Hemos adelantado aquí que la alcaldesa Bárbara Botello habrá de sortear toda una oleada de críticas a los contenidos de su programa de gobierno 2012–2015. Tal vez no todas serán inteligentes, razonables y propositivas, como diría el ex gobernador del estado y hoy feliz senador de la República, ¡ah!, también ex rector de la Universidad de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks. Pero de una u otra forma, todas serían atendibles. La duda quedaría entonces en conocer el carácter de la estrategia o el mero talante de las respuestas de la señora Presidenta Municipal a esos señalamientos, vengan de donde vengan o, mejor dicho, según de dónde y de quiénes, vengan.

Bárbara ya comenzó a responder, comedida pero firme a las primeras, predecibles y hasta obligadas: las de sus opositores del PAN en el Cabildo y desde el partido.

“A botepronto”, la alcaldesa se atrincheró en el expediente de atribuir a meras posiciones políticas de la oposición; y acusó a su vez que únicamente recibe de los regidores de la fracción del PAN, señalamientos y no propuestas. Eso no es del todo exacto. Cosa de recordar que los regidores panistas, encabezados por José Ayala, entregaron a la misma Alcaldesa -en sesión de Ayuntamiento- un tanto de la propuesta de Gobierno que en su momento enarboló el candidato de Acción Nacional, Miguel Ángel Salim. Lo menos que recomendaría la urbanidad política sería dedicar una reunión de trabajo a su discusión. Vamos, hasta para descalificarlo.

Es cierto, como bien apunta el regidor del PRI Aurelio Martínez, que en el programa de gobierno sí se tomaron en cuenta algunas de aquellas propuestas. También escribimos ya que eso no encierra misterio alguno, se refiere a los proyectos en turno en los folders del Implan, que su directora Chela Amaro carga hasta en su bolso de mano.

En su respuesta primera a los panistas, Bárbara Botello sostiene que su programa es medible y que los resultados se conocerán a lo largo de su administración. Que para eso es un programa de gobierno a tres años. Luego reclama que no propongan y descalifica el “no lo apruebo porque no lo apruebo.” Está bien, esos son los diferendos políticos acostumbrados.

Y aquí viene lo interesante del asunto, porque como predecibles son los alegatos panistas, en la misma categoría se inscriben las respuestas de la Alcaldesa. Pero las inquietudes, las dudas y las inconformidades no provendrán siempre de la misma fuente azul. Los empresarios, alzan la mano.

El presidente de Coparmex, Juan Rodrigo Moreno González, hace las preguntas elementales: ¿Cómo se pretende concretar cada iniciativa? ¿A cuánto asciende el monto de inversión? ¿Cuándo se concluirían las obras?

Sigue, Juan Rodrigo Moreno, quien no es, hasta donde sabemos, panista: faltan los indicadores de medición de la gestión; faltan los cómo y los cuándo; no hay un programa de tiempos… y el presupuesto tendrá que ir articulado al proyecto. Claro que coincide en que es un proyecto muy ambicioso.

Al presidente del Consejo Coordinador Empresarial, José Abugaber, cercanísimo a la alcaldesa Bárbara Botello en este arranque de la administración, le parece que el programa de gobierno sí cubre todas las áreas para impulsar el desarrollo de León. Los polígonos industriales, la infraestructura para el crecimiento tecnológico y comercial, el combate a la marginación…

Si acaso, Abugaber repensaría la creación de un consejo municipal para las exportaciones, por el riesgo de duplicar las funciones que ya realiza entre otros, la Cofoce.

Como quiera que sea, esto apenas empieza, así sea como la mera visión de la administración y “la grilla pura y dura” de la oposición. Es de esperarse, de una de las partes, que el bloque panista documente a detalle las inconsistencias que denuncia y soporte una participación crítica que abone y no que interfiera.

Del otro bando, deberíamos aguardar una estrategia que supere los formulismos y que se encamine, no a responder a los quejosos, sino a informar a la población, que es la que paga por el espectáculo.

 EL GOBERNADOR COMO OPERADOR

Como en el cuento de nunca acabar, al gobernador Miguel Márquez le ocurre con su equipo de trabajo lo mismo que a sus antecesores. A la hora de las broncas, “se hacen chiquitos” y es el mismísimo jefe del Ejecutivo el que tiene que salir a dar la cara y aguantar los flashazos para los periódicos.

Oootra vez tuvo que ir personalmente a explicar a los diputados de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, los modos y los alcances del proyecto Escudo para la seguridad pública en los municipios de Guanajuato. No es la primera ocasión en la que aborda ese tema con esos interlocutores, y tampoco es nuevo que le digan que ya entendieron, que están de acuerdo y que lo van a apoyar en su iniciativa.

El gobernador se reunió con Juventino López Ayala, del Partido Acción Nacional; Francisco Javier Contreras, del Partido Revolucionario Institucional; Alejandro Contreras, de la franquicia Verde Ecologista; Georgina Miranda Arroyo, del PRD; y Marco Antonio Miranda Mazcorro, de Nueva Alianza.

Al gobernador lo acompañaron su secretario de Gobierno, Antonio Salvador García López, y el procurador de Justicia, Carlos Zamarripa. Nada más.

El gobernador Márquez narró de nueva cuenta a los diputados la historia del proyecto y les reiteró su disposición a que sea auditado de manera permanente por el Órgano de Fiscalización Superior.

“El proyecto Escudo refuerza el trabajo por la seguridad, la paz y tranquilidad en el estado”, sentenció el Gobernador. Todos conformes. En ese momento.

A pesar de los dichos de solidaridad que de cuando en cuando el propio gobernador seguirá escuchando de los diputados, los más de 2 mil 700 millones de pesos que cuesta el Escudo y su adjudicación directa a una sola empresa, serán temas recurrentes a lo largo del sexenio –el contrato es a seis años- por la raja político-electoral que los opositores consideren posible, sin importar la calidad de los señalamientos. Nada mal estaría entonces que el equipo de asesores del gobernador perfile desde ahora una estrategia de largo aliento que asuma, institucionalmente, las precisiones del caso, de acuerdo a los actores y el momento porque, así como van, al gobernador no le va a alcanzar el tiempo en su agenda para atender explicaciones que, francamente, no son su encargo.

LA JAULA

Poco alentadoras resultan en realidad las últimas declaraciones que el presidente Enrique Peña Nieto hizo a la revista alemana Der Spiegel, a propósito de la violencia que despliega en todos los rincones del país el crimen organizado.

El Presidente de la República habría dicho que la situación de inseguridad en México no va a mejorar de la noche a la mañana, porque “se cometieron errores en el pasado y tenemos que aprender de ellos”. Ups. Hasta podría tener razón, nada más que el aprendizaje ha costado ya unos ochenta mil muertos y no hay manera de que se explique razonablemente ese clima de violencia a la parte de la población que todos los días se dedica a ganar limpiamente el sustento de sus familias, ajena los criminales y los políticos. “La violencia va a declinar en el mediano plazo. Eso le he prometido a los mexicanos”, acotó Peña Nieto, en la entrevista.

La revista alemana le pregunta sobre los posibles vínculos de su partido, el PRI, con la corrupción que provoca el poder de los cárteles.

“No tiene que ver con la afiliación partidista. Esto afecta también a los gobiernos regionales encabezados por la oposición. Algunos cárteles han acumulado una enorme cantidad de dinero y armas. Estamos actuando en contra del lavado de dinero y, en consecuencia, estamos quitándole sangre vital a los cárteles”.

Si usted escuchó o leyó lo anterior en alguna otra ocasión, por favor haga caso omiso. 

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