martes. 23.04.2024
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Divagaciones

“¿Cómo salir de la pesadilla en la que ya vivimos sin soñar?”

Divagaciones

Divagar: hablar, escribir o pensar desordenadamente,
sin ajustarse a un tema determinado
y sin tener un objetivo para el discurso.

 

Hay días en que las ideas dan vueltas en la mente, se detienen, se retoman y vuelven a la cabeza. Uno se pregunta cosas y aparecen posibles respuestas por demás creativas o simplemente absurdas. El imaginario social hace de las suyas y las palabras se desbordan sin más, producto de la vorágine de pensamientos que se desatan a partir de pensar sobre la realidad social, cultural, económica y  política en la que nos ha tocado vivir.

Imaginar no cuesta, soñar tampoco, pero tal vez un sueño compartido como el de Martin Luther King, que puede ayudar a imaginar lo bueno que sería que todas las personas se dieran a la tarea de compartir la vida, las preocupaciones, las vivencias diarias —entre muchas otras cosas-, y reconocerse como personas que se visibilizan para el otro, con el otro y desde el otro, seguramente sería algo bueno. Pensar desde ese otro que, al final de cuentas, es uno mismo.

Las historias de terror que se van acumulando en calles y avenidas, en comunidades y carreteras de todo el país, donde las expresiones de la violencia alcanzan escenas dantescas y troquelan con un profundo dolor el alma y la vida de los miles familiares y amigos de esas víctimas, posibilita que pensemos en la loca idea de que se puede detener y cambiar esta realidad que nos lacera todos los días. Historias de personas que son criminalizadas sin más, y revictimizadas al no obtener respuestas ni acceso a la justicia ¿Será posible imaginar un país donde la inevitable muerte sea sólo porque se nos agotó el ciclo vital, o por accidentes o enfermedades incurables?

¿Sería posible pensar en cultivar la inteligencia y la bondad como parte de proceso educativo integral de niños y adolescentes, que parta de la solidaridad, el respeto, el reconocimiento y el potenciar las capacidades cognitivas y socioemocionales de quienes serán los ciudadanos del mundo, y que en ese proceso formativo se dote de sentido y se dé valor  a la belleza, a las maravillas de la vida y a los atributos humanos que nos son inherentes por ser personas?

¿Cabría la posibilidad de imaginar una nación en la que seamos capaces de iniciar un profundo cambio cultural, que nos ayude a desarraigar prácticas machistas, misóginas, discriminatorias y xenofóbicas? A impulsar un cambio en la manera de reconocer a las niñas y mujeres como personas y como sujetos de derecho ante la ley sin ningún regateo. Un cambio cultural para reconfigurar nuestra mirada y nuestra percepción de la vida, aceptando todo lo que implica el reconocer la diversidad cultural, sexual, étnica y política?

¿Estaría el escenario de pensar que somos una cultura que ve en el trabajo un medio para vivir dignamente, en donde se aprecia el esfuerzo y el compromiso social como motor de la movilidad social. Una sociedad que se ve a sí misma como  parte de la naturaleza y se hace responsable de su actuar, que se preocupa y ocupa de la dar soluciones al impacto que produce la llamada civilización sobre sus recursos naturales, un país que asume el largo plazo como proyecto de  nación para las generaciones que vendrán y piensa en el desarrollo social antes que el consumo y las ganancias?

¿Qué nos falta para soñar colectivamente? ¿Qué necesitamos para compartir las preocupaciones y problemas que tenemos? ¿Qué deberá pasar para divagar y soñar con mundos posibles? ¿Cómo salir de la pesadilla en la que ya vivimos sin soñar? Habrá que soñar, Mahatma Gandhi dijo: “Los sueños parecen al principio imposibles, luego improbables, y luego, cuando nos comprometemos, se vuelven inevitables”

Habrá que divagar también.

 

* https://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/texto-integro.html