viernes. 19.04.2024
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La energía para el desarrollo no puede ser moneda de cambio

La energía para el desarrollo no puede ser moneda de cambio

Ya en esta columna habíamos abordado el tema de la reforma energética y la imperante necesidad de no verla como una reforma petrolera sino como un cambio de paradigma que permita a México definir el marco jurídico que lo lleve a cristalizar  avances en esta materia para la estrategia nacional. Hoy, el partido acción nacional ha puesto como condición la reforma política para aprobar la energética. Desde luego ambas son de vital importancia para la vida del país, de tal forma que habrá que avanzar en estas y todas las otras reformas que la nación requiere.

Si tomamos en cuenta que el crecimiento económico depende en gran medida del precio, acceso y calidad de la energía para los procesos productivos, y que además, la disponibilidad de energía también es criterio para medir el bienestar de las personas, entendemos que este es un tema de prioridad nacional y que por las exigencias mundiales, ahora más que nunca, se debe considerar en cualquier debate, el elemento ambiental.

Y es que medio ambiente y pobreza deben ser criterios permanentes en la discusión y valoración de la nueva normatividad en la materia. Globalmente, el planeta muestra una profunda inequidad en el acceso a la electricidad, la menor parte de la población mundial, la que habita en el mundo industrializado, consume la gran mayoría del total de la energía disponible. Y a la vez, son esos países los que mayor cantidad de gases de efecto invernadero arrojan a la atmósfera. México en este rubro ha hecho ya compromisos para reducir el impacto de su huella de carbono. La coinversión podría ser la salida, pero tendrá que ir de la mano con un fuerte impulso a la generación y cogeneneración de otras fuentes energéticas, especialmente las más limpias.

Hoy México tiene la oportunidad de impulsar la creación de una verdadera industria nacional en fuentes renovables de energía y ubicarlo como tema central en la discusión de la reforma energética, de tal forma que el beneficio ambiental vaya de la mano con el acceso a energía barata y constante para todos.

Y depende de nosotros aprovechar cada oportunidad para que independientemente de la vía nacional de las reformas que vienen, en lo local trabajemos a favor de la innovación y la sustentabilidad energética.

Los esfuerzos nacionales e internacionales están ahí y se mueven en diversas vías. En este momento, cinco ciudades latinoamericanas; León y Puebla, junto con Bogotá, Belo Horizonte y Rio de Janeiro, han sido elegidas por Banco Mundial para participar en el proyecto TRACE. Una herramienta para la evaluación de la eficiencia energética de las ciudades, que viene acompañada de estrategias adaptadas a las condiciones específicas de las ciudades y desde luego de movilización de financiamiento.

Durante tres años, estas ciudades tendrán el apoyo absolutamente financiado por el organismo internacional, para identificar las áreas de mayor potencial energético. La misión de Banco Mundial trabajará con los funcionarios de las ciudades elegidas para establecer las estrategias que puedan mejorar los servicios públicos, disminuir los costos relacionados con energía y generar mejores condiciones para el crecimiento económico mientras se reduce la emisión de gases de efecto invernadero.

Y es aquí cuando pareciera que el ritmo que imprimen los intereses de los partidos políticos a los grandes temas nacionales, como en este caso a la reforma energética, queda en otra dimensión que se percibe ajena a la dinámica diaria y a las crecientes necesidades de desarrollo equilibrado y sustentable de la población.

@BetyManrique