sábado. 20.04.2024
El Tiempo

De Monstruos, quimeras y alebrijes

“La política mexicana ha sido invadida y tomada por seres extraordinarios, producto de la cultura política que se ha ido configurando como parte de ese estilo muy propio de pensar que la política es un espacio donde puede pasar de todo, por irreal que parezca…”

De Monstruos, quimeras y alebrijes

 

 

Monstruo: ser que tiene alguna anormalidad impropia del orden natural y es de apariencia temible.

Alebrije: los alebrijes son seres imaginarios conformados por elementos fisonómicos de animales diferentes, una combinación de varios animales, no sólo fantásticos sino también reales.

Quimera: término griego que significa “animal fabuloso”. En este sentido, se trata de un monstruo que, de acuerdo a la fábula, expulsaba llamas por su boca, su cabeza era la de un león, torso de cabra y cola de dragón.

La política mexicana ha sido invadida y tomada por seres extraordinarios, producto de la cultura política que se ha ido configurando como parte de ese estilo muy propio de pensar que la política es un espacio donde puede pasar de todo, por irreal que parezca, en donde la ficción se fusiona con la realidad y nos deja atónitos ante las narrativas que superan a H.P. Lofvecraf, Francisco Tario o a Edgar Allan Poe, en lo escalofriante y desalmado que puede llegar a ser el ser humano, y que nos llevan a nuevas narrativas que muestran la crudeza de la realidad en México.

Elmer Mendoza, Antonio Ortuño, Enrique Serna o Guillermo Fadanelli con sus relatos nos ponen ante una realidad donde la impunidad, la corrupción, el abuso, el trinquete y el desprecio a la vida -la vida de los otros- no importa, no vale, no sirve, sino sólo como excusa para mantener el poder, como sea, sea un policía preventivo, un jefe delegacional, un agente de inmigración, un agente ministerial, o quien se asuma como autoridad tan alta o tan baja como se quiera, frente a las personas -simples mortales-, ciudadanos, hombres y mujeres que terminan siendo víctimas, para ser también revictimizadas por el aparato de justicia en cualquiera de sus tres niveles: municipal, estatal o federal.

La ficción es una posibilidad para recrearnos en la metáfora. La premiada cinta la “Forma del Agua” de Guillermo del Toro es un excelente ejemplo de la fusión en entre lo real y lo imaginario, con la salvedad del mensaje. Un mensaje de esperanza ante la opresión, el autoritarismo, el racismo e intolerancia. Sin embargo, la cultura política nacional ha creado verdaderas criaturas -monstruos, quimeras y alebrijes- con vida real,  que existen en el México, éste que es de todos y todas, seres irreales, que han cobrado vida al amparo del poder, de la corrupción y de la impunidad, creaturas que de principio creen que les pertenece el país y que bajo esa primicia roban, esconden, desfalcan, regalan, tiran, dañan y se gastan lo que no es suyo.

Seres que creen como religión –fervientemente- que tener la oportunidad de servir –como legisladores, como funcionarios públicos o como gobernantes-, les autoriza servirse y usar los recursos públicos sin ningún pudor o reserva. Pareciera que se forja –a lo mexicano- una nueva definición del político, del servidor público: es aquel o aquella que busca como beneficiar a mismo y a  sus familiares y amigos, bajo el pretexto de querer cumplir la función para la que fue nombrado o electo, buscando a su vez usar las formas más ingeniosas y creativas para burlar las normas y pasar por encima de las leyes que han jurado defender y respetar.

No es de extrañar que el discurso de estos días de “intercampaña” en materia electoral, sea fácil encontrar a  gobernadores, alcaldes, secretarios de Estado y al propio gobierno de la república, gastando cifras millonarias en publicidad en radio, periódicos y televisión  para mostrar “todo lo bueno” de su trabajo en bien de la sociedad. Se les puede ver inaugurando centros de salud, presumiendo resultados de obras públicas y dando a conocer cifras de logros y metas alcanzados. Con una estrategia de  “estar” en los medios de comunicación de forma “prudente” pero “constante” –a través de la publicidad oficial-, haciendo campaña para sus partidos políticos de forma velada y hasta ingenua. Alfredo del Mazo promoviendo la “Tarjeta Rosa”. Miguel Márquez en Guanajuato promoviendo el “Programa Impuso Social”, en Puebla Tony Gali dando premios a estudiantes, en Hidalgo Omar Fayad  presumiendo la inversión privada. Todos los gobernadores, alcaldes y secretarios de Estado y el propio Presidente queriendo llevar agua a su molino, es decir, votos a sus partidos.

En un meme que circula en las redes sociales, se puede ver a una niña pequeña, en un bello paisaje, sentada conversando con Frankenstein. Ella le dice: “creía que eras un monstruo pero eres tierno y sensible”, y Frankenstein contesta: “es que es que estoy en campaña electoral”.

Este país en el que se forman coaliciones inimaginables -quimeras-, en el que los partidos políticos y sus dirigentes proponen como candidatos a futbolistas, actores y actrices, a personajes famosos con tal de ganar, formando alebrijes –de madera, cartón y muy coloridos sin duda pero sin propuestas hasta ahora-, nos ofrece la posibilidad de pensar diferente, de asumir que ya es tiempo de aceptar la realidad y luchar contra estos seres que se lo han adueñado, y buscar el que puedan gobernar personas, ciudadanos de verdad -mujeres y hombres- jóvenes, adultos, que quieran servir a su sociedad y que no sigamos nutriendo este zoológico monstruoso de fantasía que se nutre de la buena voluntad de las personas, de los recursos naturales, y que vive a expensas del dinero nacional.

Hubiera sido una gran oportunidad que apareciera en las boletas electorales Marichuy Patricio, la candidata del Consejo Nacional Indígena, pero el mundo de los seres fantásticos no acepta a una mujer honesta y comprometida con las necesidades y luchas de las y los más pobres.