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21/03/13

Demasiado tarde

Nos van dejando caer información, noticias, muertos bajo la alfombra. Parece que administran las dosis necesarias para mantener nuestro malestar, para que cada nuevo “descubrimiento” de corrupción en la administración pasada ejerza su poder corrosivo en nuestro ánimo.
Demasiado tarde

Nos van dejando caer información, noticias, muertos bajo la alfombra. Parece que administran las dosis necesarias para mantener nuestro malestar, para que cada nuevo “descubrimiento” de corrupción en la administración pasada ejerza su poder corrosivo en nuestro ánimo. Desfalcos, usos irresponsables del erario, plazas laborales excesivas, adjudicaciones de obra amañadas, presupuestos inflados para construir bodrios escultóricos, becas para estudios de funcionarios que nunca rendirán frutos al Ayuntamiento…

En la teoría democrática se dice que hay tres formas de control sobre los que ejercen el poder. La primera, que podemos llamar horizontal, proviene de la propia estructura gubernamental, de la manera en que está diseñado el aparato del poder y consiste, básicamente en dos cosas: un estado de Derecho (la ley por encima de todos) y un sistema de pesos y contrapesos. Por eso en el Ayuntamiento hay regidores de oposición y órganos auditores en el mismo diseño institucional. Digamos que, en principio, los ciudadanos esperamos que los funcionarios públicos se sometan al imperio de la ley y se vigilen las manitas unos a otros. Como parte de este diseño, están también los Consejos Consultivos y Directivos que deben tener participación ciudadana.

La segunda forma de control, que le llamaremos rendición electoral de cuentas, tiene que ver con los costos políticos del (mal-buen) desempeño. Supone un electorado enterado y vigilante que castiga o premia con su voto a los políticos.  Este control es muy caprichoso, porque como veremos en la tercera forma de control, es muy dependiente de las imágenes que pueden construir los medios de comunicación.

La tercera forma de control son los factores reales de poder, o como acostumbramos decir mucho ahora: los poderes fácticos. Son poderes de hecho, pero que no dependen del sistema electivo, se autoerigen. Aquí podemos distinguir dos grandes ramas: el poder económico o del mercado y el poder que proviene de las acciones colectivas. El poder del mercado tiene como herramienta a su favor a los medios de comunicación, especialmente a los electrónicos. Según la Encuesta Nacional de Cultura Política del 2010, el 75% de los ciudadanos se entera de la política a través de la televisión. El poder de las acciones colectivas se refiere al de las organizaciones intermedias que no están en el poder pero pueden ejercer presión saliendo a las calles o de forma estratégica también a través de los medios o las redes sociales. En una democracia madura, esta tercera forma de control es importante pero no sustituye ni se impone a los poderes legítimamente establecidos (no dicta políticas públicas, por ejemplo, como sucede con algunos sindicatos estatales)

La alternancia nos permite, como está sucediendo en León, conocer muchas cosas que se hicieron mal en el trienio o en el sexenio pasado, sea por un auténtico celo reformador de los nuevos inquilinos, o por aprovechar la oportunidad para ensuciar la imagen de los contrincantes políticos. Lo más probable es que haya un poco de las dos. Pero lo que nos tenemos que preguntar seriamente es: ¿por qué no están funcionando las formas de control de la democracia? ¿Por qué el arreglo institucional de pesos y contrapesos no nos dio alarmas antes de que nuestros impuestos se gastaran en cosas absurdas? ¿Dónde estaba el Contralor Municipal? ¿O estos asuntos no estaban en sus atribuciones? ¿Dónde estaban los regidores de oposición? ¿Hubo Consejos involucrados en algunas de estas decisiones? Si es así, ¿por qué no funcionaron?

Respecto a la rendición de cuentas, ¿podríamos pensar que estos excesos estuvieron en la caída del PAN en el municipio? ¿Teníamos los electores esa información como para elegir a otro partido? ¿O la derrota fue fruto más bien de un fenómeno mediático y de conflictos al interior del entonces partido en el poder?  Preguntado de otra manera: ¿con base en qué información podemos los ciudadanos ejercer este control de rendición de cuentas?

Frente a todas las revelaciones que van saliendo sobre los excesos de la pasada administración municipal, es indudable que hace falta algo más que declaraciones: se debe proceder legalmente cuando se tengan los elementos para hacerlo, demostrando que nadie está por encima de la ley. Pero más allá de eso, lo importante es que nos digan cuáles serán los mecanismos para que dentro de tres años no tengamos que saber, demasiado tarde, que una parte de nuestros impuestos fue otra vez dilapidada. ([email protected])