martes. 23.04.2024
El Tiempo

La esperanza

Todas y todos debemos saber que la esperanza no se lava las manos.
La esperanza

Probablemente, de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.
Julio Cortázar

Todos deseamos cosas y momentos especiales que se construyen desde la ilusión e incluso en la fantasía. Vivir soñando o la vida como un sueño, va más allá de un juego de palabras: es una formulación para la ensoñación que se instala en el imaginario de lo que no es, de lo que no se tiene o de lo que nos falta y da paso de manera casi inmediata a la esperanza, pero como dijo Julio Cortázar: “La esperanza le pertenece a la vida misma defendiéndose” y no a nuestros deseos. La realidad lo es pese a nosotros.

Las circunstancias en que vamos viviendo nos llevan a querer tener esperanza sobre cualquier otra cosa, pero la verdad es que no tenemos control de la realidad para configurar escenarios que se ajusten a lo que deseamos, por ejemplo, tener un día con tranquilidad o salir a las calle sin miedo.

Al problema de la inseguridad pública ahora le podemos sumar el temor al contagio del COVID-19, entre otras de las tantas paranoias colectivas que se propagan con rumores y que buscan crear un terrorismo informativo, en la que se mete todo en un mismo saco y se buscan culpables, y entre todo ello se usa como un subterfugio, en el cual el mercado y el capitalismo hacen de las suyas, venden de todo, reacomodan mercados, toman utilidades, especulan con los precios de los bienes, deprecian las monedas de los países y bajan los precios de las materias primas, y con todo esto se llenan de más dinero los bolsillos y saturan en unos cuantos días las bóvedas de sus bancos.

El gobierno, con la idea de tener algo de tranquilidad moral,va buscando excusas, evasivas y negaciones, bajo la idea argumentativa de que las autoridades hacen su trabajo, pero dicen que no pueden resolver los problemas porque toca a otros atenderlos y está fuera del ámbito de sus competencias. Al pensar que se puede responsabilizar a otro de lo que pasa, el lavado de manos se institucionaliza, y ahora con el coronavirus chino, el lavado de manos se convierte en deporte nacional, necesario sin duda, como medida preventiva para evitar el contagio, pero que se integra a la vida política como una tradición en la cultura política mexicana y que asumen todos los partidos políticos.

Don Jesús Reyes Heroles dijo “que en política se aprende a lavarse las manos con agua sucia”, pero ahora algunos funcionarios quieren aprender lavarse las manos con agua teñida de sangre.

Se puede imaginar a los responsables de la seguridad pública de cualquier nivel de gobierno esperando que la violencia y la inseguridad desaparezcan como por arte de magia. Que los delincuentes y los grupos del crimen organizado, se arrepientan de sus acciones y se entreguen, que depongan las armas y hagan un armisticio. La ciudadanía tiene la esperanza de que los servicios públicos asociados a la seguridad se ofrecerán con calidad y sin restricciones. Se tiene la esperanza de que los derechos humanos seanrespetados y que las violencias en contra las mujeres y las niñas son erradicadas en totalidad. La ilusión social se apodera de las personas y las paraliza.

Lo cierto es que la realidad social se construye. También escierto que las demandas y las luchas sociales son el motor de cambio y la presión social se requiere para que se gesten y diseñen políticas públicas, leyes y programas que permitan hacer que la esperanza se traduzca en bienes, en hechos, en acciones concretas, en resultado en favor del bien común, la legalidad y la razón.

La posibilidad que tenemos -si queremos tener un futuro posible- es que veamos la esperanza y la entendamos comola vida misma, esa en la que ganan todos los días la alegría y la salud –incluida la seguridad humana-, donde los niños sonríen y juegan sin preocupación alguna. En la oportunidad que las personas tengan de bailar y cantar, para festejar un logro, un nacimiento, un encuentro con familiares y amigos,y en la que compartir una experiencia de amor, o simplemente expresar lo que se siente al saberse plenamente vivo junto con otros en familia, y con esto crear lazos y vínculos con la comunidad, es decir, hacer que la esperanza sea la vida misma y tome rostros y nombres concretos, de hombres y mujeres que se conocen, se cuidan y se procuran socialmente como iguales.

Por ahora, debemos hacer lo que nos toca para la prevención y control de la pandemia del COVID-19, pero también es nuestra responsabilidad seguir construyendo una ciudadanía activa, participativa, informada y crítica, donde la dignidad humana y sus derechos sean el horizonte de acción de la vida comunitaria, donde la fraternidad y sororidad sean lo que nos dé la fuerza y cohesión necesarias para el cambio y la transformación social, económica, cultural y política. Todas y todos debemos saber que la esperanza no se lava las manos.