martes. 16.04.2024
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Última Semana

"...habrá que animarnos  a creer y a crear el mejor porvenir posible, el mejor país necesario y con ello construir las oportunidades urgentes y concretas para poder llegar a ser verdaderamente humanos."

Última Semana

“Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión”.

                                                                                                      José Ortega y Gasset

                                                                                              “El mapa no es el territorio”

                                                                                                          Alfred Korzybski

Se va el 2018. Viene un nuevo año. La metáfora del cambio la de la 4ta. Transformación todavía se ve lejos. No sin ilusión y no sin esperanza.

Los tiempos que corren pasan rápido ante nuestros ojos. Vamos quedando confundidos entre las pantallas y los sonidos, quedando aturdidos y ciegos temporalmente. No hay descanso, las noticias saturan los espacios y el tiempo nos consume entre spots y series, entre trasmisiones de encuentros deportivos que suceden y se repiten una y otra vez hasta el hartazgo propio de la mercadotecnia que te laza a la calle a comprar lo que sea, pero comprar e intentar llenar ese vacío que se siente después de horas de sólo cambiar de posición pero sin quitar la vista al celular, a la tablet, a la computadora y a la televisión.

La sociedad del rendimiento está presente y se expande sin ningún escrúpulo. Byung Chul-Han la ha descrito con la crudeza necesaria para causar asombro,  -por ahora momentáneo- y rápidamente integrado como uno más de los estímulos que animan al yes, we can o al yes, I can. El individualismo se clona así mismo y nos hace creer que somos únicos, sin ver que somos uno más de los que compra la misma ropa o calzado, que se motiva ante las marcas, que consume lo mismo en las mismas cadenas de alimentos rápidos, que hace su despensa en los casi idénticos supermercados, -que solo tienen nombre diferente-, que se erigen como los nuevos templos de adoración al consumo, como escribió Fernández Christlieb.

Una sociedad que se polariza en instantes, que reacciona instintivamente para sentirse parte de algo en la virtualidad que ofrecen las redes sociales. Diálogo de sordos entre Twitter y Twitter y todos los Retwitts que se acumulen, se nos va el tiempo entre copia y pega, entre memes y cadenas de oración, entre chistes y sarcasmos, entre plegarias en contra del infortunio y proclamas que reivindican ideologías de grupos e intereses que van en sentido opuesto a la fraternidad y al respeto de la dignidad humana. Se publican cientos de miles de imágenes en Instagram buscando ser visibles, en la por demás trágica condena de lo efímero y lo fugaz -del dedo índice o de los pulgares-, que deslizan sin piedad la pantalla en fracciones de segundo.

Termina un año, después de haber padecido el sexenio más atroz para el conjunto de la sociedad mexicana. Los escándalos de corrupción e impunidad será los hechos que se describirán en los libros de historia. Habrá que ver si esa historia que se escriba tiene su correlato en la justicia, en la necesidad de que haya consecuencias – ni perdón, ni olvido-.

Inicia un año, 2019, que desafiará al pasado. 365 días que vendrán acompañados de tensiones, de debates, de confrontaciones, de quiebres y de continuidad, de nuevas reglas, de contradicciones, de definiciones, de nuevas filias y fobias, con un nuevo arreglo político que se moverá entre mayorías simples y calificadas, entre reformas y contra reformas, con una nueva arquitectura cimentada en la historia reciente, pero con profundas y añejas deudas para una gran parte de la sociedad mexicana. Los desafíos son muchos y el dinero nunca suficiente.

El mapa no es el territorio, como no lo es el presupuesto del gobierno, como no lo son las promesas de campaña. La realidad se encarga de mostrar las grietas que tienen los caminos, los desniveles que presenta la tierra, deja ver su orografía con sus valles y montañas. De vez en vez, en este año que vendrá, será muy importante detenerse y levantar la mirada para ver el horizonte, alzar la cabeza y mirar al cielo, habrá que respirar profundo más de una vez y sin duda, habrá que animarnos  a creer y a crear el mejor porvenir posible, el mejor país necesario y con ello construir las oportunidades urgentes y concretas para poder llegar a ser verdaderamente humanos.

En la duda, la contradicción y el conflicto nace el cambio. En las certezas y convicciones crece la soberbia  y la arrogancia. Que la última semana del año se vaya entre festejos navideños y buenos propósitos, para que el nuevo año de paso a que nazcan cosas nuevas y buenas. ¡Que nos vaya lo mejor posible a todas y todos en el año que en unos días más inicia!