martes. 23.04.2024
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En igualdad de género, muchas alhóndigas por incendiar

En igualdad de género, muchas alhóndigas por incendiar

Existe un buen número de investigaciones que hacen referencia al papel que las mujeres han jugado en los momentos más significativos de la historia nacional. Y, a poco más de 200 años del inicio de la guerra de Independencia, seguimos viendo, como entonces, a muchas de las mujeres apoyando las transformaciones en las líneas de la retaguardia.

En la guerra de Independencia hubo mujeres que colaboraron con la causa rebelde haciendo uso de sus “encantos” para convencer o para distraer. Otras usaban sus vestidos, largos y hampones para contrabandear armas y parque. Pocas fueron las que lideraban las estrategias o decidieron con libertad su participación en la guerra. Algunas decidieron usar sus bienes para financiar a los insurgentes, y otras fueron parte de una extensa red de espionaje y fungían como correos.

Hubo también mujeres que decidieron siguieron a sus hombres a la línea de batalla. Los pocos registros que cuentan de la participación femenina en la gesta independentista, revelan que fueron menos numerosas que las adelitas de la revolución, pero ahí estuvieron.

Siendo la mujer de la Nueva España considerada legal y socialmente inferior, el acceso a la educación era restringido a la lectura, y esto porque debía poder leer los misales. Pocas eran las mujeres que dominaban la lectura y la escritura. Su papel se reducía desde luego al ámbito de lo privado y desde ahí hubo muchas heroínas, la mayoría desconocidas, que quebrantaron las reglas y se sumaron a la Insurgencia desobedeciendo al régimen sociopolítico.

Esta desobediencia, que a muchas les costó la vida, fue la primera aportación femenina a la Independencia. Pero aunque hubo una fractura política e ideológica en el país, en lo general, el ámbito de la vida femenina siguió centrada en gran medida en la vida familiar y el matrimonio. Ni las normas, ni las conductas, y tampoco la estructura social se rompieron significativamente.

Los nombres de Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra, María Ignacia-La Güera- Rodríguez y Tomasa Estévez, deben recordarse por su papel en las primeras líneas, todas diferentes, todas protagonistas, y recordar también el de algunas otras, menos estelares pero igual de fuertes, igual de sabias para leer los signos de sus tiempos.

De la Güera Rodríguez las paredes de la Casa de los Perros en Apaseo el Grande Guanajuato podrían contar, no sólo los encuentros con Iturbide, sino su influencia en él, y las noticias con las que ella llegaba de la capital.

Rita Pérez, o la Generala Moreno, esposa del insurgente Pedro Moreno, decidió seguirlo, y asumir su papel en la historia: se convirtió en la administradora del fuerte El Sombrero. Estuvo en prisión cuatro años y cuando fue liberada, la heroína insurgente vivió de su trabajo en Lagos de Moreno, atendiendo un puesto de tortillas.

De extracción humilde, Juana Guadalupe Barragán perdió a su familia en manos de los realistas. Se unió a la lucha insurgente y con el grado de capitán, comandaba a un numeroso grupo de insurgentes. Luchó junto a Morelos, sin embargo, la historia no registra su muerte ni su destino. Que nos baste saber que existió, que lideró, que combatió como los mejores y que aunque vestía de hombre, era una mujer al frente: “La Barragana”.

Hoy muchas mujeres siguen en lucha por su propia Independencia. Mientras haya mujeres que no trabajan porque el marido “no las deja”. O que buscan la beca para el niño porque “al cabo que la niña se va a casar”, o mujeres que siguen trabajando doble jornada porque hay que completar para el gasto, pero la pareja no “completa” con las tareas de casa… hay mucha Independencia no conquistada, en materia de igualdad de género: quedan aún alhóndigas por incendiar.

@BetyManrique