A cuatro manos, a dos mentes y a dos corazones • Arturo Mora

“…nos unimos más allá de las palabras, de lo que escribo y de quienes me leen…”

A cuatro manos, a dos mentes y a dos corazones • Arturo Mora

El problema es que no nos centramos en lo que realmente nos satisface. Estamos atrapados en una competición malsana, una red absurda de comparaciones con los demás. No prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados midiendo si tenemos más o menos placer que el resto.

Slavoj Zizek

 

La nostalgia, sólo a quien la merece.

Carlos Monsivaís

En este 2022 se cumplen 15 años de darme al oficio de escribir, si es que se puede llamar así, y lo hecho cada semana, al escribir una columna, desarrollando algunas ideas sobre diversos temas que parten de mí, de la experiencia de vida en el contexto que me ha tocado vivir y de los sucesos que se han ido presentando a través de este tiempo. Sólo durante un lapso de 6 meses, debido a una intervención quirúrgica y a una larga convalecencia, no pude atender el compromiso de escribir. 

En cada texto he ido tejiendo con las palabras una forma de ver el mundo, de sentirlo en la piel y conjurar y confrontar mi historia y todo lo que he ido viviendo, con todas las dualidades y todos los matices  y las contradicciones que generan los conceptos, las categorías, los esquemas, teorías, pensamientos de otras y otros, y que junto con los paradigmas que hemos construido desde la cultura para intentar dar sentido a la propia experiencia de la vida y de querer dar un lugar en esta narrativa a las emociones, a los afectos y a los sentimientos que me atrapan, me desbordan, me alteran, me conmueven, me seducen, me incitan, me liberan de mucho de eso que implica el vivir y pensar, el respirar y existir, y no sólo se trata de permanecer y transcurrir.

El texto que he escrito es un diálogo con otras personas que han encontrado en la palabra la oportunidad de nombrar lo que ven, lo que sienten, lo que piensan, que son aportes originales, son poesía, aforismos, reflexiones y aprendizajes que nos ayudan a pensar de forma crítica y ver con nuevas perspectivas el mundo, la vida y las dimensiones de lo humano. 

En un tiempo la columna que escribí tuvo el título “El ruido que hacen las cosas al caer”, que fue título de un libro de Juan Gabriel Vásquez, que por su estructura y trama me impactó y que tomé como referencia para dar sentido a lo intangible del sonido, del silencio, del vacío que se escucha cuando las cosas caen, incluidas la razón y los sentimientos, y no porque se destruyan o se transformen al caer o se dañan en sí; también porque tocan tierra y se tornan en principio de realidad. Mas adelante nombré la columna “A cuatro manos” tomando el titulo de una novela de Paco Ignacio Taibo II, ya que en su narrativa y trama todo lo que pasa sucede al mismo tiempo, y porque creo que lo que uno escribe, si hay alguien que lee, hace que sucedan muchas cosas al mismo tiempo.

Hoy, al escribir, las ideas me llevaron a un espacio de tiempo propio de la nostalgia, y de la gratitud por tener el espacio en donde se publican digitalmente mis palabras, que ahora al escribir, pienso que no es sólo a cuatro manos, las mías y las de quienes han configurado y confabulado sin saberlo mis pensamientos, ideas y las emociones que provocan en mí, pero también reconozco que están involucrados los corazones y las mentes de quienes me leen y dejan que las palabras susciten algo en sus mentes y corazones.

Siguiendo este hilo, tejiendo este texto, retomo lo que escribió Eduardo Galeano: 

Quien escribe, teje. Al fin y al cabo, texto viene del latín textum, que significa tejido. Con hilos de palabras vamos diciendo, con hilos de tiempo vamos viviendo: los textos son, como nosotros, tejidos que andan.

Y tal vez como lo escribió el propio Galeano, escribir, poner palabras: 

Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.

Porque de alguna manera escribir es también buscar la identidad personal. José Saramago escribió:

La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado.

Y también, escribir es vernos en los otros y pensar un mundo mejor, Simone de Beauvoir escribió en su propio tejido: 

La vida tiene valor siempre que se valore la vida de los otros, a través del amor, la amistad, la indignación y la compasión.

Vivir con consciencia es también soñar y crear la utopía esa que nos hace movernos de la zona confort, la que renueva los votos de la rebeldía, la que busca en el deseo y en el amor que la vida brote, que nazca aun con dolor pero que anime la esperanza y reivindique la necesidad de la justicia y de la libertad de hombres y mujeres, de todos los seres humanos porque, como escribió Claudio Magris,

Utopía significa no rendirse a las cosas como son y luchar para que sean como deberían ser; utopía significa caminar a lo largo del río, remontar la corriente, dándole así sentido a la vida.

Ahora, envuelto esta melancolía y en esta esperanza, me veo en una serie de circunstancias inéditas, propias de la incertidumbre: reconozco que  tengo la buena fortuna de coincidir con personas increíbles, con esperanzas renovadas, con experiencias de dialogo que nutren la mirada de la vida y del deseo, y en la que se comparten alegrías y momentos de felicidad, pero a su vez momentos de tristeza, dolor, sufrimiento, despedidas, encuentros con el pasado, con remembranzas de ese cariño que se fue y de otros tantos afectos que no estuvieron nunca, de eso que nos hace falta, de lo que nos hizo falta y de lo que aún buscamos. 

Carlos Ruiz Zafón escribió: 

Yo creo que nada sucede por casualidad. ¿Sabes qué? En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.

Escribir a cuatro manos, a dos mentes y dos corazones, implica aceptar con humildad y alegría que parte de lo que soy es debido a quienes me regalan unos minutos de su tiempo para leerme. Lo cual agradezco infinitamente. Son tiempos complejos, distintos a la nostalgia de lo que ya no es, por lo que Comienza a hacer lo que quieras hacer ahora. No estamos viviendo en la eternidad. Solo tenemos este momento, brillando como una estrella en nuestra mano y derritiéndose como un copo de nieve, sentenció Francis Bacon, y Louisa May Alcott declaró: Muy lejos, cerca del Sol, están mis más altas aspiraciones, tal vez no las alcance, pero puedo mirar hacia arriba y admirar su belleza, creer en ellas y tratar de seguirlas a donde vayan.

Las palabras me llevan de la mano, a cuatro manos. Las ideas me llevan al pensamiento a dos mentes, las emociones y los sentimientos me atrapan a dos corazones. Así, nos unimos más allá de las palabras, de lo que escribo y de quienes me leen.