¿Luz verde a la marihuana?

¿Luz verde a la marihuana?

Ya abordando el tema con seriedad, más allá de las ocurrencias, o las visiones futuristas del ex presidente Fox, la propuesta para legalizar el cultivo y comercialización de la marihuana en México, ha sido objeto de muchos debates académicos, científicos y políticos. Tan sólo en 2008 siendo diputada federal, participé en un foro de debate en la Cámara. En aquel entonces, la posición de grupo que defendí fue que la legalización sólo podría considerarse como una política del Estado mexicano si se diera en un marco de acuerdos, al menos, regionales. Hoy, mantengo esa opinión.

No podemos suponer que con una política prohibicionista en Europa y Estados Unidos y Canadá, la despenalización en México nos reportaría buenos dividendos. Tendríamos que contar con la posibilidad de convertirla en un producto de exportación. Sería un suicidio social sólo producirla para el autoconsumo y el consumo en territorio nacional (turismo como los coffee shops en Amsterdam). Y tendríamos también que resolver el dilema ético de producir para otros lo que no queremos para nosotros.

La muestra de cautela con el tema la pone el país más consumidor de drogas en el planeta, los Estados Unidos, que empieza a despenalizar su uso para fines medicinales, aunque los datos a los que hemos podido tener acceso, muestran claramente que el paso a fines recreativos es casi inmediato al del uso medicinal.

Tampoco pasa la prueba el argumento de que sería un modo de disminuir la violencia generada por el trasiego de drogas. No es la marihuana la mayormente comercializada ni la única que propicia esta pandemia internacional. Con la legalización de la producción y comercialización de la famosa hierba, no se impediría la cruenta batalla que se libra por las rutas y los territorios, de los grupos que mueven las demás drogas prohibidas por todo el planeta.

De modo que los argumentos a favor de la legalización de las drogas, sólo la marihuana o una variedad de sustancias que hoy son ilícitas, pasan más bien por el tamiz de lo que para las sociedades es aceptado como conducta aceptable, tolerable o reprochable. De acuerdo a la mayoría de los estudios serios, la cannabis sativa, nombre científico de la marihuana, produce efectos en el sistema nervioso central de las personas provocando una relajación general, distorsión de las percepciones, afecta la memoria y la capacidad de aprendizaje.

¿Qué produce en nosotros una o dos tazas de café? ¿O las bebidas alcohólicas? ¿Conocemos los efectos adictivos y de salud en general del tabaquismo? Si, efectivamente también alteran las percepciones, producen un efecto de deshinibición o euforia. Si, pero no son sustancias prohibidas. Lo delicado es lo que hoy, se mueve en torno a las otras.

Los efectos sociales de prohibir determinadas conductas, en este caso la producción y comercialización de drogas son básicamente dos: por un lado, propicia la generación del mercado negro, y una economía informal. Las normas jurídicas, tienen también un efecto disuasivo, la liberación de la producción y comercialización seguramente rompería la barrera psicológica de algunos que tienen entre sus principios actuar apegados a la Ley. Si se incrementa el consumo, se tendrían impactos negativos en el gasto público destinado a la atención de adicciones.

Ahora, si se legaliza, entonces lo deseable sería un alto consumo, ¿no es así? para que la economía formal que se desarrollara en torno a esta industria fuera eficiente y generara riqueza. Es decir, hacerla legal debería ser una política tendiente a generar buenos negocios e impuestos, y que redujera los gastos que hoy implica al Estado perseguir a quienes la producen o comercializan. ¿Pero, qué sucedería en el tema de salud pública? Tan sólo el gasto anual por la atención a enfermedades relacionadas con el consumo del tabaco ascienden a 45 mil millones de pesos, según datos de la Secretaría de Salud y el costo en vidas oscila en las 60 mil.

Los efectos reconocidos hoy de su uso terapéutico se relacionan con el glaucoma porque disminuye la presión ocular; como paliativos en los tratamientos contra el cáncer ya que disminuye también las nauseas. Por su efecto relajante, ayuda a tolerar el dolor e induce en un estado de semiconsciencia.

El tema es sumamente complejo, de efectos inciertos, de implicaciones en diversas áreas del desarrollo social de un país, no es sólo la seguridad o la salud pública, es la educación y la economía, son las relaciones internacionales. Ahora, las decisiones tomadas sobre las rodillas pueden causar problemas de dimensiones incalculables. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones, de los jóvenes de 12 a 17 años que fuman marihuana, el 70% empezó a hacerlo por curiosidad. El consumo de drogas afecta al Estado en su conjunto, pero empiezan por dañar al individuo y éste a su entorno social inmediato.

Queda claro que este se mantendrá como uno de los grandes temas a discutir en el país y en el mundo. Sin embargo, con los niveles de educación y formación integral de los mexicanos, más nos vale tomar en serio el tema y basar cualquier decisión en información que retrate perfectamente la sociedad que quedaría expuesta a la liberación de la producción y comercialización de la marihuana.