2021 será escenario de un verdadero desafío, con el proceso iniciado el 7 de septiembre de 2020, poniendo a prueba al sistema electoral, al de partidos y a la democracia misma.

El desgaste político del partido en el gobierno federal y la continua confusión en la que se mueve, entre su visión de país y sus intentos por explicar las causas, llega a reduccionismos que enojan y desalientan las mejores causas que enarbola. Su falta de responsabilidad –por ejemplo- sobre las exigencias justas del movimiento feminista, deja en claro que la torpeza no es buena aliada de la política.

Sus múltiples tensiones con los gobiernos estatales de todos los partidos, incluido el del presidente de la república, auguran una jornada electoral por demás tensa y con resultados imprevistos. Además, los partidos repiten sus estrategias para la designación de candidaturas, sin tomar en cuenta a su militancia, ni a la ciudadanía, lo que atenderían si realmente existiera una profunda vocación democrática.

La falta de filtros transparentes para seleccionar y proponer a las mejores personas a los cargos de elección popular, es parte del gran pendiente de la democracia mexicana, en la que los partidos políticos se cobijan con la legislación electoral vigente, para mantener cuotas de poder al interior de sus institutos, además de las formas poco democráticas que utilizan para la designación de candidaturas, junto con el triste espectáculo de ofrecerlas a figuras públicas, actores, deportistas, comentaristas de radio o televisión con poca o nula experiencia legislativa o política para gobernar.

La popularidad del presidente López Obrador ha tenido descalabros. Su estrategia para el manejo de la pandemia le ha costado severas críticas, y la forma de encarar a sus detractores va polarizando la situación en un están conmigo o están contra mí. Ahora la estrategia de vacunación nos deja nuevamente mal parados, y muestra que las intenciones son buenas pero la logística y la estrategia dejan mucho qué desear, además de la politización de todo, incluida la aplicación de las vacunas. Si bien los sondeos de inicio le dan ventaja a Morena en las preferencias electorales en la conformación de la Cámara de Diputados, los errores y la estrategia de comunicación seguida apuntan a que pueda haber sorpresas en algunos distritos, municipios y gubernaturas.

Los puestos en competencia electoral para el próximo año son:

• Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, que implica 300 diputaciones de mayoría relativa y 200 diputaciones por representación proporcional.
• Hay gubernaturas en juego en 15 estados: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.
• Se compite en la renovación de casi todos los Congresos locales de todo el país, excepto en Coahuila y Quintana Roo, además que habrá elecciones para elegir la casi totalidad de los Ayuntamientos y Alcaldías en 30 entidades, menos en Durango e Hidalgo. En cuatro entidades escogerían de manera separada diversos cargos locales: juntas municipales en Campeche, sindicaturas en Chihuahua, regidurías en Nayarit y presidencias de comunidad en Tlaxcala. Para el caso de Guanajuato, habrá contienda por las 36 diputaciones locales y 46 ayuntamientos.

Esta es una elección intermedia muy compleja. Es la más importante desde que se creó la nueva arquitectura electoral y sus instituciones, lo que implicará un desafío para armar las condiciones necesarias para garantizar la participación ciudadana y una organización adecuada de cada una de las casillas a instalar, y la capacitación de los cientos de miles de funcionarios y funcionarias de casilla que estarán recibiendo y contando cada voto que se deposite en las urnas. Todo ello en el juego de los semáforos y en las estrategias encubiertas por reactivar una economía cada vez más débil, y con el escenario de un nuevo rebrote para Semana Santa. La actividad turística registrada en este puente de marzo es una muestra de lo que podrá verse en la llamada semana mayor, con todas sus consecuencias en materia de salud.

El proceso electoral implicará realizar un trabajo muy fuerte de organización --desde ubicar las casillas en cada distrito electoral- que pasa por el proceso de selección, contratación y capacitación de capacitadores, asistentes y supervisores electorales que participan en las tareas a desarrollar el próximo 6 de junio.

El reto es pensar que no se trata de cuidar sólo el día de la elección a la ciudadanía: se requiere pensar en todas las fases del proceso electoral, cuidando de sobremanera a la población, pero el desafío más importante es impulsar la participación ciudadana de funcionarios de casilla en el contexto de la pandemia.

Los partidos políticos deberán desarrollar una creatividad y estrategia original en el campo de la política, para hacer llegar sus propuestas y candidatos y a los puestos de elección popular, renunciando a las convencionales prácticas usadas en las campañas políticas.

Así, las concentraciones masivas están prohibidas y se deberá realizar una promoción de plataformas políticas y publicidad electoral mediante medios masivos de comunicación y las redes sociales, en la que se esperaría –aunque con muchas reservas- que las campañas tuvieran contenidos y mensajes inteligentes, que convoquen al electorado a participar, crear afinidades con los partidos políticos y ganar las preferencias electorales hacia los candidatos.

Uno de los desafíos para los partidos políticos será sostener de forma congruente la paridad de género. Esto implicará también un compromiso para fortalecer la militancia y la capacitación política de hombres y mujeres, especialmente de ellas, dada la experiencia vivida en los institutos políticos, de cumplir la paridad sólo como requisito y no como una verdadera convicción para garantizar la perspectiva de género en política.

Las elecciones del 2021 serán un desafío para el país. La imaginación y la convicción de que merecemos mejores gobiernos, cada vez más profesionales, competentes y honestos, sigue siendo una deuda del sistema político hacia la ciudadanía. El INE y los organismos electorales (OPLES) en cada estado deberán sostener su capacidad y neutralidad, para garantizar que la democracia representativa enmarque el ejercicio de la ciudadanía y sacar adelante al país, a los estados y cada municipio, del atraso y de las duras condiciones provocadas por la pandemia.  

Las elecciones en la pandemia estarán tamizadas por la ciudadanía y su valoración sobre el manejo que la administración pública ha hecho de la contingencia sanitaría. Por eso es de suponerse que su participación en las elecciones será un reflejo de cómo ha sido afectada y alterada la vida de las personas y de las familias, así como de las consecuencias de las acciones de los gobiernos en todos los niveles en la solución de los grandes problemas y preocupaciones ciudadanas. Tocará revisar con detenimiento, y con una actitud responsable y critica, los resultados de quienes nos gobiernan, tarea que debemos iniciar ya, para ir definiendo nuestro actuar en las próximas elecciones.