viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Necios y normalizados

“…la impunidad y la falta de justicia son la constante en este país donde ya está normalizado el hablar de desaparecidos, de ejecutados, de fosas clandestinas, de torturados, de feminicidios…”

Necios y normalizados

¿Qué es lo normal? Con origen en el término latino normalis, el concepto de normal se refiere a aquello que se encuentra en un estado al que se considera como natural. El término también se refiere a lo que actúa como regla, canon o modelo, y a lo que se ajusta, debido a su naturaleza, a preceptos establecidos con antelación.

Resulta que la capacidad de asombro se diluye ante la normalización de lo absurdo, de lo grotesco, de lo infame, de lo dramático o la crueldad hecha violencia real y simbólica, y por supuesto que ese asombro se acrecienta al reconocer  “la mirada” que desde el poder político y económico se hace de la realidad. Mundo paralelo, universo diferente, donde habitan unos, los millones de mexicanos normales –la mayoría- y otro donde está la clase pudiente, acaudalada, empoderada –sí, una minoría.

Ya es de alcance internacional la noticia de dos tráileres recorriendo parte de la ciudad de Guadalajara con más 300 cadáveres de personas que no han sido identificadas, colocadas en las cajas de carga, porque ya no cabían en las instalaciones del Instituto de Ciencias  Forenses de Jalisco, junto con la veloz “respuesta” del gobernador del estado, Aristóteles Sandoval, al destituir al director y al Fiscal General del Estado por esos hechos, y anunciar a su vez la construcción de “una cámara frigorífica y un espacio para cadáveres en descomposición que tendrá una gran capacidad, por encima de los 300 cuerpos, para que no se vuelva a repetir este lamentable hecho. Con esto se va a abatir el rezago para la disposición de las víctimas de sucesos de hechos violentos no identificados, siguiendo los protocolos con pleno respeto a sus derechos”. Esto muestra cómo se ha normalizado la ineptitud, la insensibilidad y la ignorancia, desde el ejercicio de poder.

Los cientos de miles de personas desaparecidas y los 18,835 asesinatos en lo que va del año, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las más 1,075 fosas clandestinas documentadas por académicos y organizaciones civiles, que incluyen a las 855 registradas por la CNDH, confirman de muchas maneras que la impunidad y la falta de justicia son la constante, en este país donde ya está normalizado el hablar de desaparecidos, de ejecutados, de fosas clandestinas, de torturados, de feminicidios.

Hay necios que creen que hacen bien su trabajo, aunque la realidad les muestre lo contrario. Necios que se lavan las manos diciendo que ellos si hacen lo que tienen que hacer. Necios que dicen que no se puede atender la violencia por falta de leyes más duras, o porque de plano los malos vienen de otros lados, de otros estados. Necios afirmando que ellos no son los responsables de evitar la inseguridad. Necios que se amparan con una retórica que busca emular sin ninguna gracia a Cantinflas o a la Chimoltrufia. Necios que ya se van sin haber cumplido con sus promesas, y que se van convencidos de que si lo hicieron.

Hay otros necios, esos que son más peligrosos para el país. Necios que se quedan en la ensoñación que les brinda el poder, junto con las pleitesías, las reverencias y las postraciones. Baste un ejemplo. Hace unos días, durante la ceremonia de inauguración de la primera entrega del premio Luz de Plata, la esposa del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, expresó su agradecimiento al gobierno por reconocer el trabajo de los actores en México, agradeció a la Secretaría de Cultura por hacer posible, por primera vez en la historia, la protección de los actores mexicanos con el Seguro Popular, y refirió que su esposo ama tanto el arte, que se casó con una actriz. “Gracias, Amor, por toda tu ayuda, por tu gran sensibilidad para apoyar el arte y el talento que ha dado México. Te casaste con una actriz.”, y expresó: “Quiero dar las gracias porque, por primera vez, un gobierno dará apoyo a los actores con algo fundamental para su salud.”

Cuando ya no se puede reconocer el lugar desde donde se mira, cuando se pierde el piso que la realidad imprime a los hechos, cuando el poder se hace farándula, la necedad se convierte en casi el único atributo del poder.

Por ahora, como nación, estamos atrapados entre prácticas de necios y discursos que normalizan lo trágico, el dolor y la impunidad. Necesitamos recuperar el asombro y la indignación para evitar ser “normalizados”. Es necesario decir con tenacidad y arrojo a los necios que ostentan el poder, que la evasión de las responsabilidades, la ignorancia, la arrogancia y la soberbia, no sirven para gobernar.