

¿Cómo aumentamos entonces la productividad de la gente que trabaja? La teoría económica sugiere dos alternativas: incrementar y mejorar el capital (maquinas, equipo, herramientas, software, etc.) con la que dispone la mano de obra, o bien, capacitar la mano de obra para que adquiera más conocimientos respecto a cómo realizar mejor su trabajo.

En cuanto a la inversión fija bruta por parte de las empresas en maquinaria y equipo, tenemos que de acuerdo al INEGI, ésta aumentó en 17.3% en el periodo del cuarto trimestre de 2012 al mismo trimestre, de 2017, lo que equivale a una tasa de crecimiento promedio anual de 3.24%, si asumimos arbitrariamente que la tasa de desgaste natural del capital es de 1.5% (un supuesto muy conservador), entonces tenemos que la inversión por parte de las empresas ha sido muy baja estos últimos cinco años. ¿Y cómo no va a ser así si las tasas de interés han subido de manera importante desde finales de 2015 y por otro lado los incentivos fiscales para que las empresas inviertan son prácticamente nulos?

Ahora, en cuanto al tema de la capacitación de la mano de obra, sobre todo en los niveles técnico, medio superior y superior (que son los que pueden aspirar a mayores ingresos y una mayor contribución laboral a la empresa), pues tenemos que los resultados han sido también muy pobres, como veremos a continuación.

De acuerdo con cifras de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, en el ciclo escolar 2016 – 2017, la matrícula en todas sus modalidades (público y privado, escolarizado y no escolarizado) en Técnico superior sumó apenas 179,295 personas, mientras que en licenciatura universitaria y tecnológica fueron 658,829 personas.[1] Con estas cifras, no debería sorprendernos que en el año 2015 sólo el 16% de los adultos en México habían completado educación terciaria, de acuerdo con la OCDE, pero si a estos bajos números le sumamos que la educación, en muchas escuelas, es de baja calidad pues estamos en un grave problema.

Es por ello que labores como las realizadas por los diferentes COEPES (Comisión Estatal para la Planeación de la Educación Superior) se vuelven fundamentales para mejorar planes de estudios, lograr vinculación efectiva, y poder lograr que más personas puedan estudiar para poder ingresar a un centro de trabajo. Esto con el objetivo fundamental de que las personas tengan mayores posibilidades de obtener un empleo formal que les permita obtener un mayor nivel de ingresos.

A manera de conclusión podemos decir que si bien este sexenio caracterizó porque se crearon muchos empleos, además de los mies que se regularizaron al pasar del sector informal al formal de la economía, la gran asignatura que quedó pendiente fue la de mejorar los niveles de vida de la población. Las estadísticas oficiales muestran que en el mejor de los casos hubo un estancamiento, el cual se debió a la falta de aumento en la productividad de la mano de obra. El siguiente gobierno deberá implementar políticas fiscales que incentiven la inversión productiva en maquinaria y equipo, pero también deberá trabajar para con los centros educativos y los COEPES para que se mejoren las habilidades técnicas de la población que aspira a un empleo bien remunerado.