viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Heridas y cicatrices • Arturo Mora

"En esto que es vivir nadie sale ileso…”

Heridas y cicatrices • Arturo Mora

Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz, que tiene dos mensajes: aquí dolió, aquí sanó.
Louise Madeira

Las cicatrices son sitios por donde el alma ha intentado marcharse y ha sido obligada a volver, ha sido encerrada, cosida dentro.
J. M. Coetzee

No necesitas otro ser humano para hacer tu vida completa, pero seamos honestos...
Que tus heridas sean besadas por alguien que no las ve como un desastre del alma, sino más bien como espacios para llenar de amor, es la sensación más maravillosa del mundo.

Emery Allen
 

ETIQUETAS: Opinión, Arturo Mora, Heridas y cicatrices

TÍTULO: Heridas y cicatrices • Arturo Mora

AUTOR: Arturo Mora Alva

ENTRADILLA: En esto que es vivir nadie sale ileso…”

Son tiempos por demás inéditos y las sorpresas se acumulan entre la “Eureka” y la “Serendipia”, que van desde la capacidad tecnológica para desarrollar procesadores cuánticos, los avances asombroso en la genómica, la bilogía molecular y la nanotecnología, ahora especialmente en el mundo inmunológico y la medicina,  a la par la exploración espacial, que ya es un negocio privado, y que todo ello contrastas con una crudeza terrible producto de las aberraciones y de una crueldad sin límites que contradice la sensibilidad y la inteligencia humana. Realidad que nos remite a lo primitivo y de ahí a la prevalencia de perversión y de la tortura, de la ignominia y del dolor, junto a los abismos sociales y económicos que se hacen cada vez más grandes y que dejan en claro que muy pocos tienen absolutamente todo a costa de miles de millones de seres humanos que poco o nada tienen, “los nadie”, de los que describió Eduardo Galeano.

Edwar O. Wilson biólogo que falleció recientemente y que acuñó el concepto de “Biodiversidad” y desarrolló la “Sociobiología” formuló esta advertencia: “Tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y tecnología de un dios. Y eso es terriblemente peligroso”.  La experiencia que vamos teniendo como civilización así lo demuestra.

Vamos creado una serie de convencionalismos y acuerdos sociales que naturalizan las contradicciones de la especie humana. Los problemas sociales, económicos,  ambientales y culturales se habrían podido resolver o tener al menos otros desenlaces menos terribles y menos deshumanizados si algo de conciencia y sí, mucho de diálogo, se hubiera impuesto como una condición para llegar a buenos acuerdos para todos y no lo que tenemos ahora, que es una lucha por demás cruenta y despiada por el poder, por instalar visiones parciales de los asuntos humanos desde el poder político, y en especial del poder económico, junto con los aderezos y parafernalias de ideologías, mitos y creencias religiosas que se han moldeado ad casum y teniendo como único beneficiario al mejor postor.

La vida es un transcurrir existencial en un contexto geográfico, social, cultural e histórico determinado. Con una temporalidad que también está inscrita en ese contexto, en el que se incluye el acceso a la salud en su sentido más amplio y la posibilidad de atender de la mejor manera las necesidades básicas de los seres humanos, en dignidad y en derechos. La desigualdad se instaló y la pobreza se naturalizó con todos mecanismos que el capitalismo usa y en la que el “mercado” ha ido creado nuevas necesidades y con ello nuevos vacíos existenciales, materiales, afectivos y espirituales, si pensamos en las dimensiones inherentes que poseen todas las personas, partiendo de la libertad.

En esto que es vivir nadie sale ileso. Cada historia personal, cada propósito, cada impulso, cada proyecto de vida, cada aspiración, cada deseo, cada sueño nos implica con el otro, con los otros, con los diferentes y ahí está necesariamente el conflicto, la confrontación, el debate, y con ello, como es de esperarse, los argumentos, las ideas, las razones, las evidencias, los hechos, la reflexión y la interpretación que idealmente puede ser compartida y dialogada, pero también están sus opuestos, la ignorancia, la soberbia, el desprecio, la exclusión, la marginación, la discriminación, la violencia y el miedo.

Nada fácil en lo humano es el vivir. Las heridas y las cicatrices dan cuenta de lo complejo y duro que es el vivir desde la libertad, desde la conciencia personal y desde la justicia social. Los saldos no se reducen a victorias y derrotas, no se quedan en sumisión y resignación, las cicatrices y las heridas que las produjeron son parte de la historia individual y otras tantas colectivas. Con ellas se hacen recuerdos y las remembranzas nos producen emociones y sentimientos que se traducen en coraje y rebeldía, pasando por el odio y la venganza. Todo lo humano nos pertenece y nos condiciona.

Esas historias de vida se concretan en cada rostro, en cada nombre, en cada mujer, hombre, niño, niña, adolescente, en cada adulto mayor, en cada anciana, en cada uno de los y las jóvenes que están las posibilidades de realizar las preguntas necesarias para dar la posibilidad de recuperar las historias de vida y con ello de dar valor a las heridas y las cicatrices, dotar de sentido lo vivido y que no son otra cosa, que la memoria misma de una vida que se vive hasta el último aliento, hasta el último anhelo.

Esta en todo ello, también, la posibilidad de encontrar una mano amable, una escucha empática, una caricia cargada de ternura, un abrazar a los hijos y a las hijas, un desear auténtico del bien para las personas que quieres y amas, esta la vida hecha un abrazo sincero, pero también están las manos entrelazadas junto a la caricia cálida y el beso suave y también amoroso y apasionado. Es la posibilidad de hacer conciencia de nuestra historia y con ello que las heridas y cicatrices cuenten cada vez que sea necesario lo que hemos sido, lo que somos y lo que deseamos ser.

Miguel Hernández escribió.

Llegó con tres heridas
La del amor
La de la muerte
La de la vida

Con tres heridas viene
La de la vida
La del amor
La de la muerte

Con tres heridas yo
La de la vida
La de la muerte
Y la del amor

De ahí las cicatrices. Nadie sale ileso de vivir, de morir y de amar.