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22/05/13

Seminarios de tesis

Seminarios de tesis

Cerca de finalizar los estudios de nivel licenciatura, en buena parte de las escuelas superiores (universidades, tecnológicos, institutos, etc.) a los estudiantes les ofrecen una materia conocida como Seminario de tesis. En ella, presumiblemente, cual taller, deben desarrollar las bases de lo que será su tesis (entendida ésta como un ensayo amplio con una hipótesis por comprobar o refutar), cuando el proceso de titulación así lo contempla. Sin embargo, la mayoría de las ocasiones, el seminario se limita al formato de presentación del documento y a notas orientadoras del contenido. Por ello, la mayoría de los estudiantes termina por elaborar «tesis» que solo son una compilación más o menos coherente de citas de autores prestigiados –en el mejor de los casos– o a copiar antiguos ensayos que los sinodales se hacen de la vista gorda si los reconocen.

Estructurar un documento de esta naturaleza es similar a la organización lógica del pensamiento. La palabra ‘redactar’ viene del latín redigiere. Este vocablo evolucionó en dos caminos que dieron las voces ‘redirigir’ y ‘redactar’. Es decir, que en última instancia, redactar es dirigir un conjunto de ideas –enunciadas de forma breve, directa y precisa– a la comprobación o refutación de la hipótesis. Sin embargo, si nunca se ha enseñado a los muchachos a razonar las ideas (muchos profesores obligan a sus alumnos a memorizar las definiciones, en lugar de entenderlas), la tarea de enunciar una tesis se convierte en una actividad verdaderamente complicada.

Esto propicia que, en el mejor de los casos, los sinodales prácticamente indiquen al estudiante lo que deben exponer y cómo. Entonces, el documento se reduce a un mero trámite y no a un análisis y razonamiento que aporte a la especialidad. Por eso, se preocupan más por la forma que por el fondo. En el peor de los casos, se presenta como un procedimiento de corrupción, en el que el director de tesis espera dádivas del estudiante para dar por bueno el documento.

Los estudiantes, cuando definen el índice, deberían seguir el proceso de subdividir cada aspecto por abordar hasta el nivel de ideas concretas. Así obtendría prácticamente el documento. Ahí está como modelo la Nueva gramática de la lengua española (RAE, 2009). Cada párrafo está numerado bajo el esquema de clasificación decimal (el 1 se divide en 1.1 y 1.2; y este –por no extenderme– en 1.2.1 y 1.2.2. y así sucesivamente). Cada párrafo es una idea concreta.

Una vez definida, el párrafo se debe redactar así: iniciar por la idea principal. Cada oración subsecuente del párrafo apoyará o refutará lo sostenido en la primera, con información documentada (citas, estadísticas, casos concretos de investigaciones de campo), puntos de vista opuestos o con perspectivas diferentes.

Al finalizar el nivel licenciatura, el estudiante ya debería tener criterio propio para analizar, valorar, concluir y relacionar. Desafortunadamente no es así. El estudiante apenas conoce el idioma y maneja de forma elemental la terminología técnica. Por tanto, si verdaderamente se espera contar con profesionistas que desarrollen a la nación, debería trabajarse más sobre el idioma, particularmente, para organizar sus ideas.