Despedido
“Aislamiento, control, incertidumbre, repetición del mensaje y manipulación emocional son técnicas utilizadas para lavar el cerebro.”
Eduardo Punset
“La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir.”
Zygmunt Bauman
En unos días será el Sexto Informe del presidente Peña Nieto. El l cierre simbólico de un sexenio cargado de contradicciones y con un tufo permanente de corrupción. Desde su triunfo en 2012 con el uso del aparato de PRI y la compra de votos, en las que todo indica que se confabuló, con por ahora sospechas por demás legítimas de un financiamiento ilegal por la empresa Odebrecht por parte de su coordinador de vinculación internacional durante la campaña presidencial y su posterior función como director de Pemex, Emilio Lozoya.
En la semana que pasó, el equipo de comunicación social de la presidencia a expuesto al primer mandatario a entrevistas en las que quieren acuñar y forzar la idea de un presidente que reconoce sus errores, pero sin aceptar ninguno, que juega en el florilegio de la palabra que cae en la demagogia mostrándose impoluto, dejando sin respuestas claras lo que se le cuestiona, con una estrategia evasiva, que deja en la retórica insulsa sus debilidades, sus desaciertos y su falta de transparencia, que al final de cuentas se redujo en la falta de credibilidad y de confianza de parte de la ciudadanía, como nunca en la historia de la figura presidencial. El triunfo de Andrés Manual López Obrador, la debacle del PRI y su desvanecimiento como presidente después del 1 de julio son en gran parte producto de su falta de visión de estado y de su cada vez más cuestionado compromiso con el país y su entreguismo a los grandes capitales e intereses internacionales.
En meses anteriores se denunció el gasto excesivo en materia de comunicación social por parte de la presidencia de la República. Así en el análisis hecho por “ Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señala que en 2017 el Gobierno Federal se gastó 6 mil millones de pesos de más en materia de comunicación social, a pesar de que sólo tenía aprobados mil 447 millones de pesos. […] Organizaciones nacionales no gubernamentales estiman que al final del sexenio de Enrique Peña Nieto se habrán gastado 60 mil millones en comunicación social, algo histórico en México.”
El saldo triunfalista con el que se llenan las pantallas y los spots de radio da pauta para pensar en la esquizofrenia gubernamental, que cree que las y los ciudadanos son sólo espectadores pasivos, meros consumidores de la propaganda gubernamental. Es cierto que el gobierno hizo obras, creo programas, desarrollo políticas públicas y sin embargo la sociedad en su conjunto, si lo vemos de cara al triunfo de MORENA, no logró reconocer un gobierno honesto, sano y transparente, por el contrario, las y los electores se manifestaron en sentido distinto al discurso progresista y de continuismo que ofreció José Antonio Meade y Ricardo Anaya.
Un presidente y su gabinete que iniciaron con la firma del “Pacto por México” como estrategia para llevar a su últimas consecuencias el modelo neoliberal impulsado desde el gobierno de Carlos Salinas y con la promesa del anhelado desarrollo prometido desde entonces y cancelado con el actuar de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, que creo una llamarada que duró muy poco y que se extinguió con los escándalos de la Casa Blanca y su aparente investigación a cargo de su amigo Virgilio Andrade, con el caso de los Normalistas de Ayotzinapa y un Procurador como Jesús Murrillo Karam que se cansó y dio su “verdad histórica” y están también los Panamá Paper’s y con ello la falta de autoridad de la Secretaria de Hacienda para hacer valer la ley.
Están también el conjunto de gobernadores, -22 de ellos- que literalmente vaciaron las arcas públicas de los estados e hicieron negocios millonarios, entre ellos los Moreira, los Duarte –Javier y César- o Eruviel Ávila o Rodrigo Medina entre otros más, con evidentes prácticas del uso del poder en su beneficio personal y aparecen a su vez las denuncias de los desvíos de fondos federales para triangular y dedicarlos a las campañas electorales en los estados como en Coahuila, Chihuahua o Veracruz y para rematar el descrédito del gobierno se denuncia la “Estafa Maestra” como un triste colofón y sello del gobierno que se ahora se va y que no hizo nada pese a la información y denuncias presentadas por la Auditoria Superior de la Federación.
Todo ello en la peor crisis de inseguridad y del fracaso en el control y reducción del delito y del control que tienen los grupos criminales de amplias zonas de país y de la incapacidad del estado mexicano para crear policías confiables, profesionales y eficientes, en un contexto de ruina de la instituciones encargadas de la procuración de justicia, en donde la impunidad y la corrupción son su descriptor más contundente.
Vendrán estos días llenos de estrategias de marketing y publicidad desde Los Pinos. Se gastaran millones de pesos en crear un espejismo, que de antemano saben los responsables de la imagen presidencial, que durara apenas los segundos que tardan en pasar los mensajes en radio y televisión, pese a su repetición y su costo. El Sexto Informe será la carta de despedida de alguien que dejo de ser presidente para muchas y muchos desde hace varios años.
Este último informe podría ser también una oportunidad para la nueva legislatura, para demostrar que están dispuestos hacer muy bien su trabajo, bajo el mandato que le confiere la ley. Esto es, revisar y dictaminar a fondo lo que se presenta como resultados, revisar la cuenta pública de forma estricta y hacer un ejercicio republicano de verdadero equilibrio de poderes, para conocer sin maquillaje y sin retoques el estado en que se entregará al gobierno y sus instituciones y poder llamar a cuentas a cada uno de los actuales secretarios de estado e iniciar un nuevo gobierno bajo los principios constitucionales de transparencia y rendición de cuentas.
Tal vez el presidente Peña Nieto no alcanza a ver, a entender, a comprender y a escuchar, que no se trata de una despedida en el sentido festivo de logros alcanzados o de un cierre triunfal de su mandato, sino que al final de cuenta las y los electores, los grupos de la sociedad civil, las expresiones y movimientos sociales de lucha y resistencia, las y los familiares de las víctimas de la guerra contra el crimen organizado, de los feminicidios, de las y los desaparecidos, fueron quienes que lo terminaron despidiendo.